Cruje el muro de ca?a
Fidel Castro se prepar¨® para enfrentar una invasi¨®n estadounidense, derrotar rebeliones contrarrevolucionarias, evadir atentados contra su vida y resistir al embargo estadounidense, pero no se prepar¨® para pelear contra hombres dispuestos a dar la vida en una huelga de hambre; ni para enfrentar a un pu?ado de mujeres que protestar¨ªan pac¨ªficamente, ni para lidiar con grupos musicales que, con el m¨¢s subversivo de los mensajes, le cantar¨ªan a centenares de miles de cubanos "que la normalidad no es pecado".
Fidel bas¨® su defensa estrat¨¦gica en mantenerse como v¨ªctima. La belicosidad del exilio de Miami y de los Gobiernos estadounidenses han sido en esto su principal soporte. Pero ahora no puede culpar al imperialismo por el hero¨ªsmo de los opositores, ni pelearse contra las ganas de bailar de los cubanos luego de haberlos hastiado con medio siglo de consignas pol¨ªticas.
Para un sector de la izquierda, Cuba es una especie de baluarte moral del continente, un Vaticano revolucionario. Muchos l¨ªderes de centro izquierda latinoamericanos no se atreven a cuestionar al r¨¦gimen, por el miedo a blasfemar. Sin embargo, la revoluci¨®n es ahora victimaria y est¨¢ siendo moralmente derrotada por sus v¨ªctimas. La posici¨®n de Fidel estuvo justificada durante un tiempo, pero en pol¨ªtica no hay santos y Fidel Castro es ahora, en sentido estricto, el ¨²nico dictador del continente. Ch¨¢vez y otros son aprendices.
El futuro del r¨¦gimen cubano es el tema m¨¢s crucial en la agenda pol¨ªtica latinoamericana. Su final, adem¨¢s de problemas de seguridad y migratorios, podr¨ªa desencadenar un efecto domin¨® sobre las izquierdas populistas y extremistas que modificar¨ªa seriamente el mapa pol¨ªtico regional. Sin embargo, muy pocos se atreven a hablar de su final porque consideran d¨¦bil a la oposici¨®n, muy fuerte al r¨¦gimen o temen que Fidel viva cien a?os y que los cambios no comiencen hasta su muerte, como ocurri¨® con Franco. Pero la Espa?a franquista no estaba en bancarrota, la oposici¨®n fue poco visible en casi toda la Europa del Este y m¨¢s fuerte era la Uni¨®n Sovi¨¦tica y, sin embargo, se acab¨®.
En Cuba el cambio depende de tres relojes que est¨¢n en cuenta regresiva: el biol¨®gico de Fidel, el del cambio generacional y el del aguante social de los cubanos. El problema no es cu¨¢nto m¨¢s vivan Fidel y Ra¨²l, sino cu¨¢nto m¨¢s pueden conservar el poder en medio de la peor crisis econ¨®mica y social del r¨¦gimen y en el momento de menor fortaleza f¨ªsica de ellos. Cuando acab¨® la cooperaci¨®n de la ex Uni¨®n Sovi¨¦tica, se desataron protestas que Fidel todav¨ªa pudo controlar facilitando la salida de miles de balseros en 1994. En el escenario actual tendr¨ªan tres caminos: expulsar gente como siempre han hecho, reprimir o reformar. Pero expulsar no tiene ahora justificaci¨®n; reprimir terminar¨ªa dividiendo al Ej¨¦rcito y Fidel se ha opuesto a los intentos reformistas de Ra¨²l.
La octogenaria vieja guardia amarr¨® todo en torno al caudillo y no construy¨® institucionalidad. Justificando las destituciones de P¨¦rez Roque y Lage, Fidel Castro escribi¨®: "La miel del poder, por el cual no conocieron sacrificio alguno, despert¨® en ellos ambiciones...". La meritocracia cubana se fund¨® religiosamente en la lealtad a la jerarqu¨ªa, en la fe en la doctrina y en el culto al sacrificio para expiar el pecado original de la ambici¨®n. Esto abri¨® las puertas a la simulaci¨®n, la hipocres¨ªa y el oportunismo y se las cerr¨® al debate, la inteligencia y la eficiencia. La generaci¨®n que luch¨® y la que no luch¨® quedaron separadas; los guerrilleros de la Sierra Maestra se convirtieron en sabios sin importar si estaban educados y los j¨®venes que educ¨® la revoluci¨®n, pero que no hicieron sacrificios, quedaron bajo sospecha. Los profesionales formados en los ¨²ltimos 50 a?os son peones del sistema, y no importa que los cient¨ªficos ganen una miseria y anden en bicicleta. La educaci¨®n masiva fue una meta propagand¨ªstica sin relaci¨®n con la econom¨ªa, la movilidad social y el acceso al poder. La vieja guardia aplast¨® a los j¨®venes que educ¨® y por ello existen prostitutas que son doctoras o ingenieras. En Cuba lo que la gente dice no es lo que la gente piensa. La apat¨ªa es rechazo popular y la simulaci¨®n, una pr¨¢ctica normal entre los dirigentes con menos de 60 a?os. Es obvio que hay oposici¨®n dentro del partido y del Gobierno, y que la cohesi¨®n es pura ficci¨®n. La fragilidad es tal que as¨ª como pueden sobrevivir un tiempo m¨¢s, tambi¨¦n pueden derrumbarse ma?ana. El r¨¦gimen cubano ya no tiene ninguna salida estrat¨¦gica: o se reforma o muere.
Joaqu¨ªn Villalobos, ex guerrillero salvadore?o, es consultor para la resoluci¨®n de conflictos.
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