Entre Sese?a y Barcelona
Esas fotos de desolaci¨®n urbana hab¨ªan salido ya en la prensa espa?ola hace bastante tiempo. Grandes bloques reci¨¦n construidos, anchas avenidas, profundas perspectivas e incluso esos sem¨¢foros apagados y los impecables signos del tr¨¢fico pintados en un asfalto que todav¨ªa los neum¨¢ticos no han hollado. Todo desierto, sin un alma a la vista, como en una tela de De Chirico. En aquel entonces esas im¨¢genes ilustraban los desastres inmobiliarios protagonizados por El Pocero, el mayor exponente del boom de la construcci¨®n y de la corrupci¨®n y el tr¨¢fico de influencias municipales y auton¨®micos. Ahora, esas mismas fotos, que casi hab¨ªamos olvidado, sirven para ilustrar las cr¨®nicas que publican los m¨¢s prestigiosos peri¨®dicos del mundo sobre el abismo que se abre ante nuestros pies, las debilidades de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno y las zurras parlamentarias entre Zapatero y Rajoy.
Son los emblemas del viaje al que nos obliga la crisis: venimos del 'boom' inmobiliario y debemos ir hacia la alta tecnolog¨ªa
Sese?a es el s¨ªmbolo y resumen de la burbuja inmobiliaria. De la ca¨ªda en picado del precio de los pisos que m¨¢s pronto que tarde terminar¨¢ produci¨¦ndose. De las monta?as de hipotecas impagadas. De los desahucios en cadena. De los activos t¨®xicos acumulados por los bancos. De la deuda privada espa?ola que desborda cualquier capacidad de refinanciaci¨®n. En Estados Unidos se concedieron hipotecas a quienes no ten¨ªan avales ni garant¨ªas, se empaquetaron luego y se vendieron envueltas y escondidas, diferidas y diluidas en fondos sofisticados de alto riesgo. En Espa?a se hizo al rev¨¦s, se construy¨® mucho m¨¢s all¨¢ de lo razonable y de lo que pod¨ªa absorber el mercado, a menos que fuera para la especulaci¨®n, gracias al dinero que flu¨ªa como una riada desde bancos y cajas. En uno y otro caso se trataba del esquema de Ponzi (Carlo Ponzi fue un estafador italiano que actu¨® en Boston en los a?os veinte y dio su nombre a este tipo de estafa), la pir¨¢mide celeb¨¦rrima de la que Berni Madoff fue supremo arquitecto.
Nuestro Bernie Madoff no fue tan s¨®lo El Pocero, muy en contra de lo que dicen las apariencias, sino quienes han favorecido y aprovechado la pol¨ªtica de dinero barato, es decir, el euro, para alicatar la costa entera de la Pen¨ªnsula y empezar luego a enladrillar la meseta. ?Y qui¨¦nes son estos madoffs, entonces? Me temo que las responsabilidades son tantas y tan dispersas que al final nadie es responsable. Zapatero es quien lleva el tim¨®n ahora, y a ¨¦l hay que pedirle cuentas por lo que est¨¢ pasando, no hay dudas. Y si no porque est¨¢ donde est¨¢, ha dicho lo que ha dicho y ha hecho lo que ha hecho (o no hecho). Pero todos, pol¨ªticos, banqueros, constructores, propietarios y periodistas, comparten o compartimos alguna responsabilidad en esta burbuja o pir¨¢mide nuestra.
Ha quedado claro que Espa?a no es Grecia. Ahora deber¨ªamos demostrar que tampoco es Sese?a y que queremos ser en cambio Barcelona, ciudad donde esta semana pasada se ha producido una de las mayores acumulaciones de talento empresarial y tecnol¨®gico del mundo. El Congreso de M¨®viles, que viene celebr¨¢ndose desde 2006, con m¨¢s de 1.300 expositores y 50.000 ejecutivos, entre los que conforta contabilizar m¨¢s de 50 compa?¨ªas espa?olas, es lo que nos permite pensar la perspectiva de una econom¨ªa que no est¨¦ basada exclusivamente en el ladrillo y el turismo. A la vista de lo que han presentado los expositores de aqu¨ª, hay que decir que no est¨¢ nada mal el progreso realizado por las empresas espa?olas. Muchas de ellas, por cierto, de la Espa?a interior, meseta adentro.
Cuidado: ni el conjunto de toda la costa y la meseta son El Pocero, ni Barcelona es equivalente a innovaci¨®n. Todo est¨¢ muy repartido. Tambi¨¦n hay poceros y sese?as en la capital catalana. Pero el congreso de telefon¨ªa debiera funcionar como emblema frente a Sese?a, im¨¢genes ambas del viaje al que nos obliga la crisis: venimos de Sese?a y queremos ir a Barcelona. Pero para hacerlo, primero habr¨¢ que salir de la vac¨ªa ciudad mesetaria: ?cu¨¢nto vale de verdad esta urbe desierta?, ?qu¨¦ se puede hacer con ella?, ?c¨®mo quedar¨¢n los bancos y cajas atrapados en el silencio abismal de sus calles? Luego habr¨¢ que extremar las medidas y los esfuerzos, para llegar a Barcelona, que quiere decir invertir en educaci¨®n, investigaci¨®n y desarrollo; favorecer la peque?a empresa; buscar capital riesgo para las tecnol¨®gicas, y contar con un mercado de trabajo ¨¢gil y eficaz para que las buenas ideas se conviertan r¨¢pidamente en puestos de trabajo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.