Performance
Debe estar sentada all¨ª ahora mismo. Debe estar inm¨®vil en el gran hall del MOMA, poderosa y fr¨¢gil, sosteniendo la mirada de los que quieran verla o se atrevan a sentirse fuertes y d¨¦biles frente a sus ojos. Es la m¨¢s ambiciosa de sus siempre ambiciosas performances: esta vez pasar¨¢ all¨ª sentada las horas que el museo est¨¦ abierto y, para no perder la concentraci¨®n, no pronunciar¨¢ ni una palabra hasta el 31 de mayo, momento en que se cerrar¨¢ la muestra.
Cuentan que, debido al rigor del trabajo diario, su cuerpo es vigilado cada ma?ana y cada noche por un masajista y un nutricionista. Me pregunto qui¨¦n debe andar cuidando del esp¨ªritu de Marina Abramovic, la performer m¨¢s veterana y m¨¢s audaz de todos los tiempos que ahora se sienta concentrada y sencilla, con un poco de M¨¢ter Dolorosa y un poco de guerrillera -que es tanto como decir con bastante de esa Santa Teresa de Jes¨²s sobre la cual ha girado su trabajo en nuestro pa¨ªs-. Abramovic sabe, pues es una artista resplandeciente, que la performance no es inocente: tiene efectos sobre el coraz¨®n y el cerebro; no pasa sin m¨¢s por nuestras vidas.
La pudimos ver en Madrid en la galer¨ªa La F¨¢brica hace apenas unos meses, pudimos ver sus trabajos que ahora se muestran en el excepcional museo neoyorquino. Han dedicado a esta artista, nacida en la ex Yugoslavia hace poco m¨¢s de 60 a?os, la primera gran retrospectiva centrada en la performance de la instituci¨®n y el resultado es extra?o, incluso ambivalente. Es especial porque se exhibe una necesaria retrospectiva del trabajo de Abramovic y es ambiguo porque la idea en principio creativa, volver a representar piezas antiguas, da como resultado una constataci¨®n curiosa: la performance tiene un tiempo y un lugar que no pueden ser trasladados. En el MOMA una serie de j¨®venes artistas ha vuelto a repetir viejas obras como aquella pieza m¨ªtica en la cual los cuerpos desnudos de Abramovic y su pareja dejaban un espacio diminuto entre ellos, obligando el espectador a pasar por el angosto hueco, a rozar la piel. Imponderabilia, de 1977, vuelve a ponerse en escena en el MOMA, pero el espacio parece m¨¢s amplio entre los cuerpos o quiz¨¢s lo aparenta -el efecto cambia cuando una performance se repite por actores, no por la artista que la concibiera-.
Quiz¨¢s sucede porque la performance no es una obra de teatro, sino algo que no puede volver a actuarse con protagonistas diferentes. Tal vez lo interesante de la performance es que habla de la vida misma de los protagonistas, igual que esa imagen de Abramonic, quien se exige silencio fuera de la escena porque en la performance la escena es, al fin, la vida misma. Lo apunta Heddon al referirse a las performances autobiogr¨¢ficas en el m¨¢s amplio sentido de la palabra: "Aunque las performances autobiogr¨¢ficas parecen en su formato un mon¨®logo, el contexto p¨²blico de su trabajo y las aspiraciones de los performers de comunicar con sus espectadores transforman esos trabajos en un di¨¢logo. La performance autobiogr¨¢fica en vivo tiene lugar no s¨®lo en un tiempo compartido, sino en un espacio compartido. Las performances se hacen con el espectador en mente".
Lo explicaba el artista Lucas Samaras en su Samaras ?lbum, descrito como "autoentrevista, autobiograf¨ªa, autopolaroid": "Cuando digo 'Yo' m¨¢s de una persona debe ser contabilizada". El cuerpo, en la performance, es el mero veh¨ªculo del otro. Abramovic lo sabe y nos sigue mirando, firme. Debe seguir inm¨®vil en el hall del MOMA ahora mismo -hay seis horas menos en Nueva York-.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.