Medio mill¨®n de dramas
Es m¨¢s que evidente que cuando Lionel Robbins defini¨® la ciencia econ¨®mica como el estudio del comportamiento humano en su relaci¨®n entre fines, que pueden considerarse ilimitados, y medios escasos, susceptibles de usos alternativos, no estaba pensando en la crisis econ¨®mica de la Comunidad Valenciana. Ni tampoco, es igualmente obvio, en c¨®mo afronta la recesi¨®n el Consell presidido por Francisco Camps. Sin embargo, pocas ocasiones mejores habr¨¢ en que sea posible concretar con ejemplos tan pr¨®ximos, y tan contundentes, la definici¨®n del Bar¨®n Robbins en el Ensayo sobre la naturaleza y significado de la Ciencia Econ¨®mica.
Si hay algo indiscutible en la pol¨ªtica de Francisco Camps es la claridad de sus prioridades en el terreno econ¨®mico. Tras la apuesta de Zaplana por Terra M¨ªtica y los costosos contenedores culturales, s¨®lo concretados en Valencia ciudad, su agenda econ¨®mica pivota sobre los grandes eventos, concentrados tambi¨¦n en Valencia, sean deportivos, culturales o religiosos (cat¨®licos) en detrimento del apoyo transversal al tejido empresarial para reforzar su limitada competitividad y crear empleo. No matiza lo anterior el que con regularidad singular publicite un plan tras otro de apoyo a las debilitadas pymes (el ¨²ltimo, el Horizonte 2015 en I+D+i) porque hasta hoy ninguno tiene concretada su consignaci¨®n presupuestaria, que es lo que los har¨ªa reales. La justificaci¨®n de esta pol¨ªtica es que sus efectos multiplicadores sobre la producci¨®n y el empleo, adem¨¢s de sobre la imagen internacional, son elevados. Es posible. Pero hasta la fecha no se han hecho p¨²blicas evaluaciones rigurosas ex post sobre su importancia ni sobre su coste de oportunidad.
Los miles de millones gastados no han servido para moderar la gravedad de la crisis
Lo que s¨ª sabemos es que su actuaci¨®n econ¨®mica est¨¢ teniendo al menos dos efectos relevantes, ambos brutales en su dimensi¨®n social, dado el uso dado a medios escasos. La primera es la acumulaci¨®n de un ingente d¨¦ficit p¨²blico, situado en torno al 15% del PIB. Es un porcentaje superior al de cualquier otra comunidad aut¨®noma (o al de Grecia) y quintuplica el m¨¢ximo fijado por la UE en su marco de estabilidad. Todo un ejemplo de las regiones recalcitrantes aludidas por Financial Times. No es ajeno al mismo, el que la Generalitat est¨¦ pagando por su deuda a un a?o un diferencial de, al menos, el 23% sobre el Tesoro (1,12% frente a 0,863%). Supone, adem¨¢s, que uno tras otro sin excepci¨®n cada valenciano debemos 3.000 euros (sin incluir el d¨¦ficit de las empresas p¨²blicas). La cifra casi duplica los 1.583,73 euros de salario medio mensual (INE) de los valencianos y cuadriplica la pensi¨®n media percibida por nuestros jubilados (685.07 euros). Uno y otra, por desgracia, est¨¢n por debajo de la media espa?ola y a casi un 25% de los de la autonom¨ªa de cabeza.
Y la segunda, y m¨¢s brutal, consecuencia de este uso de medios escasos la muestra la EPA: esos miles de millones gastados que, seg¨²n nuestros gobernantes, nos situaban en un nuevo, y superior, estadio de bienestar y de reconocimiento internacional, no han servido de nada a la hora de moderar la gravedad de la crisis, ni para mejorar las sombr¨ªas expectativas a medio plazo que auguran los expertos para la Comunidad Valenciana. Lo recordaba hace poco aqu¨ª Josep Torrent, a?adiendo que convivimos ya con 576.000 dramas personales, los del n¨²mero de parados. El Consell, sin embargo, no anuncia cambio alguno en su pol¨ªtica a pesar de que uno de cada cinco valencianos que quiere trabajar no tiene empleo y a pesar de las amplias competencias auton¨®micas para luchar contra ello.
La decisi¨®n es clara: mantener los mismos fines y el mismo uso de los medios, gestionando la comunicaci¨®n al modo de la dirty politics descrita por Jamieson en el caso de Reagan a fines de los ochenta. Ayer fue el agua y el trasvase y estos d¨ªas los chiringuitos playeros, el parany o el contencioso sobre El Cabanyal. Todo vale para desviar la atenci¨®n colectiva del debate del que depende nuestro bienestar. Y aqu¨ª surge una ¨²ltima constataci¨®n indiscutible y, para algunos de nosotros, no menos brutal. La magistral gesti¨®n de la comunicaci¨®n por el Consell para que no se discuta lo que no le conviene es inseparable de la biso?ez demostrada por el PSPV desde hace ya demasiado. Su ¨²ltimo cap¨ªtulo es la insoportable vaciedad del De una vez por todas, cambio de Jorge Alarte. Es causa, junto a la cadena de desaciertos de las vicepresidentas del Gobierno, de que a un a?o de las elecciones no haya conseguido ara?ar nada de la insuperable diferencia que obtiene el PP en los sondeos de opini¨®n. As¨ª que, junto al m¨¢s de medio mill¨®n de dramas personales, y como cantaba Llach y ahora con menos dramatismo Quimi Portet, si hace falta conviviremos con la miseria. Pero ser¨¢ sin enga?os, dignamente. Porque lo que no vamos a hacer algunos es abaratar nuestro sue?o, convicci¨®n m¨¢s bien, de que otra Comunidad Valenciana es posible.
Jordi Palafox es catedr¨¢tico de Historia e Instituciones Econ¨®micas en la Universitat de Val¨¨ncia
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