"La historia de la literatura espa?ola se ha parcelado demasiado"
No creo que vuelva a escribir m¨¢s sobre la Edad de Plata y menos obras de este empe?o; quiz¨¢ una biograf¨ªa de P¨ªo Baroja para 2012, pero poco m¨¢s; el resto ser¨¢n art¨ªculos o pr¨®logos y homenajes". Podr¨ªa ser la t¨ªpica depresi¨®n posparto y m¨¢s cuando se ha alumbrado un volumen de 800 p¨¢ginas (Modernidad y nacionalismo 1900-1939), el que abre la Historia de la Literatura Espa?ola, de nueve tomos (Cr¨ªtica), 6.500 p¨¢ginas, que tambi¨¦n ha coordinado. Pero quien conozca a Jos¨¦-Carlos Mainer (Zaragoza, 1944), inasequible al cansancio, lector compulsivo, sabe que el catedr¨¢tico de Historia de la Literatura en la Universidad de Zaragoza, padre de la fusi¨®n de la historia de la literatura con la cultural, est¨¢ hecho de la madera que le lleva ahora, desde su mullido sof¨¢ rojo con tapetes de punto blancos, a tomar ya notas barojianas y comentar aspectos de la literatura. En realidad, una manera de hablar de s¨ª mismo.
PREGUNTA. En su postrera mirada a la Edad de Plata, ?qu¨¦ ha dejado de nuevo?
RESPUESTA. B¨¢sicamente, el balance global de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez que, gracias a los expedicionarios fil¨®logos, han dado otra imagen del poeta desde 1982; tambi¨¦n haber recuperado a Gabriel Mir¨® y un engarce, v¨ªa nihilismo, entre Baroja y Antonio Machado en los a?os veinte.
P. ?Se atreve, desde el ep¨ªlogo, a nombrar a la sant¨ªsima trinidad entre 1900 y 1930?
R. ?Buf! Bueno: Juan Ram¨®n, Valle-Incl¨¢n y, si me deja hacer pack, la generaci¨®n del 27.
P. No es usual en obras as¨ª incluir vol¨²menes transversales como tendr¨¢ ¨¦sta con la Historia de las ideas literarias en Espa?a y El lugar de la literatura espa?ola.
R. Este ¨²ltimo era capital porque establecer el lugar de la literatura espa?ola en relaci¨®n con el resto de literaturas peninsulares requiere espacio, as¨ª como con la literatura europea: ning¨²n pa¨ªs continental ha intentado inventar la noci¨®n de literatura europea y pens¨¦ que deb¨ªa abordarse, y, claro, la relaci¨®n con Hispanoam¨¦rica: ninguna otra literatura europea se ha relacionado tanto con la de sus colonias... Quiz¨¢ la inglesa y no estoy seguro.
P. ?Qu¨¦ tal esas relaciones?
R. Ya todo el mundo admite una primera fase de literatura colonial; una segunda, en el siglo XIX, de evoluci¨®n en com¨²n, y una tercera, en el XX, de emancipaci¨®n y en la que, adem¨¢s, son ellos los que pasan a dictar nuevas reglas.
P. Ahora parece un periodo de mayor desconocimiento literario no s¨®lo entre Espa?a y Latinoam¨¦rica sino entre los mismos pa¨ªses del continente. Apenas Roberto Bola?o es denominador com¨²n.
R. S¨ª, hasta los a?os sesenta se da una notable identidad de mercado; si se acud¨ªa al mercadillo de la plaza de Armas de La Habana, donde tras la revoluci¨®n se liquidaban muchos libros, uno ve¨ªa que la biblioteca de un cubano era la misma que la que hubiera tenido de haber vivido en Madrid. Eso se acab¨® por el crecimiento de los mercados internos y por el debilitamiento del sentimiento hispanoamericano; hoy, un libro como el Canto general de Pablo Neruda, de 1950, es impensable; el boom de los sesenta a¨²n se vivi¨® colectivamente, pero ya nada m¨¢s. De la unidad se mantiene s¨®lo la ret¨®rica.
P. ?Sigue siendo el periodo 19001930 el del gran salto de la cultura espa?ola y, por ende, literario, o lo ha sido m¨¢s el de los a?os ochenta?
