La belleza cabe en la talla 48
Modelos con curvas salen a las pasarelas y las portadas - ?El fin del imperio de la delgadez?
Ignorados durante largo tiempo por la industria de la moda, los cuerpos con sustancia se abren paso en desfiles, revistas y publicidades. Pertenecen a mujeres guapas y saludables que transmiten a clientes y lectores una reconfortante sensaci¨®n de realidad con sus curvas de talla 44, 46 y hasta 48. Y, aunque se trata de iniciativas aisladas, son ampliamente publicitadas ya que sirven para que el sector se lave la cara en su sospechosa promoci¨®n de un canon de belleza de imposible delgadez. El n¨²mero de enero de la revista estadounidense de culto V Magazine estaba dedicado a las tallas. Rubicundas mujeres aparec¨ªan fotografiadas con provocativos ba?adores y ajustados vaqueros o, incluso, en toda su lozana desnudez.
"La idea surgi¨® en Barcelona hace m¨¢s de un a?o", explica el editor de la revista, Stephen Gan, por tel¨¦fono desde su redacci¨®n de Nueva York. "Me contaron que Cibeles exig¨ªa un ¨ªndice de masa corporal m¨ªnimo para desfilar. Me pareci¨® sorprendente: en el mundo de la moda todo el mundo lucha por estar m¨¢s y m¨¢s delgado. Luego, en septiembre, conoc¨ª a Crystal Renn. Me habl¨® de c¨®mo estuvo a punto de morir en su esfuerzo por estar delgada y tener ¨¦xito como modelo. Me impresion¨® esta chica cuyo sue?o era ser aceptada por la industria. Es rid¨ªculo cu¨¢n obsesionados estamos con el peso. Puse a mi equipo a trabajar para sacar el n¨²mero despu¨¦s de Navidad. En esa fecha, la mayor¨ªa de la poblaci¨®n se hace el prop¨®sito de mejorar su cuerpo. Era el momento de mandar nuestro mensaje: la belleza no es cuesti¨®n de medidas".
Aunque en la revista aparec¨ªan tambi¨¦n chicas afiladas como agujas, la inspiraci¨®n y la estrella era Crystal Renn. Se trata de la l¨ªder espiritual y carnal de una oleada de modelos que exhiben como carta de presentaci¨®n un c¨®digo num¨¦rico distinto de aquel m¨ªtico 90-60-90. Hoy, el d¨ªgito de moda es el 12. El equivalente, en la industria americana, a la talla 44 espa?ola. La improbable top model de 23 a?os ha aparecido en varias ediciones de Vogue (incluyendo las m¨¢s prestigiosas: la estadounidense, la italiana y la francesa), en publicidades de firmas como Dolce&Gabbana y hasta en el desfile de alta costura de Jean Paul Gaultier en 2005. El pasado oto?o public¨® una biograf¨ªa -Hungry, hambrienta- en la que cuenta c¨®mo una animadora quincea?era de carrillos llenos de Mississippi se convirti¨® en un fantasmal esqueleto, al perder el 42% de su masa corporal. "Es delirante que lo 'normal' se haya convertido en el nuevo sobrepeso", escribe. "Las mujeres superdelgadas pueden ser tan infelices como la m¨¢s gorda de las gordas. Sabemos lo horrible que es obsesionarse por cada calor¨ªa. Hemos optado por no enloquecer".
La fotograf¨ªa en que Lizzie Miller exhib¨ªa un michel¨ªn desat¨® reacciones
Su lucha con la anorexia y su rebeld¨ªa ante la imposici¨®n de elegir entre comer o trabajar en la primera divisi¨®n de la moda la han convertido en una solicitada oradora. En los ¨²ltimos meses ha aparecido en toda clase de programas de televisi¨®n de su pa¨ªs y hasta da charlas a las Girl Scouts. "Su carrera est¨¢ en un ascenso incre¨ªble", asegura Gary Dakin, director de la divisi¨®n de modelos de tallas grandes de la agencia Ford, a la que pertenece. "En los pr¨®ximos meses aparecer¨¢ en editoriales de moda alucinantes. En un par de a?os, con suerte, en campa?as de cosm¨¦ticos. Lo suyo no es una mera an¨¦cdota. La industria la ha aceptado y ella ha cambiado la mentalidad de muchos. Adem¨¢s, ha abierto el camino para otras. Ahora tengo que rechazar muchas propuestas para las chicas que represento. Por ejemplo, me niego a que anuncien productos para adelgazar. No est¨¢n a dieta ni quieren estarlo. Son chicas que se cuidan, hacen ejercicio y comen saludablemente. Cuerpos arm¨®nicos, sanos y bellos que utilizan una talla 44 o una 48".
