Las sectas en pie de guerra
Creo que no hay ejercicio m¨¢s est¨¦ril que proclamar con l¨²gubre satisfacci¨®n ante un desastre: "Ya lo hab¨ªa dicho yo". Es puro narcisismo masoquista que no resuelve nada ni mejora a nadie, aunque quien lo cometa ampl¨ªe su curr¨ªculum. Como me dispongo a incurrir en ¨¦l, vayan por delante los golpes de pecho antes del pecado. Pero no he podido remediar, al leer el art¨ªculo de Patxo Unzueta (Sem-pr¨²n, las fosas de Katyn y Garz¨®n, 15 de abril), acordarme del que publiqu¨¦ en noviembre de 2008, titulado ?El final de la cordura? Como Unzueta, yo tambi¨¦n comenzaba citando a Paul Watz-lawik y sus soluciones clarificantes, es decir, las que aplican tal dosis de remedio a los problemas que en lugar de curarlos provocan peligrosas hemorragias. Era la m¨ªa una reflexi¨®n sobre la iniciativa judicial de Garz¨®n de reabrir no ya las fosas de asesinados por el franquismo, sino las responsabilidades del propio franquismo, pese a la Ley de Amnist¨ªa del 77, iniciativa desautorizada entonces por el fiscal Zaragoza.
Es posible que Garz¨®n se equivocara, pero de ah¨ª a prevaricar hay mucho trecho
El perfil de los jueces m¨¢s hostiles a Garz¨®n apunta a otro asunto: el GAL
Sin entrar en cuestiones legales, de las que poco s¨¦, auguraba yo algunos males que pod¨ªan escapar de la caja de Pandora as¨ª destapada. No se hicieron esperar y el m¨¢s destacado de ellos -como bien se?ala Unzueta- fue otra de las ultrasoluciones denunciadas por Watzlawik: que el Supremo no se limitase a declarar improcedentes las actuaciones de Garz¨®n sino que aceptase una querella contra ¨¦l por prevaricaci¨®n planteada por Falange. Es posible -as¨ª lo se?al¨¦ en aquel art¨ªculo- que Garz¨®n se equivocara o fuese demasiado lejos en su empe?o por atender la justa petici¨®n de los allegados de las v¨ªctimas, que quer¨ªan localizar los restos de sus deudos e inhumarlos debidamente. Pero de ah¨ª a prevaricar supongo que hay mucho trecho, aunque al juez Varela no le haya parecido as¨ª. Baltasar Garz¨®n, como dije entonces y repito ahora, es un estimulador incansable de una justicia que tiende demasiadas veces a esclerotizarse en un formalismo inerte. Quiz¨¢ tambi¨¦n la ley, como ciertos t¨®nicos capilares, deba ser agitada antes de usarla para que surta el efecto requerido. Tanto en el ¨¢mbito nacional como -m¨¢s pol¨¦micamente- en el internacional, Garz¨®n ha sido ese agitador necesario y yo creo que beneficioso en la mayor¨ªa de los casos, aunque con errores y extralimitaciones ocasionales. S¨®lo se equivoca quien se atreve a actuar efectivamente, los pasivos y los rutinarios aciertan siempre... en su irrelevancia. Incluso esa "imaginaci¨®n creativa" que Varela reprocha en su auto al magistrado no me parece en principio algo censurable, porque puede que precisamente sea la osad¨ªa de imaginar lo que falta a una justicia a la que a veces sentimos demasiado t¨ªmida o perezosa. Si toda imaginaci¨®n sobra en los tribunales, bastar¨ªacon una computadora bien programada
para dictar las sentencias...
Pero, claro est¨¢, nada de lo dicho autoriza lo que ya no es imaginaci¨®n sino pura y simple fantas¨ªa: o sea, convertir al juez Garz¨®n en la ¨²ltima v¨ªctima del franquismo por haber intentado caballerosamente hacer justicia a las dem¨¢s. Y, de paso, declarar que el Tribunal Supremo es un ¨®rgano judicial al servicio del fascismo o la reacci¨®n vengativa. La imaginaci¨®n puede ser una funci¨®n de la voluntad inteligente, pero este tipo de fantas¨ªas son s¨®lo compensaciones masturbatorias de quienes no logran entender la realidad en que viven ni transformarla razonablemente. Malo ser¨¢ que nos quedemos sin el prestigio merecido de Garz¨®n, pero tampoco parece bueno que lo pretendamos conservar a costa de cargarnos el de una de las instituciones m¨¢s democr¨¢ticamente necesarias del pa¨ªs... precisamente en el momento en que otras fuerzas no menos indeseables pretenden tambi¨¦n inutilizar el Tribunal Constitucional.
Por lo dem¨¢s, es dolorosamente probable que Garz¨®n se haya ganado muchos enemigos a lo largo de su trayectoria y que haya resentimientos latentes en las acusaciones que hoy le afectan, pero... ?es seguro que sean la venganza de los franquistas o de los afectados por el caso G¨¹rtel?
