Una Perla en la concha de G¨¹rtel
Aunque el levantamiento del secreto del sumario del caso G¨¹rtel no a?ade nada nuevo (como se apresur¨® a decretar Rafael Blasco unas horas despu¨¦s de tener acceso a los 50.000 folios para orientar el argumentario declarativo de los populares valencianos), los vientres de los tomos no paran de suministrar detalles que ayudan a desencriptar el jerogl¨ªfico financiero que hab¨ªa instaurado el PP desde la Generalitat. Y uno de los escorzos que va cobrando corpulencia y significado es el de la presidenta de las Cortes Valencianas, Milagrosa Mart¨ªnez, a la que ?lvaro P¨¦rez, El Bigotes, designaba afectivamente como "la hija de puta de La Perla".
La ex consejera de Turismo, que emergi¨® asimismo (o precisamente por ello) como un valor org¨¢nico del PP en Alicante ante la desesperaci¨®n de Francisco Camps por clavar picas en un territorio feudalizado por Eduardo Zaplana, se va configurando como la puerta por la que penetr¨® la trama corrupta y como el instrumento que permiti¨® consolidar a Orange Market como empresa consagrada a la Administraci¨®n auton¨®mica, con el insolente aval t¨¦cnico de los trabajos que realizaba para el PP en la Comunidad Valenciana (el artificio retroalimenticio). Es decir, Camps no s¨®lo daba a La Perla el emblema pol¨ªtico del turismo para alejarlo de la ¨®rbita de Jos¨¦ Joaqu¨ªn Ripoll, sino que la situaba en el puente de mando del flujo nutriente.
El delito de cohecho ha prescrito, pero su hedor es inagotable
Si con las conversaciones grabadas por la polic¨ªa al gerente de Orange Market se le cae el sombrajo a Mart¨ªnez, al haber recibido un Hublot de 2.400 euros de la empresa a la que adjudic¨® entre 2005 y 2007 m¨¢s de tres millones de euros (cohecho), la adjudicaci¨®n a dedo de 180.000 euros a dos sociedades de la trama, a sabiendas de que estaba contraviniendo la ley de contratos, como subraya con su firma en los escritos (prevaricaci¨®n), la deja inservible.
Es cierto que el delito de cohecho prescribi¨® un mes antes de ser descubierto, sin embargo, el hedor que desprende no s¨®lo es inagotable, sino muy inc¨®modo para un pol¨ªtico. Claro, siempre que considere que la honestidad es un valor. En cuanto a las adjudicaciones a dedo, empujadas por lo que queda por desentra?ar, insin¨²an un torcido horizonte para quien representa a la segunda instituci¨®n de la Comunidad Valenciana. Y, sobre todo, para la propia instituci¨®n, que no s¨®lo acaba mimetiz¨¢ndose con quien la ostenta, sino, lo que es peor, oliendo igual.
Los gusanos de Orange Market est¨¢n arratonando el sill¨®n de la presidencia de las Cortes Valencianas, como antes ocurri¨® con la presidencia de la Generalitat y la Consejer¨ªa de Turismo. Por cierto, ?le lleg¨® el reloj a su sucesora, Ang¨¦lica Such (que tambi¨¦n adjudic¨® a Orange Market), como se dol¨ªa El Bigotes al contable de la empresa, C¨¢ndido Herrero? La actual consejera de Bienestar Social parece que no quiere darse cuenta del cubo de basura que le lanza P¨¦rez. Algo debi¨® decir el viernes al respecto la portavoz del Consell, pero meti¨® la cabeza dentro del vaso de agua. No es para menos. Tambi¨¦n Juan Cotino se esconde tras la catarata del trasvase y Camps hace hincapi¨¦ en su invisibilidad enviando comunicados h¨ªdricos desde ninguna parte, como si fuera Bin Laden.
Parece que ya no queda nadie m¨¢s que Rita Barber¨¢ y sus excavadoras, aunque esa maniobra de distracci¨®n (con la gran contribuci¨®n de la jaur¨ªa de Ricardo Peralta), tambi¨¦n huele a Blasco. El levantamiento del sumario del caso G¨¹rtel tambi¨¦n ha dejado claro que el consejero de Inmigraci¨®n, adem¨¢s de la estrategia, domina ya la acci¨®n del partido e incluso las instituciones. Es el jefe, aunque lo suyo con Camps ya tiene que ver m¨¢s con Mary Shelley que con la pol¨ªtica, lo que quiz¨¢ agrande a¨²n m¨¢s su mito.
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