De aquellas aguas, estos lodos
En el fragor del en¨¦simo episodio de la guerra del agua que se ha desarrollado estos d¨ªas alrededor del proyecto de Estatuto de Autonom¨ªa de Castilla-La Mancha, el portavoz de Comprom¨ªs, Enric Morera, recrimin¨® al presidente de la Generalitat, Francisco Camps, que el intento castellano-manchego de acabar, primero, y limitar, despu¨¦s, el trasvase Tajo-Segura es consecuencia de una din¨¢mica iniciada al introducir en la reforma del Estatuto valenciano del a?o 2006 la referencia al derecho a recibir recursos h¨ªdricos de otras cuencas. Morera a?adi¨® que la actitud "soberbia" del PP en este tema, desde un territorio deficitario en la materia, ha sido un desastre.
Aunque la redacci¨®n concreta del art¨ªculo 17 del Estatut d'Autonomia sea gen¨¦rica e impecable en su formulaci¨®n del derecho de los valencianos "a disponer del abastecimiento de agua de calidad" y a "la redistribuci¨®n de los sobrantes de agua de cuencas excedentarias, atendiendo a criterios de sostenibilidad de acuerdo con la Constituci¨®n y la legislaci¨®n estatal", sin duda esa menci¨®n abri¨® la puerta a que Arag¨®n estableciera una reserva h¨ªdrica (de m¨¢s de 6.000 hect¨®metros c¨²bicos anuales, con apoyo del PSOE y el PP, por cierto) y a que Castilla-La Mancha haya intentado, sin ¨¦xito, algo parecido. Como se?ala el diputado valencianista, la prepotencia es mala consejera para quien se juega intereses estrat¨¦gicos, en este caso en la gesti¨®n de los r¨ªos y sus recursos. Pero, en realidad, todo comenz¨® mucho antes, con la desmesurada campa?a del Agua para todos y el conflicto que suscit¨® aquel Plan Hidrol¨®gico Nacional de Aznar que todav¨ªa hoy, de manera asombrosa, ponen los populares como ejemplo. Lo invocan, en efecto, Camps, Cotino, Clemente y Blasco como si se tratara de un modelo ideal de consenso, cuando el principal partido de la oposici¨®n lo rechazaba y puso en pie de guerra a media Espa?a (la que representan Catalu?a y Arag¨®n, por lo menos) contra la otra media por el fara¨®nico proyecto de trasvase del Ebro.
Cuando Rodr¨ªguez Zapatero derog¨® el trasvase, se apacigu¨® el clima de revuelta en las comarcas del Ebro y se emprendi¨® el programa Agua; el ofensivo triunfalismo del principio se convirti¨® en un victimismo demag¨®gico que el PP no ha abandonado porque soliviantar a la opini¨®n p¨²blica contribuye a mantener abiertas las heridas por las que Camps exprime el apoyo electoral mayoritario de los valencianos.
Mientras, con la pol¨ªtica h¨ªdrica realmente existente, sus desaladoras, su trasvase J¨²car-Vinalop¨® y sus organismos de cuenca, nunca ha faltado agua, pese a la agudizaci¨®n de la sequ¨ªa, y puede aventurarse que la racionalidad se impone pese a la mala prensa. No as¨ª en el debate pol¨ªtico, donde Camps y Alarte, que defienden el Tajo-Segura, se han dado codazos, mientras Barreda y Cospedal, que lo detestan, se tiraban tambi¨¦n los trastos a la cabeza para que los partidos valencianos, las organizaciones empresariales, los regantes y tutti quanti, celebren hoy como un ¨¦xito que el Estatuto de otra comunidad se haya frustrado en el Congreso. Tiene raz¨®n Morera: ?Qu¨¦ desastre!
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