Objeto ginecol¨®gico no identificado
Desde que en 1950 el ginec¨®logo alem¨¢n Ernst Gr?fenberg lo describiera como "una zona er¨®gena muy definida" en la pared anterior de la vagina, la b¨²squeda del punto G femenino ha polarizado a la comunidad cient¨ªfica. Los detractores han llegado a afirmar que su geograf¨ªa es tan borrosa como la de un OVNI ginecol¨®gico. Los partidarios defienden su identidad como un Sangri-La del placer. Despu¨¦s de sesenta a?os, el rastreo de esta estructura biol¨®gica en el cuerpo femenino no ha arrojado resultados concluyentes para que haya consenso entre expertos. El brit¨¢nico Tim Spector, profesor de epidemiolog¨ªa gen¨¦tica, y la psic¨®loga Andrea Burri, ambos del King's College de Londres, enviaron un cuestionario sobre costumbres sexuales por correo y validaron las respuestas de 1.804 voluntarias. Una de las preguntas era: ?cree tener en la pared anterior de su vagina una peque?a superficie del tama?o de una moneda de 20 peniques sensible a la presi¨®n? El cuestionario fue dirigido a mujeres mellizas -con un 50% de los genes- y gemelas id¨¦nticas, cuyo genoma es igual en un ciento por ciento. Si el punto G es real, y si una gemela id¨¦ntica cree tenerlo, suceder¨¢ lo mismo con su hermana. Pero esto no fue lo que encontraron estos expertos. En l¨ªneas generales, "la mitad de las mujeres respondi¨® que pensaba que pose¨ªa este punto G, mientras que la otra mitad cre¨ªa que no", explica Spector, en conversaci¨®n telef¨®nica desde su casa en el Reino Unido. Ahora bien, al comparar las respuestas entre los dos grupos -las gemelas id¨¦nticas y las mellizas- el equipo de Spector no encontr¨® diferencias estad¨ªsticamente significativas. "Coincid¨ªan o estaban en desacuerdo sin que importara cu¨¢nto material gen¨¦tico compart¨ªan, lo que nos dice que, sea lo que sea (el punto G), no implica influencia gen¨¦tica. Fue muy sorprendente. Esper¨¢bamos encontrar algo".
Ser¨ªa responsable de un orgasmo muy intenso, distinto del clitoriano
"La sexualidad femenina no debe generalizarse, reducirse a un s¨ª o un no"
Anteriormente, en trabajos con gemelos id¨¦nticos, Spector hab¨ªa mostrado que el orgasmo femenino tiene componentes gen¨¦ticos en un 40%. El nuevo estudio, publicado recientemente en la revista Journal of Sexual Medicine (JSM), concluye que del punto G no hay ni rastro. "Si hubi¨¦ramos realizado este trabajo hace diez a?os, nadie nos habr¨ªa cre¨ªdo. Pero ahora sabemos que si medimos correctamente las variables, sabremos si tienen o no base gen¨¦tica", asegura este experto. "Las mujeres que afirmaban que s¨ª lo ten¨ªan experimentaban m¨¢s orgasmos con m¨¢s facilidad y disfrutaban de una mejor vida sexual. Dado que los medios de comunicaci¨®n est¨¢n pregonando que el punto G es mejor para su vida sexual, ellas podr¨ªan relacionar ambas cosas. Pero no hablamos de una entidad fisiol¨®gica. Las diferencias encontradas no se explican mediante la presencia de una zona del tama?o de una moneda, es algo m¨¢s gen¨¦rico. Podr¨ªa ser que existieran un centenar de puntos G y que cada mujer tuviera el suyo propio. Creo que es mucho m¨¢s ¨²til hablar sobre esto que centrar el debate a la antigua sobre una zona que nadie ha probado anat¨®mica o fisiol¨®gicamente".