R. Cuando escrib¨ª con Santos Juli¨¢ El aprendizaje de la libertad: 1973-1986, no tuve el atrevimiento de decir que igual fueron m¨¢s importantes los ochenta. Hoy me inclinar¨ªa a ello por la internacionalizaci¨®n. Es lo ¨²nico que le falt¨® al periodo 1900-1930: la proyecci¨®n exterior. En la novela es clar¨ªsimo: est¨¢ ?lvaro Pombo, Javier Mar¨ªas...
P. Atribuible a...
R. Al clima de creatividad y ruptura junto a la sensaci¨®n de desaz¨®n y fracaso que se da en la primera Transici¨®n, la melancol¨ªa por lo que no se ha hecho; sobre esas contradicciones creci¨® eso. Y tambi¨¦n al final de las novelas estructuralistas y ese dejarse ya de realismo m¨¢gico y empezar a hacer obras como Relatos sobre la falta de sustancia, de Pombo, o Visi¨®n del ahogado, de Juan Jos¨¦ Mill¨¢s.
P. Otra sant¨ªsima trinidad del momento.
R. Pues Pombo, Fernando Savater y Luis Garc¨ªa Montero.
P. Bonito tema para desarrollar en la universidad.
R. Quiz¨¢, pero de la universidad voy a jubilarme ya, arrastro cansancio por el horario fijo y la falta de flexibilidad intelectual...
P. Bueno, eso...
R. Y luego est¨¢ Bolonia: es descorazonador. No comparto ese plan. Le garantizo que de Bolonia no va a salir Harvard alguna. Nos hemos equivocado de modelo; quiz¨¢ aporte mejor gesti¨®n profesional, pero no conducir¨¢ a la excelencia acad¨¦mica, a la innovaci¨®n arriesgada pero de relativa rentabilidad. Tampoco generar¨¢ una internacionalizaci¨®n del conocimiento; s¨®lo se hacen intercambios de alumnos, pero no de profesores y sus m¨¦todos. Ser¨¢ turismo acad¨¦mico.
P. ?Qu¨¦ dir¨¢n sus disc¨ªpulos?
R. Siento horror a la palabra disc¨ªpulo porque va al lado de la de maestro; no he tenido disc¨ªpulos directos, pero s¨ª buenos estudiantes en clase o a los que he dirigido investigaciones. En lo de disc¨ªpulo est¨¢ la tentaci¨®n de lo cl¨®nico y de que te complazcas en ello. Adem¨¢s, me asombra la facilidad con que la gente olvida la autoexigencia intelectual para quedarse enseguida en la universidad y ser gestor acad¨¦mico...
P. Parece que es adusto en clase, va con corbata, trata a los alumnos de usted...
R. Como dec¨ªa Roland Barthes, usted es el tratamiento de la ciencia; hay que aislar la confianza; el usted se incardina m¨¢s con el lenguaje exigente, demuestra un cuidado de c¨®mo tratas las cosas. Mire: el saber es jer¨¢rquico; sencillamente, yo s¨¦ m¨¢s que mis alumnos, ?por qu¨¦ debo discutir el temario con ellos? Pero al igual que es jer¨¢rquico tambi¨¦n es reversible: puedes tener gente que con el tiempo sepa m¨¢s que t¨²; yo ya lo he vivido.
P. ?Constata tambi¨¦n el nivel cada vez m¨¢s bajo de lecturas fundamentales en sus alumnos nuevos? ?Es necesario un canon?
R. No lo s¨¦. Lo que s¨ª he detectado es el salto, en la escuela, de la literatura infantil y juvenil seria a una muy comercial. Se han sustituido lecturas como Oliver Twist, La isla del tesoro o Zalaca¨ªn el Aventurero por una dieta de novelas de adolescentes de autores ignotos. ?Cu¨¢ndo ser¨¢n adultos los chavales si se les dan obras as¨ª? Uno se hace adulto espi¨¢ndolos; si no leen cosas mayores y de mayores, nunca se har¨¢n adultos. ?Por qu¨¦ con 14 a?os no se puede leer a Machado, Azor¨ªn o al Mars¨¦ de Teniente Bravo?
P. ?Usted c¨®mo empez¨®?
R. Con La isla de tesoro, de la colecci¨®n Cadete, que me regalaron cuando hice la primera comuni¨®n, con siete a?os. Y luego avanc¨¦ con Verne y La isla misteriosa. Me convert¨ª en un lector voraz, y eso que en casa hab¨ªa pocos libros porque mi padre, m¨¦dico de prestigio, era lector ocasional. Ahora, cada verano, me llevo cuatro cl¨¢sicos, y a Verne a¨²n le releo.
