R¨¦quiem por Orlando
La muerte de Orlando Zapata pone en evidencia el completo agotamiento y la extrema fragilidad del r¨¦gimen cubano. Que despu¨¦s de m¨¢s de 50 a?os de control de todos los resortes de poder (pol¨ªtico, econ¨®mico y cultural), un r¨¦gimen tenga que reprimir tan brutalmente a un alba?il cuya ¨²nica forma de resistencia ha sido pac¨ªfica y de palabra s¨®lo significa una cosa: que el r¨¦gimen cubano tiene tanto miedo a sus ciudadanos como ellos al r¨¦gimen, o incluso m¨¢s.
Las intuiciones no suelen ser buenas consejeras, ya que a menudo son simples formas de confundir la realidad con nuestros deseos. Pero a la luz de lo ocurrido con otros reg¨ªmenes de corte totalitario (pi¨¦nsese en la Rumania de Ceausescu), un colapso repentino del r¨¦gimen cubano deber¨ªa ser mucho m¨¢s probable de lo que pudiera parecer a primera vista. Si como nos dice el Gobierno cubano, 65 personas (presos de conciencia, seg¨²n Amnist¨ªa Internacional) pueden subvertir s¨®lo con sus palabras un r¨¦gimen que presume de ser una revoluci¨®n popular, lo que en realidad nos est¨¢n diciendo los Castro es que son perfectamente conscientes de que los 50 a?os de revoluci¨®n apenas durar¨ªan 50 horas si el r¨¦gimen renunciara a la coacci¨®n f¨ªsica.
El r¨¦gimen cubano tiene tanto miedo a sus ciudadanos como ellos al r¨¦gimen, o incluso m¨¢s
A estas alturas es poco discutible que la revoluci¨®n cubana ha desembocado en una tiran¨ªa sostenida simplemente por la fuerza bruta. Pero para quienes todav¨ªa tengan sus dudas, el caso de Orlando Zapata nos ofrece un detallado estudio de caso de c¨®mo los totalitarismos doblegan la voluntad de las personas. Primero, tres meses de prisi¨®n por quejarse p¨²blicamente "de lo mala que estaba la cosa"; luego, tres a?os de condena por participar en un ayuno opositor; y, finalmente, una vez en prisi¨®n, condenas sucesivas de hasta 36 a?os y continuas palizas y malos tratos por negarse a ser tratado como un preso com¨²n. Es por eso que la lucha entre Orlando Zapata y el r¨¦gimen cubano ha sido a muerte: ambos sab¨ªan que cuando alguien se resiste de la manera que lo ha hecho Orlando (pac¨ªficamente y hasta el final), no hay r¨¦gimen que aguante.
Es cierto que 50 a?os de confrontaci¨®n con el r¨¦gimen cubano s¨®lo han contribuido a reforzar al r¨¦gimen. Pero al di¨¢logo sin condiciones con el r¨¦gimen, que es la otra opci¨®n (favorecida, entre otros, por Espa?a), tampoco parece haberle ido mucho mejor: si las cosas marchan bien, hay que dialogar mucho, pero si las cosas van mal (como ahora), mucha m¨¢s raz¨®n para dialogar m¨¢s intensamente todav¨ªa. Y lo mismo, pero al rev¨¦s, respecto al di¨¢logo con la oposici¨®n cubana: si las cosas van bien y hay se?ales de voluntad de cambio dentro del r¨¦gimen, no vamos a estropearlo hablando con la oposici¨®n; y si las cosas van mal, qu¨¦ vamos a ganar hablando con la oposici¨®n, ?poner a¨²n m¨¢s nervioso al r¨¦gimen y endurecer a¨²n m¨¢s la represi¨®n?
Como polit¨®logo, es dif¨ªcil aceptar que un proceder as¨ª constituya una "pol¨ªtica". M¨¢s bien, al contrario, si entendemos la pol¨ªtica como la aplicaci¨®n de medios para lograr fines (y el sucesivo ajuste de esos medios a la luz de los resultados obtenidos), este proceder representa la negaci¨®n de la pol¨ªtica: se sabe lo que se quiere (un cambio pac¨ªfico hacia una democracia), pero no c¨®mo lograrlo. Que Espa?a carezca de una pol¨ªtica hacia Cuba digna de ese nombre se debe a varias razones: en primer lugar, Espa?a est¨¢ tan enredada hist¨®rica y emocionalmente en Cuba que dif¨ªcilmente puede partir de cero y examinar los m¨¦ritos relativos de todas las opciones sin prejuicios; en segundo lugar, la falta de consenso interno en Espa?a sobre el tema (comp¨¢rese el caso Zapata con el caso Haidar) debilita de antemano la eficacia de cualquier pol¨ªtica hacia Cuba; y, en tercer lugar, incluso aunque Espa?a tuviera una pol¨ªtica hacia Cuba, su margen de influencia sobre los acontecimientos internos ser¨ªa peque?o mientras Brasil, Venezuela y muchos otros sigan creyendo, como Gaspar Llamazares, que se puede ser a la vez "amigo del r¨¦gimen y de los cubanos" pese a la evidencia de que r¨¦gimen y cubanos hace tiempo que han dejado de ser amigos entre ellos.
Todo ello explica que la (no) pol¨ªtica de Espa?a hacia Cuba consista simplemente en mantener abiertos los canales de di¨¢logo con el r¨¦gimen para poder detectar una eventual voluntad de cambio con antelaci¨®n, interceder ocasionalmente a favor de alg¨²n disidente (pero a cambio huir de los contactos a alto nivel con la oposici¨®n) y, por ¨²ltimo, ofrecer al r¨¦gimen cuantas oportunidades de apertura y desarrollo econ¨®mico sean posibles (incluido un acuerdo de cooperaci¨®n con la UE que no incluya condicionalidad pol¨ªtica). No es nada descabellado, pero no llamemos pol¨ªtica a lo que simplemente es la suma de algunas esperanzas d¨¦bilmente hiladas entre s¨ª. Ellos, como dice Ra¨²l Rivero, sin pan ni palabras; nosotros, instalados en la impotencia.
jitorreblanca@ecfr.eu
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.