Demasiado educados

Uno de los elementos que hacen reconocibles a los artistas que tienen significado dentro de una ¨¦poca y un contexto es su capacidad para modificar los usos y costumbres de sus audiencias. Vampire Weekend, acaso una de las bandas que m¨¢s ¨²tiles nos ser¨¢n en un futuro, cuando queramos explicar el tr¨¢nsito entre las dos primeras d¨¦cadas del siglo XXI, a¨²n no han logrado transmitir sus valores morales y est¨¦ticos a sus audiencias. Una pena, pues significar¨ªa eso que nadie oler¨ªa a sudado en los conciertos y todo el mundo bailar¨ªa en dos dimensiones, consciente de que, vale, esto no es la ¨®pera y el pisot¨®n y la comida de oreja accidental van con la entrada, pero tampoco hace falta actuar como si fu¨¦ramos un pueblo a¨²n pendiente de romanizar. M¨¢s si hemos venido a ver a la banda m¨¢s educada del pop actual.

Enfundados en sus uniformes de universitarios de buena familia en un d¨ªa en que se sienten rebeldes y dejan el cardigan de Ralph Lauren en casa -s¨®lo el bater¨ªa rompe la norma escrita de los neoyorquinos de no llevar camisetas y aparece con una de manga larga del Tottenhan de hace un par de temporadas-, Vampire Weekend saltan (literalmente) al escenario de esta extra?a sala del Poble Espanyol y atacan, del tir¨®n, White sky y Holiday, dos de los temas de su brillante segundo disco. La audiencia se debate entre la adoraci¨®n y el escrutinio al que deben verse siempre sometidas las bandas cool. Al final de la velada, lo primero habr¨¢ vencido por goleada y hasta el m¨¢s elusivo censor con gafas de pasta cometer¨¢ cr¨ªmenes contra el ideario de lo mol¨®n, saltando (A punk) o respondiendo los c¨¢nticos del cantante, Ezra Koening (Blake's got a new face), al m¨¢s puro estilo concierto de artista del pueblo.

Con un ideario heredado del Paul Simon de Graceland, pasado por el barniz arty de Peter Gabriel y gestado en la globalizaci¨®n indie blog, estos ex alumnos de la Universidad de Columbia han sido acusados de saquear la tradici¨®n musical contempor¨¢nea africana y aguarla hasta hacerla digerible para todos aquellos que tienen el est¨®mago para ver realidades distantes s¨®lo a trav¨¦s del turismo. Adscritos en la liga de los que se suponen inteligentes, un valor tan extra?o en el pop que es elevado a categor¨ªa, Vampire Weekend son los m¨¢s listos de la clase, pero tambi¨¦n los m¨¢s divertidos y, desde este rinc¨®n, hasta los m¨¢s guapos. Cousins es un arrebato de pop epil¨¦ptico, Oxford coma es un alegato anti esnob casi invencible, Giving up the gun posee todos los elementos que convierten a una canci¨®n en algo m¨¢s all¨¢ de lo musical y Taxi cab es algo tan peque?o y achuchable que dan ganas de subir al escenario y abrazar algo. Por ejemplo, las dos l¨¢mparas de ara?a que cuelgan del techo condenadas a la asimetr¨ªa debido a la peculiar arquitectura del espacio. O al cartel de la banda, que est¨¢ colocado como deben colgar los cuadros en las casas de los bizcos. M¨¢s all¨¢ de este interiorismo ef¨ªmero mal resuelto, a pesar de la falta de rodaje que se nota en algunos temas nuevos y de la insistencia de algunos asistentes en seguir narrando su vidas en los conciertos, los neoyorquinos terminan ofreciendo un concierto casi impecable. Pero no lo suficientemente revelador como para convertirlos en modelo o incluso en espejo. Van por el camino, pero a¨²n les falta algo para trascender los musical y adentrarse, a flequillazos, en lo social.