Estas cifras estaban hasta ahora circunscritas al llamado mercado de tallas especiales, que produce ropa a partir de la 46. "No existe una talla m¨¢s o menos normal o m¨¢s o menos real", matiza la soci¨®loga Carmen Ba?uelos. "Cada persona tiene la suya, que puede estar o no en boga. Ahora se busca la normalidad haciendo visibles a mujeres que antes no ten¨ªan cabida en la moda. Tiene que haber im¨¢genes medi¨¢ticas transgresoras que rompan los moldes impuestos".
El vanguardista dise?ador Mark Fast sab¨ªa que conseguir¨ªa un impacto cuando, el pasado septiembre, eligi¨® a tres chicas con tallas 44 y 46 para exhibir sus ajustad¨ªsimos vestidos para esta primavera en la semana de la moda de Londres. Algo m¨¢s ingenua parece la publicaci¨®n en el n¨²mero de septiembre de la revista Glamour de una fotograf¨ªa de la modelo Lizzie Miller, semidesnuda, sonriendo mientras exhib¨ªa relajadamente el pliegue de su abdomen al sentarse. La imagen apenas ocupaba media p¨¢gina de la edici¨®n estadounidense de la revista, pero desat¨® una marejada de reacciones.
Crystal Renn es la l¨ªder de una oleada de modelos antes invisibles
"Esa foto ha recibido m¨¢s atenci¨®n que casi cualquier otra de la historia de la moda", exagera Jon Ilani, director de W Curve, la divisi¨®n de la agencia Wilhelmina que representa a Miller. "Lizzie recibi¨® miles de cartas de todo el mundo agradeci¨¦ndole su valent¨ªa. Lo que la convierte en algo especial es que est¨¦ tan c¨®moda con su cuerpo. Las mujeres la han colgado como un recordatorio de que es normal tener imperfecciones. Lizzie lleva una vida muy saludable. Su cuerpo es el que es y no se obsesiona para encajar en una talla 0 o 2".
Tambi¨¦n en la compa?¨ªa de Ilani han notado un auge en la demanda de sus modelos m¨¢s all¨¢ de los clientes habituales del mercado de tallas grandes. "Estamos trabajando con clientes editoriales de prestigio. Por ejemplo, la directora de Glamour USA quiere que su cabecera tenga un efecto positivo en la sociedad y est¨¢ utilizando a nuestras modelos para toda clase de reportajes de moda y belleza. Realmente, ella ha asfaltado el camino para todo este movimiento. Lo que saldr¨¢ en los pr¨®ximos meses es muy excitante".
El hecho de que la talla 0 -imposible equivalente estadounidense a una 32- sea el ideal de belleza en una sociedad que, por otra parte, est¨¢ cada vez m¨¢s gorda, es una paradoja dif¨ªcil de obviar. Adem¨¢s de las medidas acometidas por la pasarela madrile?a, el Ministerio de Sanidad inici¨® en 2007 un proyecto para unificar las tallas de los fabricantes espa?oles. De aquel pol¨¦mico estudio surgieron los discutidos di¨¢bolos, campanas y cilindros para etiquetar a la morfolog¨ªa femenina, pero tambi¨¦n un dato pasmoso: aunque el 86,1% de las espa?olas tiene una relaci¨®n entre estatura y peso saludable, m¨¢s del 40% tiene problemas para encontrar ropa de su talla. Durante la inminente Semana de la Moda de Londres, Sarah Brown -esposa del primer ministro- organizar¨¢ un debate con el t¨ªtulo de Size me up (que podr¨ªa traducirse como "Aum¨¦ntame la talla") para fomentar la contrataci¨®n de chicas m¨¢s voluptuosas.
El 40% de las mujeres no encuentra ropa de su talla
Bajo el cr¨ªptico y a menudo incomprensible c¨®digo del tallaje contempor¨¢neo se esconde una palmaria realidad: la sociedad ha perdido los par¨¢metros b¨¢sicos de peque?o y grande. De regular y de extraordinario. El dislate de referencias es innegable. Las modelos normales utilizan una talla 34 o inferior; las de tallas especiales, una por encima de la 44. ?Y la media de las mujeres estadounidenses? La 46.