El t¨¦rmino punto G, o punto de Gr?fenberg, fue adoptado por los doctores John Perry y Beverly Whipple en 1981 para describir esa zona er¨®gena de la vagina, situada a mitad del recorrido entre la parte posterior del hueso p¨²bico y el c¨¦rvix, a lo largo de la uretra femenina. En su libro La Ciencia del Orgasmo (editorial Paid¨®s, 2008) Whipple detalla la forma de estimularlo: la mujer tumbada sobre su espalda, introduce sus dedos presionando la superficie interna de la vagina con un movimiento de "ven aqu¨ª" hasta dar con la regi¨®n, situada en la posici¨®n de las 12 en punto con respecto al cuerpo. Su hallazgo ven¨ªa a a?adir una complejidad asombrosa a la sexualidad femenina. El punto G ser¨ªa el responsable de un tipo de orgasmo muy intenso, diferente del que surge al estimular el cl¨ªtoris (orgasmo clitoriano). A veces estos dos tipos de orgasmos se combinan. Sara Nasserzadeh, psicoterapista sexual y autora de la obra Orgasm Answer Guide (John Hopkins University Press, 2009), describe para El Pa¨ªs Semanal el caso de Addler, una paciente suya de 43 a?os. "Vino a verme ya que sufr¨ªa de anorgasmia [falta de orgasmos] pero progres¨® bastante bien al explorarse a s¨ª misma, y despu¨¦s de una sesi¨®n de masturbaci¨®n junto con la estimulaci¨®n de su zona G, lo describi¨® como "algo que se fortalec¨ªa...nunca he experimentado una sensaci¨®n as¨ª". Nasserzadeh admite que "los informes sobre la estimulaci¨®n del punto G mediante la penetraci¨®n son todav¨ªa controvertidos". Sin embargo, Beverly Whipple detalla en su obra las posturas m¨¢s convenientes durante el coito, como la del perrito, o con la mujer a horcajadas sobre el var¨®n. Por lo visto, permiten que el pene estimule con eficacia esta zona vaginal de la pared anterior. As¨ª las cosas, no es de extra?ar que el trabajo de Spector y Burri publicado en JSM haya ca¨ªdo como una bomba. En la misma revista se vierte la pol¨¦mica, con titulares como ?Qui¨¦n teme al punto G?, donde los expertos se tiran literalmente los trastos a la cabeza.
La primera cr¨ªtica al estudio de Spector proviene de la propia Whipple, profesora em¨¦rita de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey en Estados Unidos. "Tienes que preguntarte el m¨¦todo que usaron para llegar a esta conclusi¨®n", explica mediante correo electr¨®nico. "Ellos han eliminado a las mujeres que usan la estimulaci¨®n con los dedos, que resulta la forma m¨¢s f¨¢cil de excitar esta zona. Y tampoco preguntaron acerca de las posturas de coito que usaron las mujeres, es decir, ella a horcajadas o por detr¨¢s, ya que estas posturas permiten al pene estimular la zona del punto G". Para Whipple, "no es lo mismo preguntar si se experimenta un orgasmo durante el coito o examinar la respuesta a la estimulaci¨®n del punto G".
Pero sin duda, la andanada m¨¢s potente proviene del cient¨ªfico italiano Emmanuele A. Jannini, del Departamento de Medicina Experimental de la Universidad de L'Aquila, en la regi¨®n del Abruzzo, en los Montes Apeninos. "?C¨®mo puede un cient¨ªfico serio asegurar en una revista cient¨ªfica, al igual que en los medios, que una parte anat¨®mica no existe bas¨¢ndose en un CUESTIONARIO VOLUNTARIO ENVIADO POR CORREO?", reza su contundente correo electr¨®nico a consultas de El Pa¨ªs Semanal (resaltando en may¨²sculas la ¨²ltima parte de la frase). Los dardos hacia sus colegas brit¨¢nicos son variopintos. "?Formaron su opini¨®n a partir de im¨¢genes m¨¦dicas, a preguntas sobre el sexo cara a cara con los pacientes con un profesional certificado, a cuestionarios validados, a exploraciones ginecol¨®gicas, autopsias, o al uso de marcadores bioqu¨ªmicos o moleculares para estudiar muestras de tejido? Nada de eso. Se limitaron a enviar un cuestionario por correo".
