Serbia, ante el espejo
Belgrado pide perd¨®n por la matanza de Srebrenica, pero rechaza el t¨¦rmino 'genocidio'
Las dos almas de Serbia, la europe¨ªsta y modernizadora y la nacionalista y at¨¢vica, se han enfrentado esta semana en el Parlamento de Belgrado. Una resoluci¨®n aprobada el martes por la escueta mayor¨ªa de 127 diputados sobre 250 condenaba la matanza de Srebrenica, perpetrada por el Ej¨¦rcito serbobosnio en 1995, en la guerra civil de Bosnia-Herzegovina. La ciudad, declarada enclave protegido de la ONU, fue tomada por las fuerzas serbias, que asesinaron a 8.000 civiles varones de religi¨®n musulmana, ante la pasividad del contingente holand¨¦s que deb¨ªa velar por su seguridad.
El Gobierno serbio, que quiere dejar atr¨¢s esa horrible mancha de su pasado, ha dado un paso para adecentar su petici¨®n de ingreso en la UE, pero no puede ser el ¨²nico. La oposici¨®n nacionalista se quej¨® airadamente en el hemiciclo de que la condena equival¨ªa a hacer de Serbia "un paria entre las naciones"; y la declaraci¨®n de Belgrado no calificaba el hecho de genocidio, como exigen los familiares de las v¨ªctimas, que aseguran que llegar¨¢n hasta el Tribunal Internacional de Justicia para que se reconozca la dimensi¨®n de la tragedia.
Bruselas ha dado a entender claramente que para que progrese la petici¨®n de ingreso hay que seguir dando muestras de arrepentimiento pr¨¢ctico, como ser¨ªa la entrega del general Ratko Mladic, que mandaba las tropas que asolaron la ciudad en 1995. Esper¨¢ndole en La Haya est¨¢ Radovan Karadzic, ex jefe de Gobierno de la rep¨²blica secesionista serbobosnia, puesto a disposici¨®n del tribunal por el mismo Gobierno de Belgrado en julio de 2008, y ahora sometido a juicio por varios delitos, aunque el m¨¢s grave de todos es precisamente el de genocidio. La moderaci¨®n del Parlamento serbio, sobre todo evitando el reconocimiento del genocidio, sirve para cubrir al antiguo psiquiatra, que vivi¨® durante a?os oculto en Serbia, y niega todas las acusaciones contra su persona.
El crimen de Srebrenica, como tantos otros actos de barbarie de la civilizada Europa, no tiene redenci¨®n posible, aunque no por ello haya que dejar de saludar la declaraci¨®n. Determinar si fue o no genocidio es importante, sobre todo para condenar a Karadjic, pero lo es m¨¢s que todos los culpables rindan cuentas ante la justicia. Por eso, la entrega de Mladic no s¨®lo allanar¨ªa el camino del pa¨ªs para su integraci¨®n en la UE, sino que ser¨ªa el mejor reconocimiento a los familiares de las v¨ªctimas de la ciudad bosnio-musulmana.
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