"Hay chicas que no tienen que incurrir en des¨®rdenes alimenticios para mantener una talla 34", argumenta Gary Dakin. "Todos conocemos a mujeres naturalmente muy delgadas. Pero son anomal¨ªas gen¨¦ticas. Criaturas bellas, pero inimitables". ?Qui¨¦n es responsable de que una "anomal¨ªa gen¨¦tica" se convierta en un objeto de deseo? Los agentes culpan a los dise?adores de producir muestras demasiado peque?as de la ropa; ¨¦stos, se?alan a revistas y fot¨®grafos como art¨ªfices de una est¨¦tica angulosa, afilada a golpe de Photoshop. Alexandra Shulman, la directora de la edici¨®n brit¨¢nica de Vogue, dio en junio un paso al frente para tratar de romper este c¨ªrculo vicioso. Pidi¨® a las marcas que sus prototipos fueran m¨¢s generosos. Afirmaba que, de otra forma, se ve¨ªan obligados a utilizar modelos muy delgadas y luego retocarlas para que parecieran m¨¢s mullidas en su esfuerzo por promover una imagen m¨¢s saludable de la mujer.
"Todo el mundo es responsable de la imposici¨®n de un canon tan delgado", asegura Stephen Gan. "Fot¨®grafos, editores, dise?adores, estilistas. Yo lo soy. Cualquiera que trabaje en la moda lo es. Ahora nuestro ojo est¨¢ acostumbrado a chicas muy flacas. Pero en los ochenta y noventa eran mucho m¨¢s grandes. La moda es cuesti¨®n de silueta. Cuando vemos fotos de los ochenta nos parecen grotescas las proporciones que dibujan las enormes hombreras. Pero en ese momento parec¨ªa arm¨®nico y deseable. Tal vez lo mismo nos ocurrir¨¢ dentro de unos a?os con las modelos tan esquel¨¦ticas. Adem¨¢s, todo esto es terriblemente relativo. Lara Stone es la modelo del momento. Objetivamente es una chica flaca, pero cuando la ves en una pasarela con otras 30 modelos es claramente m¨¢s grande".
Hay una generaci¨®n que se est¨¢ matando por un 'cuerpo 10'
El caso de Stone, una holandesa de 26 a?os, se se?ala como otro indicador de que algo est¨¢ cambiando. En realidad, la relaci¨®n inversamente proporcional entre lo leve de este quiebro y lo magnificada que est¨¢ su repercusi¨®n evidencia la culpabilidad que arrastra la industria. Se hacen grandes aspavientos sobre que el suyo es el triunfo de la mujer con curvas y, en efecto, su cuerpo muestra ondulaciones inauditas en las ninfas adolescentes que pueblan las pasarelas. Pero se trata de cambio tan sutil que hay algo perverso en aplaudirlo como una gran revoluci¨®n. Y a¨²n ese m¨ªnimo avance ha tenido su coste. S¨ª, la modelo sustituye a Madonna en la publicidad de Louis Vuitton, pero ella misma acaba de revelar que la frustraci¨®n de escuchar la palabra gorda entre cuchicheos o de enfrentarse una y otra vez a ropa que no le cerraba le llev¨® al alcoholismo. "Hay una generaci¨®n que se est¨¢ matando por conseguir un cuerpo 10 porque cree que equivale a alcanzar el ¨¦xito social", explica Ba?uelos. "Y la conquista de esa irrealidad lleva a todo tipo de trastornos".
La apertura del canon de belleza imperante y la inclusi¨®n en ¨¦l de cuerpos no estrictamente filiformes no equivale, en todo caso, a una apolog¨ªa de la obesidad, sino de la diversidad. "Michelle Obama es un ejemplo perfecto de este nuevo modelo est¨¦tico", dice Monica de Bellis, de Marina Rinaldi. "No se trata de defender el hecho de engordar por engordar. Ella hace deporte, come saludablemente y est¨¢ contenta con su cuerpo y su vida. Se gusta". De Bellis observa un cambio en la actitud de sus clientas. Cada vez son m¨¢s y m¨¢s exigentes. "Las tallas son mucho m¨¢s peque?as que hace 10 a?os. Incluso, si la sociedad no fuera m¨¢s voluminosa, necesitar¨ªa una talla mayor. Por otra parte, es cierto que la moda debe ser aspiracional, pero hay que plantearse que ese sue?o no puede ser una ni?a de 14 a?os anor¨¦xica. Si el deseo se aleja de la realidad hasta convertirlo en un imposible se da?a al consumidor. Y las consumidoras de la talla 48 ya no se esconden".