Jannini fue quien public¨® en 2008 un estudio en JSM en el que suger¨ªa que era posible encontrar el punto G en las mujeres mediante una simple ecograf¨ªa. Su equipo escane¨® dos grupos de mujeres, nueve que afirmaban experimentar orgasmos vaginales y once que no. En el primero, las ecograf¨ªas mostraron que el espacio donde presumiblemente se ubica el punto G est¨¢ m¨¢s engrosado, lo que explicaba los orgasmos. El estudio tuvo sus cr¨ªticas, pues hay una corriente de investigadores que creen que ese espacio, rico en fibras, vasos sangu¨ªneos, m¨²sculo y nervios, es en realidad una parte interna del mismo cl¨ªtoris. El propio Spector indic¨® a la revista New Scientist que otras explicaciones "eran posibles, como el tama?o real del cl¨ªtoris, que aunque no era objeto del estudio, s¨ª es altamente variable". El contraataque de Jannini al nuevo estudio de su colega brit¨¢nico no s¨®lo se refiere a la metodolog¨ªa. Va m¨¢s all¨¢. "De forma sorprendente, los resultados de esa encuesta se han inclinado dram¨¢ticamente en favor del punto G, ya que un 56% de las mujeres lo admiten. Creo que la gente del King's College no se f¨ªa de sus propios resultados. La explicaci¨®n a su comportamiento es su ideolog¨ªa, que hace que se cieguen ante sus propios resultados".
Andrea Burri, psic¨®loga del King's College y coautora del trabajo, indic¨® en una nota de la respetada instituci¨®n brit¨¢nica que los resultados del estudio "tendr¨¢n importantes implicaciones no s¨®lo para la educaci¨®n sexual futura y los tratamientos psicosexuales", sobre todo en referencia a las mujeres "que no sean capaces de alcanzar el cl¨ªmax a trav¨¦s de la penetraci¨®n vaginal", y que sientan que no est¨¢n a la altura. "Hablamos de variaci¨®n sexual. Algunas mujeres pueden alcanzar el orgasmo con la penetraci¨®n, mientras que otras no. Es bastante irresponsable clamar por la existencia de una estructura cuya existencia nunca se ha probado, y presionar por ello a las mujeres y tambi¨¦n a los hombres". Y Jannini responde de esta forma a Burri: "Andrea Burri es una guapa psic¨®loga que declar¨® que realiz¨® esta investigaci¨®n para liberar a las mujeres de la esclavitud que implica buscar el punto G. Podr¨ªa estar de acuerdo con este noble intento, ya que soy hijo de una feminista radical que es adem¨¢s una periodista italiana. Pero me temo que no hablamos de ciencia, sino de prejuicios".
Con respecto a las posturas de los grupos feministas ante el punto G, Jannini es expl¨ªcito. "Es una vieja historia. Una parte importante y ya cl¨¢sica del archipi¨¦lago feminista bas¨® su acci¨®n pol¨ªtica en la guerra contra la penetraci¨®n vaginal. Recuerdo muy bien el uso frecuente del adjetivo fascista conjuntamente con penetraci¨®n. La idea era (y frecuentemente sigue siendo) que, ya que el cl¨ªtoris est¨¢ en el exterior, la penetraci¨®n vaginal no es ¨²til para el placer femenino, e incluso resulta peligrosa, ya que coloca a la mujer en un comportamiento de sumisi¨®n". Para este doctor, el descubrimiento del punto G y su relaci¨®n con el orgasmo vaginal result¨® un golpe muy duro para el feminismo radical. Ambas cosas est¨¢n conectadas por un puente s¨®lido. "El orgasmo clitoriano es algo que est¨¢ virtualmente garantizado en todas las mujeres saludables si saben c¨®mo estimularlo. Pero el vaginal no es tan frecuente. Y en muchos casos, la culpa es de dos cuerpos, o mejor dicho, dos almas, que no interaccionan bien. Pero en otros casos, la ausencia de este orgasmo se debe precisamente a la ausencia del punto G, un instrumento anat¨®mico". ?C¨®mo explicar, se pregunta este experto, el hecho de que una mujer sana, muy contenta con su sexualidad, que tiene m¨²ltiples compa?eros de distintas razas, que se masturba regularmente y experimenta estupendos orgasmos clitorianos, nunca haya experimentado un est¨²pido y peque?o orgasmo vaginal? En su opini¨®n, este tipo de mujeres, que carecen de un punto G activo, tienen una vida sexual plena, y no son tan raras en la sociedad actual.
