El h¨¦roe sin medalla
El aviador Leocadio Mendiola, famoso por el ataque a¨¦reo sobre la guarida de la Legi¨®n C¨®ndor, jam¨¢s recibi¨® la Placa Laureada de Madrid que le concedi¨® la Rep¨²blica. Su familia a¨²n lucha para que el Gobierno le reconozca a t¨ªtulo p¨®stumo la m¨¢s alta distinci¨®n militar
No existe en toda el Arma un ejemplo de constancia en el servicio como el del mayor Mendiola, habida cuenta que vuela desde los comienzos de la guerra ininterrumpidamente". El teniente coronel Alfonso de los Reyes y Gonz¨¢lez C¨¢rdenas, en funciones de juez instructor, pon¨ªa as¨ª punto final en la Gaceta de la Rep¨²blica del 31 de agosto de 1938 al expediente abierto para determinar si el aviador Leocadio Mendiola N¨²?ez era merecedor de la Placa Laureada de Madrid, la m¨¢s alta condecoraci¨®n, por "hechos heroicos realizados por cualquier ciudadano en actos de guerra o considerados como tales". Y era merecedor. Pero Mendiola, que bombarde¨® a la Legi¨®n C¨®ndor nazi y al acorazado Deutschland, jam¨¢s recibi¨® la medalla, seg¨²n cre¨ªa ¨¦l, "por negligencia o mala fe".
Mendiola dijo que "ten¨ªa metida en la cabeza la idea de bombardear a los alemanes en su madriguera"
"Mi marido sol¨ªa decir que lo que ¨¦l hab¨ªa hecho ya hab¨ªa quedado para la historia", declara la viuda del piloto
"Hubiera llevado muy orgulloso sobre mi pecho la Laureada por estar muy bien ganada", declar¨® Mendiola en 1998, poco antes de morir. Su familia es partidaria de que el Gobierno idee alguna f¨®rmula para materializar la distinci¨®n de la que se hizo acreedor el militar. Porque el ¨²nico honor con que fue distinguido en vida fue el hecho de que el Ayuntamiento de Badajoz, su tierra natal, bautizase una calle con su nombre en 1995.
Leocadio, hijo de un sargento de Infanter¨ªa, naci¨® el 8 de febrero de 1909. Tras ingresar como voluntario en el cuerpo de ingenieros de Aviaci¨®n, fue destinado en julio de 1926 al aer¨®dromo madrile?o de Cuatro Vientos, ascendiendo a sargento al a?o siguiente. En los a?os posteriores realiz¨® el curso de piloto en Alcal¨¢ de Henares y m¨¢s tarde el de ametrallador-bombardero. Despu¨¦s de diversos destinos en Le¨®n y Sevilla, solicit¨® su traslado en junio de 1935 al Grupo 31 de Getafe (Madrid), donde un a?o despu¨¦s le sorprendi¨® la Guerra Civil.
Desde el estallido del conflicto fratricida, Mendiola destac¨® por su actuaci¨®n, primero en los frentes de la sierra y luego en la defensa de Madrid, siendo uno de los primeros pilotos espa?oles que formaron en la escuadrilla de bombarderos T¨²polev SB-2, m¨¢s conocidos como Katiuskas, cuyos jefes eran rusos. Su coraje y audacia en las batallas del Jarama y de Brunete le valieron sucesivos ascensos. Luch¨® en Teruel al mando del Grupo 24 de Katiuskas, ya con el empleo de comandante, y tras la batalla del Ebro sigui¨® contribuyendo a los desesperados intentos de frenar el avance de las tropas del general Francisco Franco y los sublevados contra la Rep¨²blica.
Una de las acciones m¨¢s relevantes protagonizas por el bravo piloto fue el bombardeo, el 29 de mayo de 1937, del acorazado alem¨¢n Deutschland en aguas pr¨®ximas a Ibiza, caus¨¢ndole numerosas bajas. Adolf Hitler decidi¨® vengar dos d¨ªas despu¨¦s este ataque a su flota con una acci¨®n de represalia: una lluvia de fuego sobre la ciudad de Almer¨ªa a cargo de una flotilla dirigida por el acorazado Admiral Scheer, que dej¨® decenas de muertos y heridos.
Pero quiz¨¢ la haza?a m¨¢s conocida del aviador Mendiola es el ataque efectuado el 16 de diciembre de 1938 sobre el aer¨®dromo de La S¨¦nia (Tarragona), donde estaba acantonada la Legi¨®n C¨®ndor nazi, autora de la terrible acometida realizada el 26 de abril de 1937 sobre la poblaci¨®n civil de Gernika (Vizcaya). Este episodio, que se sald¨® con varios cientos de v¨ªctimas, llegar¨ªa a convertirse en un s¨ªmbolo mundial de los horrores de la guerra gracias al cuadro pintado por Pablo Picasso. El piloto republicano, que se jug¨® el cuello con la temeraria incursi¨®n contra el nido de la Legi¨®n C¨®ndor, fue recompensado con el ascenso a teniente coronel.
