Las velas de la inmortalidad
Los amigos y la viuda de Francisco Ayala celebran con su m¨²sica preferida y la lectura de textos el que hubiera sido el 104 cumplea?os del escritor granadino
La tarde antes de morir, Francisco Ayala (Granada 1906-Madrid, 2009) pidi¨® a su mujer que pusiera en el tocadiscos Madama Butterfly. Aquel d¨ªa quiso despedirse del mundo como tantas veces se hab¨ªa aferrado a ¨¦l. Ayer, esta vez con la banda sonora de su vida, sus amigos, su viuda, Carolyn Richmond, y la reina Sof¨ªa, le rindieron un homenaje en la Biblioteca Nacional en el d¨ªa de su nacimiento.
Y es que resulta bastante sensato celebrar la inmortalidad de una vida con un cumplea?os, no con la muerte. Porque ayer, 123 d¨ªas despu¨¦s de marcharse, Ayala hubiera cumplido 104 a?os. "No soy hombre de homenajes, pero asisto a este agradecido y encantado". Lo dijo hace 20 a?os, justo en el mismo sitio, pero anoche parec¨ªa musitarlo otra vez desde el retrato que presid¨ªa la sala.
A trav¨¦s de esas partituras pas¨® toda una vida en una sobria celebraci¨®n
El poeta Luis Garc¨ªa Montero y Miguel R¨ªos presentaron un acto en el que se repas¨® la vida del escritor a trav¨¦s de sus canciones preferidas y de algunos pasajes de sus textos. De las aventuras que corri¨® en una centenaria existencia partida en dos por el delirio de un exilio forzoso. De Buenos Aires a Puerto Rico, y de all¨ª, a Estados Unidos. Desde Los cuatro muleros de Lorca hasta La bien pag¨¢ cantada por Antonio Molina. Todos esos saltos, narrados por el actor Juan Diego y observados, desde el p¨²blico por la ministra de Cultura, ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde o el escritor Antonio Gamoneda.
Y as¨ª, a trav¨¦s de esas partituras de su biograf¨ªa, fueron pasando todos los cap¨ªtulos en una sobria celebraci¨®n. Hasta que alguien lo record¨®. Una tarde, en la segunda avenida de Nueva York, par¨® su coche en el sem¨¢foro. Bajando la ventanilla un taxista le pregunt¨® por lo que iba escuchando. Madama Butterfly, segundo acto, precis¨®. Justo la ¨²nica pieza que ayer, aunque quiz¨¢ ¨¦l la hubiera vuelto a elegir, no son¨®.
Babelia
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