El perfil pol¨ªtico de los magistrados que le son menos favorables apunta a otro asunto conflictivo del pasado: el GAL. S¨®lo la franqueza a lo bruto de Rodr¨ªguez Ibarra ha recordado su supuesta "prevaricaci¨®n" en ese caso, que tantos celebramos en su d¨ªa. ?No habr¨¢ algo de culatazo del GAL en las tribulaciones que hoy padece este magistrado y los falangistas son s¨®lo la ocasi¨®n pintiparada de pasarle factura? En cualquier caso, parece prudente no enredarnos en juicios arriesgados de intenciones y esperar la decisi¨®n del alto tribunal, que personalmente deseo netamente absolutoria.
El caso es que el sectarismo hisp¨¢nico se ha disparado a favor y en contra de Garz¨®n con su habitual ferocidad inane, fiel a su empe?o bifronte de conseguir un pa¨ªs invivible a partir de los despojos de un pa¨ªs en el que se hab¨ªa logrado convivir bastante bien. Desde luego, no creo que estemos al borde de reeditar el a?o 36 ni nada parecido, pero francamente: vaya lata que dan. El mayor misterio para m¨ª es que c... colirios quieren los empe?ados en pedir justicia hist¨®rica (??) para las v¨ªctimas del franquismo. Naturalmente, comprendo muy bien que quienes tienen un familiar asesinado aspiren a encontrar sus restos y enterrarlos con toda la decencia y el respeto debidos. As¨ª se les prometi¨®, adem¨¢s, aunque, como otras promesas gubernamentales, una vez cumplida su funci¨®n electoralista se ha diluido en trabas burocr¨¢ticas. Es un m¨¦rito de Garz¨®n, por lo menos, haberse tomado en serio ese asunto. Pero no s¨¦ qu¨¦ m¨¢s se puede conseguir en el terreno de la reparaci¨®n moral. Quiz¨¢ hace 30 a?os hubiera tenido cierto sentido perseguir a los beneficiarios de la dictadura, pero a nadie -repito, a nadie con un m¨ªnimo de mando en plaza o responsabilidad- le pareci¨® buena idea entonces: de ah¨ª la Ley de Amnist¨ªa del 77. En las necrol¨®gicas del presidente polaco Kaczynski suele mencionarse con poco aprecio su iniciativa de una Ley de Memoria Nacional para descubrir y denunciar a quienes hab¨ªan colaborado con el r¨¦gimen comunista. Y eso que la mayor¨ªa est¨¢n a¨²n vivitos y coleando, am¨¦n de ocupando en bastantes casos cargos lucrativos. Pero se arguye, creo que con raz¨®n, que tal empe?o justiciero divid¨ªa y enfrentaba al pa¨ªs, obstaculizando su futuro sin resolver su pasado. ?Acaso alguien quiere un empe?o parecido a estas alturas en Espa?a?
Confieso que la noci¨®n de "cr¨ªmenes contra la humanidad" me resulta m¨¢s religiosa o metaf¨ªsica que jur¨ªdica: todos los cr¨ªmenes lo son contra humanos, personales y concretos, no contra conceptos abstractos por edificantes que sean. En la Guerra Civil espa?ola se cometieron innumerables asesinatos contra seres humanos de una u otra ideolog¨ªa. Se dice que los que murieron por culpa de desmanes en la zona republicana fueron ensalzados durante toda la dictadura, mientras que los otros a¨²n esperan reparaci¨®n. Hombre, vamos a ver: no me parece que en las ¨²ltimas tres d¨¦cadas el franquismo haya gozado en ninguna parte de buena prensa ni sus v¨ªctimas sean denostadas o vilipendiadas por nadie como merecidamente castigadas. Ni en los medios de comunicaci¨®n, ni en la escuela, ni en las tribunas pol¨ªticas ni en ninguna parte. Es obvio que hoy ser falangista tiene bastante peor reputaci¨®n que ser comunista, aunque puedan sustentarse hist¨®ricamente reproches contra ambas ideolog¨ªas.
De Franco y sus desmanes se ha dicho cuanto deb¨ªa decirse y no ha sido bueno. Puede que haya nost¨¢lgicos atascados en el pasado, pero eso ocurre en todos los bandos. No es decente apelar a sentimientos agraviados, por ejemplo, de exiliados o herederos de exiliados en Am¨¦rica que mantienen a¨²n su demanda infinita contra una Espa?a que nunca habr¨ªa llegado a la democracia actual sin renunciar a un ajuste de cuentas absoluto: haber padecido cr¨ªmenes ayer y arteriosclerosis hoy no mejora la lucidez pol¨ªtica de nadie.
Cuando discut¨ªamos, Jos¨¦ Bergam¨ªn sol¨ªa decirme: "Deseng¨¢?ate, la ¨²nica soluci¨®n es otra guerra civil y que esta vez ganen los buenos". Tras haber conocido la dictadura de los malos y ahora ver de cerca los modales de los buenos, prefiero que las cosas sigan como est¨¢n.
Fernando Savater es escritor.
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