Una de tres
La liberaci¨®n de Alicia G¨¢mez por Al Qaeda alienta la esperanza sobre sus dos compa?eros
La liberaci¨®n de Alicia G¨¢mez tras su prolongado calvario es una excelente noticia. Su colof¨®n deber¨ªa ser, si funcionan como esta vez lo han hecho los complejos mecanismos de intermediaci¨®n, la puesta en libertad de sus otros dos compa?eros cooperantes secuestrados con ella en Mauritania en los ¨²ltimos d¨ªas de noviembre. Lo hace veros¨ªmil el hecho de que en anteriores secuestros reivindicados por Al Qaeda del Magreb, la liberaci¨®n de las mujeres ha precedido siempre a la de los hombres. La difusa rama subsahariana de Al Qaeda, a diferencia de otras franquicias de la red terrorista islamista, m¨¢s ideologizadas y con mayores recursos y proyecci¨®n, s¨®lo en una ocasi¨®n, en las decenas de secuestros que ha realizado, ha recurrido al asesinato de uno de sus cautivos.
El negocio del secuestro, llevado a su apogeo en el ?ndico, supone un altavoz para las causas m¨¢s extremas y a la vez una actividad muy lucrativa. En este sentido resulta l¨®gica, pero dif¨ªcilmente cre¨ªble, la afirmaci¨®n del Gobierno espa?ol, cuya gesti¨®n y prudencia en todo este asunto merece ser elogiada, seg¨²n la cual no se ha pagado por la libertad de G¨¢mez. El dinero con el que rescatamos personas o barcos, menor en nuestro mundo, representa fortunas para los fan¨¢ticos grup¨²sculos que lo perciben: les permite comprar armas, aumentar sus ac¨®litos y llegar a erigirse en actores influyentes, pese a su marginalidad, en los pa¨ªses en los que operan. Sus Gobiernos, como en este caso Mauritania, Mal¨ª o N¨ªger, bastante tienen con atender a su propia supervivencia como para pretender el control efectivo de su suelo. Al Qaeda del Magreb juega no s¨®lo con la inmensidad del territorio y la falta de respuesta armada en esta tierra de nadie des¨¦rtica. Tambi¨¦n con la falta de cooperaci¨®n antiterrorista entre los pa¨ªses que sufren la presencia de grupos yihadistas. Una cumbre regional para tratar el tema se ve siempre pospuesta por las discrepancias entre vecinos.
La Uni¨®n Europea, a cuyo ¨¢mbito pertenecen b¨¢sicamente los rehenes de los fan¨¢ticos islamistas, debe ocuparse seriamente del fen¨®meno, como lo ha hecho por la pirater¨ªa del ?ndico. La relativa vecindad de una Europa pr¨®spera a una regi¨®n africana donde proliferan los Estados quebradizos, cuando no fallidos, unida a la creciente exportaci¨®n de cooperantes, forman una mezcla explosiva. Podr¨ªa acabar convirtiendo los raptos en estrategia para fortalecer a los iluminados que quieren imponer su delirio a los pa¨ªses ayudados.
Los secuestros de civiles exigen una respuesta multinacional que combine iniciativas para garantizar la seguridad inmediata con otras que busquen la estabilidad regional a largo plazo. Porque lo previsible es que vayan a m¨¢s en una zona donde se incrementan los proyectos energ¨¦ticos y mineros. Entre otros, el formidable im¨¢n que representar¨¢ para Al Qaeda el gasoducto a trav¨¦s del S¨¢hara por el que Nigeria, N¨ªger y Argelia piensan llevar a Europa miles de millones de metros c¨²bicos anuales de combustible.
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