El reg¨¹eldo de la caverna
Si s¨®lo fueran torpes, cabr¨ªa decirles aquello de "perd¨®nales Se?or porque no saben lo que se hacen". Pero no es este el caso. De sobra saben lo que se hacen. Cuando esa maravilla de la finura parlamentaria, cruce entre Dem¨®stenes y Cicer¨®n, que es el vicepresidente de las Cortes Valencianas, Rafael Maluenda, expulsa a ?ngel Luna, portavoz del grupo parlamentario socialista, sabe muy bien lo que se hace. Cuando el alcalde de Castell¨®n, Alberto Fabra, aspirante a suceder en el Palau de la Generalitat a Francisco Camps si los magistrados del Supremo aceptan el recurso de la fiscal¨ªa por el caso G¨¹rtel, proh¨ªbe a la cadena SER emitir desde una carpa situada en la calle durante las fiestas de la Magdalena, es muy consciente de sus actos. Y si Alfonso Rus, universalmente conocido por su exquisito vocabulario, am¨¦n de su afici¨®n a los Ferrari, consiente la censura de una exposici¨®n fotogr¨¢fica, est¨¢ al cabo de la calle de lo que ocurre.
Los tres, como otros muchos cargos p¨²blicos del PP, temen a la libertad. No les gusta su propia imagen autoritaria reflejada en el espejo de la opini¨®n independiente. No soportan la discrepancia, las voces de quienes no comulgan con sus ruedas de molino. No toleran otro criterio que no sea el suyo. Por eso pretenden cerrarle la boca a la oposici¨®n con dicterios autoritarios o el insulto personal en el parlamento auton¨®mico, impedir el pensamiento y la palabra irreverente en las calles, o suprimir las im¨¢genes que les recuerdan un presente inc¨®modo. De hecho, la censura de la exposici¨®n no es m¨¢s que un reg¨¹eldo de la caverna, de una ideolog¨ªa enterrada bajo una losa de 1.500 kilos en Cuelgamuros. El h¨¢lito f¨¦tido del franquismo.
Desde hace ya demasiado tiempo la derecha valenciana se ha berlusconizado. Su pol¨ªtica es una mezcla cada vez m¨¢s insoportable de demagogia, autoritarismo, paternalismo y victimismo paleto; pero todo parece sentarles de maravilla, como esos trajes hechos a medida que tantos disgustos le han dado a Francisco Camps. Por desgracia, los valores democr¨¢ticos no cotizan en la bolsa electoral. La libertad, la tolerancia, el respeto a las opiniones de los dem¨¢s, la decencia (s¨ª, presidente, la decencia) no dan votos. M¨¢s c¨®modo que hacer frente a la crisis econ¨®mica, arrimar el hombro para ver c¨®mo reducir el drama de los cerca de 600.000 parados en la Comunidad Valenciana es declararse irresponsable pol¨ªtico e insumiso ante el gobierno de Espa?a. M¨¢s c¨®modo es banalizar la pol¨ªtica hasta el rid¨ªculo convirtiendo una masclet¨¤ en motivo de confrontaci¨®n pol¨ªtica o declarando la fiesta de los toros bien de inter¨¦s cultural.
Pero ni toda su frivolidad es capaz de enmascarar su deriva autoritaria. La censura de la muestra de fotoperiodismo en el Museo Valenciano de la Ilustraci¨®n y la Modernidad (?cabr¨¢ mayor contradicci¨®n?) y la apuesta por la cosa taurina revela la vigencia de los versos machadianos en los que retrataba la "Espa?a de charanga y pandereta, cerrado de iglesia y sacrist¨ªa, devota de Frascuelo y de Mar¨ªa". Ni escritos adrede para esta Comunidad Valenciana del PP.
Nota final: Ante la imposibilidad de escribir un Manual de Principios Elementales de la Democracia para cargos p¨²blicos del PP, recomendarles encarecidamente la lectura del art¨ªculo 11 de la Declaraci¨®n de los Derechos del Hombre y el 20 de la Constituci¨®n espa?ola. El primero es de 1789 y el segundo de 1978. Debieron redactarlos rojos muy peligrosos, pero no es cierto. Solo eran dem¨®cratas.
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