La sabidur¨ªa port¨¢til del desterrado
Es absurdo que en la pol¨ªtica se considere como fracaso el principio fundamental de la experimentaci¨®n: el retirarse cuando se fracasa". En alg¨²n momento entre 1937 y 1942 Gregorio Mara?¨®n, de cuya muerte se cumple hoy medio siglo, anot¨® esta frase con letra microsc¨®pica en la libreta que llevaba siempre en el bolsillo. En ella fue consignando una serie de apuntes in¨¦ditos que ven ahora la luz con motivo de la exposici¨®n Mara?¨®n. 1887-1960. M¨¦dico, humanista y liberal, que puede verse en la Biblioteca Nacional y que luego viajar¨¢ a Santander y Toledo.
Oscurecidas por el tiempo, esas hojas contienen tanto la sabidur¨ªa port¨¢til de un intelectual poli¨¦drico como las reflexiones de un exiliado. La primera tiene la chispa de los mejores aforismos ("El ¨²nico medio de tener tiempo para hacer muchas cosas es tener muchas cosas que hacer". "Las grandes fortunas se hacen aprovechando los c¨¦ntimos. Las obras copiosas, aprovechando los minutos"). Las segundas son una mezcla de autorretrato y lamento de un miembro, con matices, de la tercera Espa?a que se instal¨® en Par¨ªs para evitar que alguna de las otras dos, como avis¨® Machado, le helara el coraz¨®n. "La revoluci¨®n es el momento de los fracasados, de los anormales y de los genios. Los hombres normales tienen poco que hacer en ella", escribi¨®.
"Ser historiador no es saber la Historia pasada sino comprender la Historia presente", escribi¨® en sus cuadernos el m¨¦dico humanista
Fundador con Ortega y Gasset y P¨¦rez de Ayala de la Agrupaci¨®n al Servicio de la Rep¨²blica, que impuls¨® la llegada del r¨¦gimen republicano, Mara?¨®n acogi¨® el 14 de abril de 1931 en su despacho de Serrano 43 la m¨ªtica reuni¨®n en la que el conde de Romanones y Alcal¨¢-Zamora modelaron la transici¨®n entre Monarqu¨ªa y Rep¨²blica. Todo se torci¨® para ¨¦l con la sublevaci¨®n franquista y con los desordenes que vivi¨® en el Madrid leal en agosto y septiembre de 1936. El asesinato de alguno de sus colaboradores, su paso por las checas y, parad¨®jicamente, la presi¨®n para que firmara -sin "gran satisfacci¨®n interior"- un manifiesto de adhesi¨®n republicana le distanciaron del r¨¦gimen por el que tanto hab¨ªa luchado y le pusieron en el camino del destierro. "En los que hacen la revoluci¨®n est¨¢ el alma ciega de los resentidos; pero en los que se defienden de la revoluci¨®n ?no est¨¢ el alma ciega de los ego¨ªstas?", se lee en una de las notas de su libreta. Y tambi¨¦n: "En las luchas sociales, el pueblo no siempre tiene raz¨®n; pero es siempre el que tiene m¨¢s raz¨®n para no tenerla".
Gregorio Mara?¨®n era una eminencia en Francia y no tuvo problemas para ejercer la medicina. Desde 1932 era doctor honoris causa por la Sorbona. En 1956 ser¨ªa nombrado acad¨¦mico el mismo d¨ªa que Churchill y Eisenhower. En Par¨ªs pudo por tanto vivir sin opulencia pero con la tranquilidad suficiente para trabajar en obras clave como el Manual de diagn¨®stico etiol¨®gico, un cl¨¢sico de la medicina contempor¨¢nea, o su Historia de las emigraciones y destierros pol¨ªticos en Espa?a, que no pas¨® de proyecto pero que dar¨ªa lugar a multitud de monograf¨ªas, entre ellas la m¨ªtica Antonio P¨¦rez (el hombre, el drama, la ¨¦poca), su gran aportaci¨®n a la historiograf¨ªa espa?ola.
