El paulatino viraje al negro de Salinger
"El mundo es una porquer¨ªa y se vuelve a¨²n m¨¢s mierdoso a cada minuto que pasa". J. D. Salinger no era un hombre optimista, como puede deducirse de esta frase, incluida en una de las cuatro cartas que desde ayer y hasta el 11 de abril se exponen en la Biblioteca Morgan de Nueva York. Forman parte de la correspondencia que el escritor intercambi¨® a lo largo de cuatro d¨¦cadas con su amigo Michael Mitchell, el artista que dise?¨® la portada de la primera edici¨®n de El guardi¨¢n entre el centeno. La biblioteca adquiri¨® en 1998 11 cartas que el propio Mitchell vendi¨® a un coleccionista privado a principios de los noventa, cuando Salinger acab¨® abruptamente su amistad enfadado porque Mitchell le pidi¨® que le dedicara un ejemplar del libro.
"Las cartas muestran la sensibilidad de Salinger, su voracidad por escribir, y sus dudas al respecto", explicaba en la presentaci¨®n de las cartas Declan Kiely, encargado de manuscritos de la biblioteca. En una de ellas, fechada en 1966, el autor escribe: "A los cuarenta, es m¨¢s necesario que nunca escribir y pintar s¨®lo lo que queremos, como sea y al ritmo que sea. Muchas incredulidades y pesadas dudas de la mediana edad invaden la mente".
La primera de las cartas es la m¨¢s jocosa. Fechada en 1951 en Londres, el autor comenta ir¨®nico su encuentro en casa de Lawrence Olivier -"una velada muy elegante"- tras ver una obra de teatro que le hace decir: "Las audiencias son igual de est¨²pidas en Londres que en Nueva York, pero las producciones son mucho mejores aqu¨ª". Tambi¨¦n habla de una de sus citas. "He visto un par de veces a la modelo de Vogue que conoc¨ª en el barco, no ha sido muy divertido". Pero conforme pasa el tiempo las cartas son m¨¢s sombr¨ªas. Otra serie de seis, que se podr¨¢ ver desde finales de abril, ofrece "en todo su esplendor", seg¨²n Kiely, "c¨®mo el autor se fue encerrando en s¨ª mismo y su frustraci¨®n ante la imposibilidad de evitarlo".
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