El gobierno de la zona euro
Para Europa, la crisis no ha terminado. Me refiero a la crisis en s¨ª misma, por supuesto, con su 10% de paro tanto en Europa como en EE UU, aunque aqu¨ª la recuperaci¨®n es m¨¢s lenta. Y tambi¨¦n a la crisis de la UE: porque la cumbre de Bruselas no ha dado signos lo bastante claros; porque Grecia, que en principio hab¨ªa aceptado ponerse bajo tutela, ahora parece recular; y porque los especuladores, vali¨¦ndose de nuestra debilidad, no dudar¨¢n en seguir poniendo a prueba tanto al euro como la resistencia de la zona del mismo nombre.
Es in¨²til insistir sobre las responsabilidades griegas: son grandes. Desde las primeras mentiras para entrar en el euro, hasta las promesas hechas para ganar las elecciones ignorando la degradaci¨®n de las cuentas. Papandreu gan¨® porque prometi¨® una reactivaci¨®n, como, por otra parte, todos los dem¨¢s Gobiernos; ahora se ve obligado a desdecirse. Un poco como tuvo que hacer Fran?ois Mitterrand en 1982 y 1983 ante la urgencia de la instauraci¨®n de una pol¨ªtica de rigor que contradec¨ªa sus compromisos electorales.
La crisis griega tiene como primer resultado el regreso de la idea de fijar un rumbo econ¨®mico para la UE
En cuanto a la cumbre de Bruselas en s¨ª misma, est¨¢ siendo objeto de dos interpretaciones. Una, la optimista, hace hincapi¨¦ en la aceptaci¨®n por parte de Alemania de la idea de un "gobierno econ¨®mico"; la otra considera que, a partir del momento en que la UE no ha articulado ninguna ayuda financiera en favor de Grecia, los mercados salen vencedores y decidir¨¢n por la Uni¨®n, ya que ¨¦sta no ha sabido llegar a un acuerdo a tiempo.
Hay que decir que la lectura de la declaraci¨®n final es ambivalente. Por una parte, afirma la responsabilidad com¨²n, pero, por otra, apela inmediatamente a los deberes de los Estados; promete una "acci¨®n determinada y coordinada", pero no acuerda, a d¨ªa de hoy, nada concreto. A decir verdad, nos encontramos ante el meollo de la contradicci¨®n de los or¨ªgenes, pues el euro es, como todos sabemos, "una moneda sin Estado". La zona euro es la moneda m¨¢s el Pacto de Estabilidad; y la confianza en la moneda depende de que sus miembros respeten o no el pacto. Ahora bien, con la crisis, ¨¦ste ha sido barrido y ha de ser redefinido. Y, sobre todo, la cl¨¢usula pol¨ªtica que se acept¨® con ocasi¨®n de su puesta en marcha -la instauraci¨®n de una especie de gobierno econ¨®mico- nunca fue aplicada.
Aqu¨ª topamos con otra dificultad de la Uni¨®n, que es el comportamiento de Alemania. En efecto, Alemania, que ayer era, junto a Francia, el motor de la construcci¨®n europea, hoy concede cada vez m¨¢s importancia a sus intereses nacionales. Es cierto no obstante que, cuando se habla de Alemania, hay que tener en cuenta dos elementos: su gobernanza y su historia. A menudo olvidamos que es una rep¨²blica parlamentaria con un Gobierno de coalici¨®n al frente de un Estado federal, y que esto representa tres frenos para la acci¨®n que todo canciller debe tener en cuenta. El segundo freno es su propia historia, es decir, su obsesi¨®n por el regreso de la inflaci¨®n. Pero si de "gobierno econ¨®mico" se trata, ser¨¢ de eso de lo que haya que hablar: es decir, que los pa¨ªses ricos tendr¨¢n que ayudar a los que no lo son tanto y que cada cual tendr¨¢ que hacer renuncias en cuesti¨®n de soberan¨ªa para que la UE vuelva a ser una zona de convergencia econ¨®mica y social. Ah¨ª radica el desaf¨ªo de la batalla del gobierno econ¨®mico.
Sin embargo, soy de los que piensan que en Bruselas se han dado algunos peque?os pasos. Angela Merkel lo hab¨ªa dicho en Par¨ªs durante una cumbre francoalemana y volvi¨® a decirlo en Bruselas: "La UE debe cooperar m¨¢s, lo que significa que nosotros, los jefes de Estado y de Gobierno, somos el gobierno econ¨®mico de los Veintisiete". Una vez m¨¢s, caben dos interpretaciones: la de Nicolas Sarkozy, que afirma "que no ha o¨ªdo a un solo pa¨ªs cuestionar la necesidad de un gobierno econ¨®mico de Europa". Y otra que, haciendo referencia a los 27, y no a los 16 pa¨ªses de la zona euro, prefiere echar balones fuera, como se dice en el f¨²tbol: la menci¨®n de la zona euro habr¨ªa sido autom¨¢ticamente m¨¢s apremiante.
La crisis griega habr¨¢ tenido por tanto como primer resultado la reaparici¨®n de la idea de la necesidad de fijar un rumbo econ¨®mico para la UE y de reorientar en consecuencia las pol¨ªticas desarrolladas por cada uno de los Estados miembro. Esta perspectiva de una mejor coordinaci¨®n ayudar¨¢ a encarar el periodo que ahora se abre. La lecci¨®n de la fragilidad de Grecia, Espa?a y Portugal no es que haya que renunciar a los d¨¦ficits, ni que ¨¦stos sean peligrosos en s¨ª mismos, sino que los Gobiernos deben actuar con m¨¢s energ¨ªa para controlarlos; y, por tanto, programar su reducci¨®n progresiva a medida que vuelve el crecimiento y, al mismo tiempo, acometer las reformas que deber¨ªan permitirles alcanzar las condiciones para un mayor crecimiento.
Traducci¨®n: Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva
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