En una entrevista concedida al coronel Vicente Garc¨ªa Dolz, publicada en la revista Aeroplano en 1999, Mendiola recordaba as¨ª aquel episodio que tanto marc¨® su propia biograf¨ªa: "Ten¨ªa metida en la cabeza la idea de bombardear a los alemanes en su propia madriguera. Eso constitu¨ªa una acci¨®n b¨¦lica realmente hist¨®rica. En La S¨¦nia, la Legi¨®n C¨®ndor hab¨ªa concentrado toda su aviaci¨®n de caza y gran n¨²mero de bombarderos. Ten¨ªan cubierto todo su espacio a¨¦reo por moderna artiller¨ªa antia¨¦rea... La Jefatura de Aviaci¨®n no quer¨ªa autorizarme tal bombardeo, pues estimaba que constitu¨ªa un suicidio. Yo le recordaba que los alemanes ten¨ªan dos grandes deudas con la Rep¨²blica: el bombardeo a¨¦reo sobre Gernika y el naval sobre Almer¨ªa. A todo ello a?ad¨ªa yo la deuda personal del Deutchland sobre mis Katiuskas, pues estuvieron a punto de matarnos. Despu¨¦s de mucho insistir, el general Ignacio Hidalgo de Cisneros me llam¨®". Y, seg¨²n el legendario aviador, Hidalgo le dijo: "No le autorizo, pero lo tolero para su satisfacci¨®n y sus fervientes deseos".
En febrero de 1939, con 30 a?os reci¨¦n cumplidos, tuvo que cruzar a pie la frontera franco-espa?ola, en medio de una intensa nevada, junto con su hermano el sargento Juan Mendiola, para hacerse cargo de una partida de 72 aviones Katiuskas destinados a engrosar la fuerza a¨¦rea republicana. Pero la operaci¨®n fracas¨®: Francia acababa de reconocer al Gobierno presidido por Franco... y los citados aparatos hab¨ªan sido devueltos a Rusia.
El 2 de marzo de 1939, el Gobierno de Madrid nombr¨® a Mendiola comandante militar de Murcia cuando la victoria de los nacionales y la derrota de los republicanos eran m¨¢s que imparables. "Un disparate en medio de aquella descomposici¨®n final", recordar¨ªa ¨¦l muchos a?os despu¨¦s. Afortunadamente, varios oficiales amigos y el jefe del sector a¨¦reo, el comandante Abelardo Moreno Mir¨®, le advirtieron de que no tomara posesi¨®n del cargo porque le estaban esperando en Murcia para pegarle cuatro tiros. "Salv¨¦ mi vida escuchando su consejo".
Ante el negro panorama que pintaba el inminente final de la Guerra Civil, el teniente coronel Mendiola decidi¨® poner tierra de por medio. Vol¨® con su Katiuska desde la base de Los Llanos (Albacete) hasta Or¨¢n (Argelia), donde permaneci¨® tres a?os encarcelado y en un campo de concentraci¨®n custodiado por senegaleses. En octubre de 1942 embarc¨® en Casablanca en un buque portugu¨¦s en el que consigui¨® llegar a M¨¦xico. Y en este pa¨ªs americano trabaj¨® en una f¨¢brica de estufas, en una empresa farmac¨¦utica y de instructor de vuelo. Adem¨¢s, se cas¨® con una ciudadana de ese pa¨ªs, ya que su primera esposa, Marcelina Garc¨ªa Viejobueno, natural de Bud¨ªa (Guadalajara) hab¨ªa fallecido en su exilio en Rusia.
Despu¨¦s de tantas batallas y tantas peripecias vitales, Mendiola decidi¨® regresar a Espa?a en 1967, pese a que el general Franco segu¨ªa gobernando con pu?o de hierro. Al rellenar el correspondiente formulario en la legaci¨®n diplom¨¢tica espa?ola en M¨¦xico hizo constar que hab¨ªa hecho la guerra "en el bando del Gobierno legal de Espa?a", pero un diplom¨¢tico le recomend¨® que quitara lo de "legal", seg¨²n confes¨® al coronel Garc¨ªa Dolz.
