Oro negro en las Malvinas
Latinoam¨¦rica apoya a Argentina frente a las prospecciones brit¨¢nicas en aguas de las islas
Los 2.500 habitantes de las remotas Malvinas imaginan un futuro lleno de bienestar y libras esterlinas tras la primera cata de la compa?¨ªa Desire Petroleum en aguas del archipi¨¦lago reclamado por Argentina desde su ocupaci¨®n por Gran Breta?a en 1833. Acostumbrados a los vendavales del Atl¨¢ntico Sur, los isle?os, pescadores y ganaderos, padecen tambi¨¦n el torbellino de advertencias entre Londres y Buenos Aires al conocerse los ambiciosos planes brit¨¢nicos de prospecci¨®n sobre yacimientos submarinos que podr¨ªan almacenar 60.000 millones de barriles de crudo. De confirmarse tal hip¨®tesis, casi rivalizar¨ªa en importancia con las reservas de petr¨®leo estimadas en Arabia Saud¨ª.
"Argentina e Inglaterra parecen dos chicos pele¨¢ndose por un peine", coment¨® en su d¨ªa el escritor Jorge Luis Borges al observar las disputas que llevaron, en 1982, a la invasi¨®n del archipi¨¦lago por tropas argentinas y a su pronta recuperaci¨®n a ca?onazos por la Royal Navy, en una guerra que cost¨® la vida a 649 soldados argentinos y a 255 brit¨¢nicos.
Meses antes de iniciarse las prospecciones, Londres reforz¨® las islas con un submarino y cuatro cazas de combate
El peine mencionado por el autor de Historia universal de la infamia parece ser de oro y piedras preciosas a juzgar por las previsiones de la Desire Petroleum, que investiga el subsuelo de Malvinas. "La primera perforaci¨®n se est¨¢ haciendo sobre un pozo que podr¨ªa contener 400 millones de barriles", precis¨® un portavoz.
Argentina quiere bloquear las operaciones en curso porque, contrariamente a las escaramuzas exploratorias de a?os anteriores, poco rentables al cotizarse el barril a ocho d¨®lares, el sostenido encarecimiento del crudo cambi¨® los planteamientos brit¨¢nicos. Las compa?¨ªas llegan para quedarse en unas islas que algunos brit¨¢nicos no saben bien d¨®nde se sit¨²an. Los c¨¢lculos m¨¢s pesimistas anticipan que los bolsones de hidrocarburos localizados en aguas por las que navegaron el pirata Francis Drake y los galeones espa?oles del siglo XVI contienen cerca de 6.000 millones de barriles, seg¨²n las previsiones m¨¢s pesimistas.
Buenos Aires dificult¨® el paso de buques hacia las Malvinas y acudi¨® al derecho internacional exigiendo el bloqueo de las prospecciones, pero poco m¨¢s puede hacer salvo "embarrar la cancha", es decir, dificultar en lo posible el desarrollo de las perforaciones, seg¨²n la expresi¨®n del ex embajador argentino Lucio Garc¨ªa del Solar. El Reino Unido apuesta a que Argentina s¨®lo utilizar¨¢ su arsenal diplom¨¢tico en la nueva disputa, pero preventivamente, hace varios meses, envi¨® al archipi¨¦lago un submarino y cuatro modernos cazas de combate Typhoon porque no olvida el susto de 1982.
"Las islas Malvinas volver¨¢n a formar parte del territorio nacional aunque debamos padecer derramamiento de sangre", dijo en una ocasi¨®n el ex presidente Carlos Menem (1989-1999). Sin embargo, la inmensa mayor¨ªa de sus compatriotas no quiere una nueva guerra ni siquiera despu¨¦s de haberse conocido la instalaci¨®n, mar adentro, de la plataforma Ocean Guardian, contratada por Desire Petroleum para perforar ocho pozos en el archipi¨¦lago, habitado por 2.478 personas, adem¨¢s de los 1.700 soldados y personal civil adscrito a las fuerzas armadas y de los 84 residentes temporales, seg¨²n el censo de 2006. Las presiones argentinas no disuadir¨¢n a los brit¨¢nicos, asegura Dougie Youngson, analista de la agencia Arbuthnot. "Son todo alardes. Aunque las cosas se le pongan un poco m¨¢s dif¨ªciles (a Desire Petroleum) en t¨¦rminos de log¨ªstica, la situaci¨®n es manejable". Eludir el patrullaje argentino con rutas alternativas y alquilar cargueros de conveniencia para trasladar equipos y combustible hasta las plataformas son dos de las opciones manejadas.
El Gobierno argentino, mientras tanto, invoca las resoluciones de la Organizaci¨®n de Naciones Unidas (ONU) relativas a la descolonizaci¨®n y niega que la voluntad de los habitantes de las Malvinas sobre su pertenencia o no al Reino Unido vaya a solucionar el problema, puesto que los considera miembros de una poblaci¨®n trasplantada artificialmente a las islas por los conquistadores brit¨¢nicos. La precisi¨®n importa poco a los 2.500 isle?os, que se declaran descendientes de brit¨¢nicos en su mayor¨ªa, y cuyas autoridades estudian cobrar a las empresas concesionarias m¨¢s de 300.000 euros anuales por ¨¢rea de explotaci¨®n, entre el 21% y 26% en impuestos corporativos, y un 9% en regal¨ªas sobre el total de crudo bombeado.
No sorprende, pues, que el Reino Unido y los malvinenses hayan ignorado las reclamaciones argentinas sobre la vulneraci¨®n de la legalidad de la ONU ni la petici¨®n de una ronda de conversaciones sobre la soberan¨ªa del archipi¨¦lago. Pero la postura puede cambiar, seg¨²n aventura una fuente brit¨¢nica no oficial, porque "el enfoque de ignorar las protestas puede hacerse progresivamente dif¨ªcil si la cooperaci¨®n se demuestra necesaria para la extracci¨®n y explotaci¨®n del crudo".
Los petrod¨®lares codiciados por los moradores de las islas, en las que no existen el paro ni el d¨¦ficit p¨²blico, se impondr¨ªan como un ingreso m¨¢s cuantioso que el proporcionado por la venta de licencias de pesca.
Poco a poco, el desembarco petrolero cambiar¨¢ la fisonom¨ªa de las Malvinas y, previsiblemente, endurecer¨¢ el discurso de la presidenta argentina, Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, arropada por el Grupo de R¨ªo y el Mercosur, que acusa a Londres de haber violado las resoluciones de la ONU, contrarias a los proyectos de desarrollo unilaterales en territorios todav¨ªa en disputa; un apoyo complementado recientemente por una declaraci¨®n de respaldo a Argentina en su disputa con el Reino Unido por las Malvinas adoptada en M¨¦xico por 32 mandatarios latinoamericanos.
Paciencia, mucha paciencia: no queda otra.
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