Guerra por los peces en un paraje olvidado
El doctor Mario Sarsa navegaba por una de las zonas m¨¢s olvidadas del mundo, un paraje donde s¨®lo se circula con peque?as embarcaciones fluviales y que todav¨ªa conserva esa atm¨®sfera oscura y peligrosa que describi¨® Joseph Conrad en su novela El coraz¨®n de las tinieblas (1902).
En esa zona se mueven los enyele, un clan que lleva toda la vida pele¨¢ndose con sus rivales, los monzaya, por el control de los estanques de peces del noroeste de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo. Con algunos episodios especialmente tenebrosos, como las matanzas de los a?os cuarenta y sesenta, el conflicto entre las dos tribus se ha mantenido a ritmo sordo y constante durante d¨¦cadas. Hasta el a?o pasado. En abril, varios j¨®venes de esas etnias se enfrentaron en la ciudad de Dongo, de 15.000 habitantes, en la ribera del r¨ªo Oubangi. Meses despu¨¦s, los enyele se apoderaron de esa ciudad y mataron a siete polic¨ªas. El enfrentamiento sufri¨® una r¨¢pida escalada en pocos meses hasta cifras terror¨ªficas: 70.000 personas se refugiaron en el vecino Congo. Algunos lo lograron cruzando a nado el r¨ªo, otros murieron ahogados en el intento. En total, 1.200 muertos, y una cifra similar de raptos.
Esto es lo que encontraron en diciembre los cascos azules de la Misi¨®n de Naciones Unidas del Congo: una ciudad fantasma, casas incendiadas y cad¨¢veres por todas partes.
A partir de entonces, los enyele formaron un nuevo grupo insurgente para crear m¨¢s problemas al presidente del pa¨ªs, Joseph Kabila. Ya no se contentan con la lucha por los estanques. Son una nueva fuerza de insurgencia, se hacen llamar Movimiento de Liberaci¨®n Independiente de los Aliados, o m¨¢s po¨¦ticamente Patriotas Resistentes de Dongo, y siguen las mismas pautas que otros grupos rebeldes en el peligroso margen izquierdo de la Rep¨²blica Democr¨¢tica de Congo.
Emplean maneras similares a las que se gasta Joseph Kony y su Ej¨¦rcito de Resistencia del Se?or en los bosques del lado oriental del pa¨ªs: ej¨¦rcitos de guerrilleros, ni?os soldados, saqueos, violaciones y un ambicioso l¨ªder llamado Ibrahim Mangbama, un animista convencido de que posee una espada m¨¢gica cuyos poderes traslada a sus soldados chocando su acero con el de los machetes. Tambi¨¦n tiene la extra?a creencia de que rapar la cabeza de sus prisioneros, especialmente si son blancos, multiplica su fuerza.
En cualquier caso, ¨¦l y los suyos constituyen un nuevo frente en un pa¨ªs que ha pasado las ¨²ltimas dos d¨¦cadas de conflicto en conflicto, y que probablemente en tres a?os dejar¨¢ de contar con la ayuda de los cascos azules de la ONU. Un pa¨ªs en el que las muertes se explican con las mismas razones que Conrad relataba en el viaje por el r¨ªo Congo en busca de Kurtz: "La conquista de la tierra consiste en arrebat¨¢rsela a aquellos que tienen una piel distinta o la nariz m¨¢s achatada".
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