El primer embajador de Espa?a
El monarca es muy activo en Latinoam¨¦rica y la expansi¨®n exterior de empresas
Dentro de la diplomacia hay dos campos en los que el Rey es particularmente activo: las relaciones con los pa¨ªses latinoamericanos y la promoci¨®n de las empresas espa?olas. Lo primero es de dominio p¨²blico, ya que don Juan Carlos asiste a las cumbres iberoamericanas -y a veces, m¨¢s all¨¢ de su voluntad, las protagoniza, como la de Santiago de Chile de 2007, donde pronunci¨® el famoso "?por qu¨¦ no te callas?"- y su hijo, don Felipe, es un fijo de las tomas de posesi¨®n de los presidentes latinoamericanos (con la excepci¨®n de la del hondure?o Porfirio Lobo, contaminada, a juicio del Gobierno, por el golpe contra Zelaya).
La promoci¨®n de empresas es un aspecto menos conocido, pero, frente al pudor de alg¨²n presidente espa?ol, reacio a aparecer como agente comercial, el Rey no ha tenido inconveniente en viajar acompa?ado por un s¨¦quito de empresarios, como hizo durante una gira por las monarqu¨ªas petroleras del Golfo en mayo de 2008, y utilizar sus contactos para abrir puertas a los productos espa?oles.
Que el Rey es un gran diplom¨¢tico se vio en la visita del pasado mi¨¦rcoles a Washington. No constituye una excepci¨®n que don Juan Carlos haya estado en la Casa Blanca, al contrario. Lo anormal es que haya transcurrido m¨¢s de un a?o desde que Obama se convirti¨® en presidente de Estados Unidos hasta su primer encuentro con el Rey de Espa?a, por m¨¢s que Exteriores insistiera esta semana en que don Juan Carlos ha sido el primer jefe de Estado europeo invitado a la Casa Blanca por su nuevo inquilino. Desde que, en 1962, los entonces Pr¨ªncipes fueran recibidos por John F. Kennedy en su viaje de novios, don Juan Carlos y do?a Sof¨ªa han cultivado la relaci¨®n con los sucesivos presidentes de EE UU y este v¨ªnculo ha servido para amortiguar otros desencuentros, como el que protagonizaron Bush y Zapatero tras la retirada de las tropas espa?olas de Irak en abril de 2004.
Celos Moncloa-Zarzuela
Por eso, Gobiernos de distinto signo han alentado el papel del Rey como "primer embajador de Espa?a", no sin que en ocasiones aflorasen los celos. Por ejemplo, Moncloa y Zarzuela mantuvieron una pugna sorda por ver qui¨¦n ser¨ªa recibido antes por Obama, Zapatero o el Monarca. Finalmente fue el presidente; pero el 12 de octubre, v¨ªspera de la primera visita de Zapatero a la Casa Blanca, el Rey en persona anunci¨® que ¨¦l ir¨ªa en diciembre. No pudo ser y hubo que esperar a febrero.
Este viaje del Rey -solo, sin la Reina- se ha definido como una "visita de trabajo". Teniendo en cuenta que don Juan Carlos carece de funciones ejecutivas, no se sabe bien lo que significa ese t¨¦rmino. Desde luego no es un encuentro privado y tampoco una visita de Estado. El objetivo, seg¨²n fuentes diplom¨¢ticas, es crear un "v¨ªnculo de confianza" con mandatarios de pa¨ªses que son importantes para Espa?a. Don Juan Carlos, por ejemplo, acudi¨® a cenar al Kremlin en junio de 2008, pocas semanas despu¨¦s de que Dimitri Medv¨¦dev relevara a Valdimir Putin. Aunque no siempre el Gobierno est¨¢ dispuesto a utilizar este recurso, como demostr¨® durante la huelga de hambre de la activista saharaui Aminetu Haidar.
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