P. Y eso mientras ha estudiado a Gald¨®s, pero tambi¨¦n ha le¨ªdo a ultim¨ªsimos como Manuel Vilas o al nocillero Agust¨ªn Fern¨¢ndez Mallo.
R. Hay que estar al loro, ?no? ?Qu¨¦ me parecen? Est¨¢n entre el ensayo y la novela cargada de zapeo cultural. Veremos qu¨¦ dan. En literatura siempre es cuesti¨®n de ponerse a esperar.
P. Ensayo-novela tambi¨¦n lo es Javier Cercas y su Soldados de Salamina o Anatom¨ªa de un instante.
R. S¨ª, marca la narrativa actual: el escritor entra en la realidad y se pinta ah¨ª; aflora su intimidad, el individuo pasa por cosas que no entiende y sale la autoficci¨®n. Ah¨ª est¨¢ Kapuscinski, que no s¨¦ si fabul¨® o no, pero le¨ª El imperio hace poco: soberbio; o el Ian MacEwan de Chesil Beach
... Pero es que Baroja y Pla ya hicieron eso en los sesenta.
P. En Soldados de Salamina es clave el autor falangista Rafael S¨¢nchez Mazas. ?La prevenci¨®n izquierdista ha provocado injusticias con la literatura fascista?
R. La literatura fascista espa?ola, quitando a Ernesto Gim¨¦nez Caballero, es poco importante. Agust¨ªn de Fox¨¢ y S¨¢nchez Mazas son escritores de principios de siglo rezagados y los dem¨¢s, galer¨ªa de personajes curiosos. Pero conven¨ªa estudiarlos y fijarlos. Quiz¨¢ esa prevenci¨®n se comi¨® a Manuel Machado como, rota la prevenci¨®n del ¨¦xito, hay que admitir la calidad de Vicente Blasco Ib¨¢?ez. Ahora, tampoco hay que llegar hasta el extremo de loar una obra de Fox¨¢ como Misi¨®n en Bucarest. No es para tanto.
P. ?Tambi¨¦n se da el revisionismo en literatura?
R. Hemos logrado ser menos sectarios, pero es que a lo que ocurre con la Historia lo llamar¨ªa ya negacionismo. El marco es la refundaci¨®n de la derecha, que tuvo su ascensi¨®n en el aznarismo y ha culminado con la Iglesia cat¨®lica reclamando que sus m¨¢rtires de la guerra fueran santos. Y con eso, quieran o no, han replanteado la Guerra Civil. Hubo un pacto de historiadores en la Transici¨®n donde ya qued¨® claro que hubo barbaridades en el bando republicano, siempre se ha sabido lo de Paracuellos... La Iglesia ten¨ªa que haberse abstenido.
P. Usted tambi¨¦n es culpable de una corriente que defiende que no hay ruptura cultural entre los a?os treinta y los cincuenta. ?No vamos muy lejos?
R. Camilo Jos¨¦ Cela es heredero de Valle-Incl¨¢n y P¨ªo Baroja. Su neocasticismo s¨®lo ten¨ªa de nuevo su sentido del negocio literario; la revista Escorial era Cruz y Raya pero sin Jos¨¦ Bergam¨ªn; Destino copi¨® al catal¨¢n Mirador; cierta resistencia cultural silenciosa contact¨® con el exilio... La historia de la literatura espa?ola se ha parcelado demasiado. Eso debe cambiar.
Pero esa historia ya no la har¨¢ ¨¦l.

Nueve vol¨²menes
Tres a?os ha tardado Jos¨¦-Carlos Mainer para acabar la obra. La Historia de la Literatura Espa?ola tendr¨¢ nueve tomos: Edad Media, a cargo de Juan Manuel Blecua y Mar¨ªa Jes¨²s Lacarra; Siglo XVI, Bienvenido Morros; Siglo VII, Pedro Ruiz P¨¦rez; Siglo XVIII, Mar¨ªa Dolores Albiac; Siglo XIX, Cecilio Alonso; Modernidad y nacionalismo (1900-1936), Jos¨¦-Carlos Mainer; Siglo XX (1939-2010), Jordi Gracia y Domingo R¨®denas; Historia de las ideas literarias en Espa?a, Jos¨¦ Mar¨ªa Pozuelo, y El lugar de la literatura espa?ola, Fernando Cabo Aseguinazola.
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