Alierta y la neutralidad de Internet
Lo que nos tem¨ªamos con la neutralidad de la Red, puede estar incub¨¢ndose tras las declaraciones del se?or Alierta, presidente de Telef¨®nica: "Es evidente que los buscadores de Internet utilizan nuestras redes sin pagarnos nada, lo cual es una suerte para ellos y una desgracia para nosotros. Pero eso no puede seguir, las redes las ponemos nosotros (...), lo hacemos todo. Eso va a cambiar, estoy convencido", apostill¨® en una charla en Bilbao.
De nuevo nos encontramos con el debate que, alrededor de la neutralidad de la Red, sucedi¨® en la campa?a electoral norteamericana, donde John McCain, candidato republicano, consideraba a Internet como un producto, m¨¢s que como un servicio o infraestructura, que puede ser proporcionado por el sector privado con una m¨ªnima intervenci¨®n p¨²blica. En su experiencia como senador se ha posicionado ya entre los que no apoyan la neutralidad. La posici¨®n de Barack Obama fue diametralmente opuesta.
Lo que se debate es si la Red es una carretera p¨²blica o un veh¨ªculo privado
El Estado puede construir redes y servicios paralelos a los privados
Para Obama, el car¨¢cter abierto de Internet es esencial para entender su impacto e inter¨¦s econ¨®mico. Por ello, su estrategia pol¨ªtica se basar¨¢ en la protecci¨®n de este dise?o abierto, apostando por la neutralidad de la Red, de modo que todo tipo de contenidos y sitios reciban el mismo tratamiento.
Tim Wu, resumi¨® la confrontaci¨®n entre ambos candidatos mediante una met¨¢fora: para el candidato dem¨®crata la Red es una carretera (a la que todo el mundo tiene acceso), mientras que para el republicano ser¨ªa un autom¨®vil (del que s¨®lo disfrutamos si podemos permit¨ªrnoslo).
Hasta la fecha, el modo mayoritario de funcionamiento de los proveedores de telecomunicaciones ha sido el transporte com¨²n, seg¨²n el cual se puede acceder a cualquier aplicaci¨®n o contenido legal, y el proveedor de banda ancha no puede actuar de filtro, lo que puede considerarse como un enfoque neutral respecto de la Red. Pero se plantean otros enfoques, donde el proveedor decide c¨®mo y a qui¨¦n garantiza el acceso. El ejemplo de China es el m¨¢s paradigm¨¢tico de todos: un Estado decide qu¨¦ puede y qu¨¦ no puede circular por la Red. En el fondo, se trata de un debate sobre la libertad en Internet. La cuesti¨®n principal es qu¨¦ libertad debe prevalecer, si la de los usuarios al acceso libre a los contenidos o la de los proveedores, sean ¨¦stos p¨²blicos o privados, a imponer sus restricciones de acceso a los mismos.
El modelo de Internet como espacio infinito de mercados, contactos, acceso a informaci¨®n, etc¨¦tera, podr¨ªa tocar a su fin si todos los Estados actuaran como el chino o si todos los proveedores reflexionaran como lo ha hecho el se?or Alierta.
Y ya sabemos qui¨¦n se quedar¨ªa fuera. Tal y como escrib¨ª en estas mismas p¨¢ginas hace dos a?os, el papel de las administraciones, tanto nacionales como in-ternacionales, es nuevamente fundamental para garantizar que las prestaciones y condiciones de los servicios de acceso deben ser prestadas por las empresas bajo las condiciones de neutralidad m¨¢s estrictas posibles.
Debe igualmente resolverse el tema de la armonizaci¨®n de la propiedad de la infraestructura privada (redes f¨ªsicas), con el estatus de Internet como bien p¨²blico global. En este sentido, los gobiernos tienen la posibilidad de establecer los marcos normativos del establecimiento y explotaci¨®n en cada territorio, y en sus relaciones internacionales, de las citadas infraestructuras privadas. En cualquier escenario donde se produzcan estos d¨¦ficits, y a falta de regulaci¨®n global, y de iniciativas del sector privado, no debi¨¦ramos olvidar que las administraciones tienen la posibilidad de establecer y construir redes y servicios que se desarrollen en paralelo con las infraestructuras privadas, en aquellos escenarios que consideren estrat¨¦gicos para el bienestar y desarrollo de sus ciudadanos. Por lo tanto, parece l¨®gica una profunda reflexi¨®n sobre la creaci¨®n de redes p¨²blicas, soporte y garant¨ªa de continuidad de las funciones propias de la Administraci¨®n y, sobre ellas, articular otros proyectos que garanticen a sus ciudadanos el derecho de acceso a las redes. Las redes que el se?or Alierta dice que son de su compa?¨ªa podr¨ªan no haberlo sido si, en el proceso de privatizaci¨®n de la Compa?¨ªa Telef¨®nica Nacional de Espa?a, el Estado se hubiera quedado con la titularidad de las infraestructuras que, dicho sea de paso, fueron pagadas por todos los espa?oles cuando la citada compa?¨ªa perteneci¨® al Estado. Es deseable que nuestro Gobierno y las fuerzas pol¨ªticas abran, definitivamente, este crucial debate para saber qu¨¦ entiende cada cual cuando se habla de neutralidad de la Red.