El ¨²ltimo contraataque al estudio de Spector procede de Francia, precisamente de una nueva reuni¨®n de expertos en ginecolog¨ªa celebrada en Par¨ªs. En lo que parece una declaraci¨®n solemne, por lo visto el 60% de las mujeres s¨ª que tienen un punto G. Los cient¨ªficos del King's College, al parecer, no han mostrado el "respeto debido" a lo que expresan las propias mujeres que est¨¢n convencidas de su punto de la discordia. As¨ª lo expresaba el cirujano franc¨¦s Pierre Foldes al diario brit¨¢nico The Independent: "Las conclusiones del estudio son completamente err¨®neas debido a que estaban basadas s¨®lo en observaciones gen¨¦ricas". Foldes, quien ha desarrollado una t¨¦cnica quir¨²rgica para la reconstrucci¨®n de los cl¨ªtoris de las mujeres que sufren mutilaci¨®n genital en sus pa¨ªses de origen, cree que "la sexualidad femenina no puede generalizarse, reducirse a un s¨ª o a un no, hay una variabilidad". Y la ginec¨®loga Odile Buisson, del Centre d'?chographie en Saint Germain (Laye, Francia), va un poco m¨¢s all¨¢. Su disparo lo recoge el citado medio. "Creo que el car¨¢cter protestante, liberal y anglosaj¨®n significa que uno es demasiado pragm¨¢tico, y que tiene que haber una causa para cada cosa, un gen para todo. Y esto es algo totalitario".
Buisson es una cient¨ªfica de renombre, y publica a menudo en Journal of Sexual Medicine. Al igual que Sheryl A. Kingsberg, profesora del departamento de biolog¨ªa reproductiva de la Universidad Case Western (EE UU). S¨®lo que Kingsberg cree lo contrario. Dice que la controversia que rodea al punto G reside precisamente en que esta estructura ha eludido los esfuerzos de los cient¨ªficos por encontrarla a lo largo de m¨¢s de medio siglo. "La mayor¨ªa de la gente cree que existe el punto G", responde para El Pa¨ªs Semanal. La culpa de ello, asegura, es el famoso best seller de 1982 publicado por Alice Ladas, John Perry y su colega Beverly Whipple. Y eso, en resumidas cuentas, ha convertido al punto G en algo que define literalmente como un "clich¨¦ cultural", una perogrullada. En su opini¨®n, los grupos feministas no tendr¨ªan por qu¨¦ sentirse ofendidos si el punto G realmente existiera. "Cuantas m¨¢s zonas er¨®genas, mejor. La penetraci¨®n no es algo antifeminista. Muchas mujeres, heterosexuales, lesbianas y bisexuales, disfrutan de la penetraci¨®n mientras que otras mujeres, heterosexuales, lesbianas y bisexuales, no se estimulan en particular con la penetraci¨®n y estimulaci¨®n vaginal. Las mujeres son muy variadas".
Para Kingsberg, el aura que rodea al punto G como una fuente intensa de placer s¨®lo es un placebo. Las mujeres que disfrutan de sus orgasmos lo asocian a ese punto, consciente o inconscientemente. El placebo es una sustancia inocua, sin ning¨²n efecto farmacol¨®gico, pero en los voluntarios que participan en estudios cl¨ªnicos produce efectos beneficiosos constatables precisamente por la creencia en su poder curativo. En un estudio llevado a cabo por el m¨¦dico D. C. Goldberg en 1983, en el que examin¨® a 11 mujeres, inform¨® que cuatro de ellas se sent¨ªan estimuladas cuando el m¨¦dico palpaba su vagina con sus dedos realizando movimientos circulares en el sentido de las agujas del reloj. ?Dio con el punto G, o toc¨® otras zonas circundantes? Como escribe Kinsberg en JSM, la localizaci¨®n del punto G deber¨ªa situarse en el cerebro, no en la vagina. "Creo que el t¨¦rmino punto G es inadecuado, y deber¨ªa rebautizarse como el punto P, de placebo".