Pero tambi¨¦n en Par¨ªs cometi¨® un error de apreciaci¨®n impropio de alguien que un d¨ªa sac¨® su cuadernito del bolsillo para apuntar esto: "Ser historiador no es saber la Historia pasada sino comprender la Historia presente". Como explica Antonio L¨®pez Vega, director de la Fundaci¨®n Gregorio Mara?¨®n, comisario junto a Juan Pablo Fusi de la exposici¨®n de la Biblioteca Nacional y autor de una biograf¨ªa del m¨¦dico humanista que ver¨¢ la luz en septiembre, "Mara?¨®n minimiz¨® el peligro que supon¨ªa Franco. Pens¨® que la suya ser¨ªa una dictadura transitoria como la de Primo de Rivera, a la que ¨¦l se hab¨ªa opuesto. Por eso, entre 1937 y 1939, y s¨®lo entre esos a?os, apoy¨® al bando nacional como mal menor para una Espa?a en la que, dec¨ªa, luchaban dos bandos antidemocr¨¢ticos: uno que llevaba a una dictadura bolchevique permanente y otro que conduc¨ªa a la dictadura franquista, que ¨¦l cre¨ªa ef¨ªmera". M¨¢s apuntes del cuadernito parisino. Uno: "El triunfo no es un regalo sino un pr¨¦stamo que hay que devolver, con intereses usurarios, en forma de generosidad". Otro: "En la oposici¨®n de los hombres frente a los cargos p¨²blicos hay una absoluta oposici¨®n entre el querer y el deber. El que quiere un puesto es que no debe ocuparlo. El que lo ocupa y lo quiere conservar es que se debe ir (las dictaduras, por ejemplo). El que quiere irse, debe quedarse. Por la magnitud del deseo de irse se mide la necesidad de quedarse".
El autor de Ensayos liberales, que se consideraba cat¨®lico de religi¨®n pero no de profesi¨®n, volvi¨® a Espa?a en 1942, a?o en que se detienen sus anotaciones in¨¦ditas. Su ideario estaba ya hecho. Y de ¨¦l formaba parte fundamental la reivindicaci¨®n de los exiliados: "Cada ma?ana, del coraz¨®n de cada desterrado, aun del m¨¢s hostil, nace una oraci¨®n por su patria. Sin destierro, la Patria perder¨ªa sus s¨²bditos m¨¢s puros". Adem¨¢s, si su defensa del liberalismo le llev¨® en 1958 a hacer una declaraci¨®n contundente a un peri¨®dico mexicano -"el actual r¨¦gimen le viene chico a Espa?a"- ya en Par¨ªs, con contundencia similar, hab¨ªa escrito: "Hay hombres que s¨®lo viven a gusto en la oposici¨®n. Yo soy uno de ellos. Es como un (masoquismo) social. Pero creo que fecundo. La vida oficial mata toda la iniciativa profunda de los hombres". Unas hojas antes puede leerse: "Si hay hombres que no tienen la conciencia de que algunas horas de su vida debieran borrarse a toda costa, quisiera conocerlos... para no fiarme de ellos".
Consciente de que el liberalismo no consiste en carecer de criterio sino en no imponer violentamente el propio, Gregorio Mara?¨®n, que lo fue todo en la ciencia y en la cultura, fue tambi¨¦n consciente de sus limitaciones: "Los grandes pol¨ªticos son s¨®lo aquellos que tienen o una fe ilimitada en los hombres o un profundo desprecio por ellos. Esta es la raz¨®n por la cual los hombres liberales y humanistas no ser¨¢n nunca grandes pol¨ªticos: para ellos, el hombre no merece ni la confianza ni el desprecio, sino simpat¨ªa, piedad y comprensi¨®n". -
Gregorio Mara?¨®n 1887-1960. M¨¦dico, humanista y liberal. Biblioteca Nacional. Madrid. Hasta el 6 de junio. www.bne.es.
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