Mendiola hab¨ªa sido un ac¨¦rrimo enemigo de Franco, pero no sufri¨® represalias ni persecuci¨®n cuando volvi¨® a Espa?a. "Jam¨¢s fui molestado", reconoci¨® poco antes de morir. Y en Barcelona trabaj¨® de contable en una empresa de torniller¨ªa, adem¨¢s de contraer matrimonio -el tercero de su existencia- con la viuda Concepci¨®n Blanco Berasaluce, que a¨²n vive. ?sta, por cierto, corrige hoy lo dicho en su d¨ªa por su esposo: "Le hac¨ªan presentarse cada mes ante las autoridades, hasta que nos casamos y le dijeron que ya no volviera m¨¢s".
?Pero qu¨¦ pas¨® con la Placa Laureada de Madrid? Mendiola nunca lleg¨® a recibirla. El 5 de febrero de 1939, la avioneta Spartan inici¨® el despegue en Figueres (Girona) llevando la documentaci¨®n acreditativa del procedimiento abierto a tal fin, pero, desgraciadamente, todos los papeles resultaron carbonizados porque la aeronave se incendi¨® al estrellarse contra un cami¨®n cisterna. As¨ª que el proceso administrativo no culmin¨® con su publicaci¨®n en el Bolet¨ªn Oficial... y Mendiola se qued¨® para siempre sin su condecoraci¨®n.
Pese a eso, siempre ha habido una cierta confusi¨®n al interpretarse que hab¨ªa recibido la Laureada a tenor del visto bueno del instructor del expediente, publicado en la Gaceta de la Rep¨²blica el 31 de agosto de 1938. Tanto es as¨ª que, en 1997, Mendiola fue agasajado como un h¨¦roe por el teniente general Juan Antonio Lombo, jefe del Estado Mayor del Aire, y otros altos cargos, seg¨²n atestigua el historiador Juan Riesgo, que estuvo presente en la ceremonia.
En la propia web oficial del Ej¨¦rcito del Aire consta que "en 1938 se le concedi¨® la Placa Laureada de Madrid". Y no s¨®lo eso, sino que en la Sala de Laureados del Museo del Aire existi¨® hasta hace varios meses una Placa Laureada de Madrid y, junto a ella, los nombres de quienes recibieron tal condecoraci¨®n: el general Vicente Rojo Lluch, por la toma de Teruel (1937); el almirante Luis Gonz¨¢lez de Ubieta, por el combate del Cabo de Palos (1938); el general Jos¨¦ Miaja Menant, por la defensa de Madrid (1938), y el coronel Mendiola. Pero hace varios meses, un mando -militar, por supuesto- decidi¨® retirar la Placa Laureada de Madrid del m¨¢s noble sal¨®n del museo y, por ende, toda referencia al heroico aeronauta.
"A mi marido le habr¨ªa hecho mucha ilusi¨®n recibir la Placa Laureada, pero con el paso del tiempo se resign¨® y sol¨ªa decir que lo que ¨¦l hab¨ªa hecho ya hab¨ªa quedado para la historia", declara la viuda por tel¨¦fono desde Barcelona. "El Ministerio nunca ha tenido demasiado inter¨¦s en reparar este fallo", se queja su hijo, el capit¨¢n de corbeta Rafael Seva.
Mendiola no reclam¨® nada personalmente. Pero el abogado y tertuliano televisivo Javier Nart Pe?alver, con el que aquel hab¨ªa trabado cierta amistad, lo hizo por ¨¦l: envi¨® un escrito en octubre de 2004 al entonces ministro de Defensa, Jos¨¦ Bono, plante¨¢ndole que "se integre la Placa Laureada de Madrid en la hist¨®rica Cruz Laureada de San Fernando, comprendi¨¦ndose como parte de los condecorados a los que la recibieron, con otro nombre, del Gobierno republicano". En consecuencia, Nart solicitaba a Bono "que se considere incluido [en esta distinci¨®n] a Mendiola, a quien se le otorg¨® y nunca la recibi¨®".
Seg¨²n fuentes del Ministerio de Defensa, Franco dict¨® en 1947 una directriz ordenando la prescripci¨®n de las recompensas que estaban en tramitaci¨®n hasta esa fecha. Las mismas fuentes consideran dif¨ªcil que se puedan satisfacer los deseos de la familia Mendiola porque eso podr¨ªa abrir una impredecible v¨ªa de reclamaciones para otros combatientes republicanos. En cualquier caso, el expediente Mendiola est¨¢ en manos de la Comisi¨®n Interministerial para el Estudio de la Situaci¨®n de las V¨ªctimas de la Guerra Civil y el Franquismo, creada en septiembre de 2004 y dependiente de Presidencia del Gobierno.
A la vez, Defensa ha encargado una investigaci¨®n para aclarar cu¨¢ndo, c¨®mo y por qu¨¦ se retir¨® la Placa Laureada de Madrid existente en el Museo del Aire as¨ª como el texto existente bajo un cuadro de Mendiola en el que se detallaba que el aviador hab¨ªa sido merecedor de tan alto honor.
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