Exista o no, la pol¨¦mica del punto G deja algo en lo que casi todos los expertos consultados coinciden. "Las investigaciones de la sexualidad femenina carecen de fondos suficientes y por ello no hemos avanzado mucho en cincuenta o sesenta a?os", asegura Spector. "Es algo que no se ha tomado en serio. Basta echar un vistazo al n¨²mero de publicaciones en PubMed (siglas en ingl¨¦s del Servicio Nacional de Literatura M¨¦dica de EE UU que recoge millones de citaciones m¨¦dicas) y se ver¨¢ que es muy peque?o, apenas un 10% con respecto a la sexualidad masculina. Hemos recibido comentarios de que no deber¨ªamos gastar el dinero de los contribuyentes en este tipo de investigaciones. Mucha gente cree que los problemas sexuales de las mujeres no merecen ser estudiados". Para Emmanuele A. Jannini, esta falta de inter¨¦s y el hecho de que el punto G no se haya estudiado suficiente obedece a las mismas razones por las que "descubrimos el tama?o y forma real del cl¨ªtoris humano en una ¨¦poca tan reciente como 1998. Fue en ese a?o cuando un ginec¨®logo australiano casi an¨®nimo, el doctor O?Connell, us¨® las t¨¦cnicas m¨¢s sencillas y banales empleadas por los anatomistas durante siglos para estudiar la macroanatom¨ªa de un ¨®rgano que nunca se hab¨ªa estudiado antes". Jannini se escandaliza ante la falta de inter¨¦s mostrada por los ginec¨®logos y sobre todo por el hecho de que ni siquiera se hayan empleado ecograf¨ªas para estudiar el tema. "No se trata de que el punto G haya eludido los esfuerzos de b¨²squeda de muchos cient¨ªficos. Lo cierto es que no ha habido tantos cient¨ªficos interesados en su estudio".
La otra conclusi¨®n es el marketing que baila alrededor del punto G, espolvoreado regularmente en las p¨¢ginas en las revistas femeninas. Gran parte de su p¨²blico "lo da por hecho", dice Spector. "En Estados Unidos hay muchos cirujanos pl¨¢sticos que realizan operaciones para tratar de mejorar el punto G mediante silicona, y eso puede ser peligroso". Sara Nasserzadeh lo advierte: "Hay gente que se est¨¢ aprovechando econ¨®micamente de esto. Prometen a las mujeres que mediante determinados procedimientos, como inyecciones de col¨¢geno o de botox, pueden intensificar la estimulaci¨®n sexual de esta zona, por lo que obtendr¨¢n m¨¢s placer".
Concha Velasco
Actriz
He sabido d¨®nde lo ten¨ªa desde los siete a?os (yo es que he sido muy adelantada), cuando vi a Tarz¨¢n saltar por las lianas. Viv¨ªa en Marruecos -seguramente el clima, el cielo y el Zoco Chico tuvieron algo que ver-
Por Javier Heras
Vinila von Bismark
Cantante y bailarina de 'burlesque'
"Me sorprende la diversidad de opiniones cient¨ªficas. ?El punto G no es un mito! S¨®lo deben darse muchos factores para despertarlo. Como siempre, sobre asuntos que s¨®lo afectan a la mujer, hay deficiencias de investigaci¨®n"
Escritora
"Existe. Al menos en mi experiencia. Pero estas cosas son peligrosas porque cualquier mujer que me lea y diga 'Uy, yo no he conocido eso' va a sentir como si le faltara algo, cuando la verdad es que hay tantas mujeres como formas de vivir el sexo. Creo que el orgasmo reside en la cabeza, no en un punto concreto de la anatom¨ªa"
Pol¨ªtica
"El debate sugiere que la sexualidad en las mujeres ha sido un tab¨². La necesidad de demostrar su existencia enmarca un resabio machista que quiere justificar el disfrute sexual de las mujeres catalogando su origen y ubicaci¨®n"
Sophie Evans
Actriz de cine X
"He probado con un juguete curvo especial, pero a¨²n no lo he encontrado. Siempre he disfrutado del sexo sin ¨¦l, pero dicen que es una pasada... No hay que obsesionarse. La sensibilidad de cada cuerpo es diferente"
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