La teta p¨²blica
Me cuentan que los controladores est¨¢n desesperados. El ministro Blanco les ha puesto la proa y no ven la forma de zafarse de un embate en el que tienen perdida de antemano la batalla de la opini¨®n p¨²blica. El de los t¨¦cnicos de control a¨¦reo es uno de esos colectivos que se gan¨® a pulso el rechazo de la ciudadan¨ªa. Qui¨¦n no ha padecido alguna vez, dentro o fuera de Espa?a, las esperas desesperantes en los aeropuertos o la incertidumbre de un viaje sobre el que pesaban sus amenazas de paro, la huelga encubierta o la de celo. Es verdad que no son los ¨²nicos en la aviaci¨®n civil que han abusado de sus privilegios: el sindicato de pilotos tampoco suscita muchas simpat¨ªas.
La sociedad les da una posici¨®n estrat¨¦gica en un servicio p¨²blico y ellos lo aprovechan en beneficio propio. El tener cogida a la sociedad por las pelotas explica que unos profesionales cuya formaci¨®n dista mucho de ser la de un ingeniero aeron¨¢utico, un m¨¦dico o un doctor en derecho puedan alcanzar sueldos pr¨®ximos al mill¨®n de euros. Tambi¨¦n me dicen que esas cuentas tienen matices, que la inmensa mayor¨ªa de los controladores est¨¢n entre los 200.000 y los 300.000 euros y que para conseguirlos no tienen vida ni nada que se le parezca. Seg¨²n parece, los menos remunerados son los m¨¢s dispuestos al di¨¢logo y a marcar la diferencia con los jefes y jefecillos de sueldos estratosf¨¦ricos. Har¨ªan bien en comparecer ante la sociedad y explicar sus razones y no s¨®lo apostar por los tribunales, por f¨¢cil que all¨ª lo tengan.
En Madrid hay otros objetivos que parecen olvidar que sufrimos una crisis profunda
Salvando la distancia, que es mucha, en Madrid hay otros colectivos que parecen olvidar que sufrimos una crisis profunda o, lo que es peor, act¨²an como si la recesi¨®n no fuera con ellos. Sin ir m¨¢s lejos el Ayuntamiento de la capital, cuyas arcas atraviesan el peor momento que se recuerda, se enfrenta ahora a las exigencias econ¨®micas de su colectivo m¨¢s numeroso, el que re¨²ne a bomberos, polic¨ªas municipales y agentes de movilidad. Por lo que les llevo o¨ªdo a unos y otros, la clave de la bronca reside en la pretensi¨®n del gobierno municipal de emplear los 12 millones de euros del fondo de mejora ya pactado en aumentar las retribuciones de los agentes que contribuyan voluntariamente a mejorar la calidad del servicio. Es decir, se trata de que ese dinero se lo lleven los que est¨¦n dispuestos a trabajar en nuevos turnos que reforzar¨ªan la seguridad en las noches de los jueves, viernes y s¨¢bados, que buena falta hacen.
Pero los sindicatos no tragan, ellos quieren que el dinero se destine a la mejora de sus condiciones laborales, a la promoci¨®n de la carrera profesional y a aumentar la plantilla. En definitiva, quieren m¨¢s agentes, que trabajen menos horas y mejor pagados. En condiciones normales esto ser¨ªa lo de siempre, lo habitual en las demandas sindicales. Demandas que a?o tras a?o han logrado unos privilegios y unas prebendas que son impensables en la empresa privada. A ning¨²n alcalde, sea del color que sea, le apetece ver a sus bomberos y polic¨ªas municipales montando peloteras, as¨ª que antes de que sacaran las pancartas o pintaran los veh¨ªculos municipales se fue cediendo y cediendo con el dinero del contribuyente, nuestro dinero. Convenio tras convenio ganaron terreno en materia de libranzas, hasta el punto de que un bombero puede trabajar al a?o menos de 70 d¨ªas y para montar un servicio fijo de 24 horas la Polic¨ªa Municipal necesita emplear entre ocho y 10 agentes.
El sistema provoca un disparatado aumento de las horas extras, que, por supuesto, se pagan aparte. Otra cesi¨®n recurrente es la del aumento de liberados y de las llamadas horas sindicales. Un incontrolado mamoneo que lastra el servicio hasta hacerlo terriblemente costoso e inoperante.
?sta ha sido, como digo, la t¨®nica general en condiciones normales. El problema es que ahora las condiciones son extremas, no hay un duro en la caja y, sin embargo, hay muchos frentes del servicio al descubierto. Es el peor de los momentos para nuevas exigencias que puedan evidenciar sus momios y privilegios. La teta p¨²blica est¨¢ seca y la opini¨®n p¨²blica harta.
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