Las grandes empresas de telefon¨ªa y cable, entre ellas Telef¨®nica, son actores interesados en este debate, dado que su modelo de negocio se ver¨ªa muy reforzado si pudiesen ser ellos, directamente, los que controlasen el acceso a la infraestructura y a los canales de comunicaci¨®n digital. En resumen, si la Red no fuese neutral. Esto puede llevar a algunos a proponer alternativas a la neutralidad, que es lo que ha hecho el se?or Alierta en su intervenci¨®n en Bilbao. Pero aunque su posici¨®n se base s¨®lo en una estrategia de rentabilidad empresarial, las consecuencias podr¨ªan ser dram¨¢ticas, dado que dejar¨ªamos en manos de muy pocos decisiones esenciales para garantizar la libertad e igualdad en el acceso a la informaci¨®n y en la generaci¨®n de informaci¨®n y conocimiento.
Realmente, ¨¦ste ha sido el paradigma de los ¨²ltimos siglos. Pensemos en los oligopolios que han controlado, por siglos, el acceso a los medios de producci¨®n de conocimiento y comunicaci¨®n (desde la imprenta a la radio o la televisi¨®n). Pero algo ha cambiado en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. Gracias precisamente a Internet, en estos momentos disfrutamos de un nuevo paradigma de acceso universal. La neutralidad de la Red es el elemento que sostiene este nuevo modelo. ?Qu¨¦ diferencia existe entre quienes quieren controlar el acceso a la Red por razones pol¨ªticas o ideol¨®gicas y quienes quieren hacerlo por razones econ¨®micas? Unos y otros s¨®lo piensan en sus intereses y en sus vulnerabilidades. Si China estuviera regida por un sistema democr¨¢tico, los ciudadanos chinos tendr¨ªan un acceso a la informaci¨®n equiparable al que tienen los pa¨ªses que se rigen por ese modelo democr¨¢tico. Si Espa?a no hubiera privatizado su compa?¨ªa telef¨®nica o si se hubiera reservado la propiedad de la Red, ning¨²n presidente podr¨ªa amenazar con censurar el acceso a Internet como ha hecho el de Telef¨®nica. Entiendo que las compa?¨ªas telef¨®nicas muestren preocupaci¨®n por la calidad de sus redes ahora que la imagen, adem¨¢s de la voz y los datos, comienzan a circular como no imagin¨¢bamos siquiera hace una d¨¦cada. Eso es una parte del problema que necesitar¨¢ tecnolog¨ªa y dinero, pero que, en mi opini¨®n, no deber¨¢ dar lugar a que se limite lo que circule, al socaire de que todos quieren ganar en este negocio.
Si por una autopista circulan m¨¢s veh¨ªculos de los que estaban previstos cuando se construy¨®, la soluci¨®n no pasa por limitar el paso de veh¨ªculos en funci¨®n de su color o cilindrada. El progreso no se debe limitar por esas razones. Cualquiera sabe que la soluci¨®n pasar¨ªa por ampliar el n¨²mero de carriles. Y, por otra parte, no se entender¨ªa que si alguien, dadas las ventajas de las autopistas para el transporte, creara una compa?¨ªa de camiones para servicios de paqueter¨ªa y, enterados los propietarios de la autov¨ªa de pago quisieran, adem¨¢s del peaje, cobrar una parte de los beneficios de la empresa de transportes. De este debate no puede salir ni limitaciones a los contenidos que circulan por la Red, ni una mayor tarifa para el usuario de la misma que, por primera vez en la historia, facilita el acceso a la cultura de todos los ciudadanos.
Juan Carlos Rodr¨ªguez Ibarra fue presidente de la Junta de Extremadura.
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