De las publicitadas incursiones de modelos m¨¢s rotundas en el circuito de la moda internacional queda por ver cu¨¢nto hay de pose para limpiar conciencias. "Esta clase de acciones especiales tienen su valor, pero lo que estas chicas quieren es la integraci¨®n cotidiana", argumenta Gary Dakin. Por lo pronto, el movimiento ya tiene su propio reality show. Estos d¨ªas, tal vez lo m¨¢s cercano a la ratificaci¨®n definitiva de que algo existe. Presentado por Tyra Banks, The fiercely real teen model search, busca a modelos adolescentes "curvil¨ªneas".
En Espa?a, pasada la controversia inicial, la exigencia de que las modelos de la Cibeles Madrid Fashion Week cumplieran con un ¨ªndice de masa corporal m¨ªnimo se lleva con normalidad. Esther Garc¨ªa, responsable de casting de la pasarela desde hace 21 a?os, vuelve a esta labor tras un par¨¦ntesis de dos a?os con la edici¨®n que empieza este jueves. "Im¨¢genes como aquella publicidad de Dove gustan mucho. La gente se siente muy identificada", reflexiona. "Una parte de la sociedad demanda una mayor naturalidad y se revela contra la presi¨®n constante para adelgazar". S¨®lo el tiempo dir¨¢ si el cambio es real. Duradero ya es mucho pedir, porque lo ¨²nico seguro en la moda es que nada dura demasiado.
La misteriosa balada de Gemma Ward
Una buena evidencia de que hay que gestionar con cautela los ampulosos gestos de la moda para probar su defensa de un canon de belleza m¨¢s diverso est¨¢ en el misterioso caso de Gemma Ward. Esta australiana salt¨® a la fama siete a?os atr¨¢s, cuando se convirti¨® en una de las modelos m¨¢s cotizadas del planeta. Campa?as publicitarias para firmas como Prada, m¨¢s de 20 portadas de la revista 'Vogue' y 3 millones de d¨®lares de ingresos en 2007 (seg¨²n Forbes) prueban la relevancia que alcanz¨®.
Sin embargo, y aunque no se ha retirado oficialmente, desde finales de ese a?o no ha vuelto a trabajar. Nadie aclara si ella no quiere o si no la quieren. Lo cierto es que una de sus ¨²ltimas apariciones -en el desfile de Chanel de primavera 2008, ataviada con un escueto biquini vaquero- suscit¨® multitud de comentarios. Su cuerpo hab¨ªa cambiado. Se hab¨ªa redondeado. Donde antes hab¨ªa cl¨¢viculas y p¨®mulos, ahora hab¨ªa curvas. Era una diferencia tan sutil como innegable. Desde ese momento, las ¨²nicas im¨¢genes que se han visto de ella son fotos robadas en las que pasea por la calle o por la playa. Incluso tan poco favorecedoras instant¨¢neas muestran a una espl¨¦ndida veintea?era que, eso s¨ª, ha ganado al menos una docena de kilos.
Un dato relevante es que Ward ha sufrido una transici¨®n fundamental: crecer. Ten¨ªa 15 a?os cuando todo el mundo quer¨ªa trabajar con ella y 20 cuando desapareci¨® de la luz p¨²blica. En su adolescencia, sus gigantescos ojos y su escu¨¢lido cuerpo formaban una combinaci¨®n extra?a, vagamente extraterrestre. De hecho, se convirti¨® en la m¨¢s demandada de una generaci¨®n de modelos llamadas "alien¨ªgenas". El par¨¦ntesis laboral de Ward se explic¨® inicialmente por su intenci¨®n de labrarse una carrera como actriz, pero los proyectos cinematogr¨¢ficos de momento no han cuajado. Es perfectamente posible que Ward no quiera volver, que no tenga intenci¨®n alguna de la que el sistema acepte los cambios de su cuerpo a medida que madura. Pero en la entronizaci¨®n de su f¨ªsico adolescente como un ideal para mujeres adultas hay materia para la reflexi¨®n.
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