?Palestina soberana?
?Qu¨¦ pasar¨ªa si Palestina declara su independencia? No es una especulaci¨®n ni un escenario descabellado. Es lo que Salam Fayad, el primer ministro palestino, ha dicho que har¨¢ si no logra un acuerdo con Israel. De hecho, en Washington y otros centros de poder corre el persistente rumor de que la declaraci¨®n de independencia de Palestina es una posibilidad real e inminente. Y que, en vista del aislamiento internacional de Israel, de su deteriorada relaci¨®n pol¨ªtica con Estados Unidos y de la popularidad de la causa palestina en el mundo, un buen n¨²mero de pa¨ªses se apresurar¨ªan a reconocer el nuevo Estado.
El estancamiento del proceso de paz, la falta de una "hoja de ruta" cre¨ªble que ofrezca una esperanza de progreso en las relaciones entre palestinos e israel¨ªes, la futilidad de las gestiones de George Mitchell, el negociador estadounidense nombrado por el presidente Obama a los dos d¨ªas de ocupar la Casa Blanca y, sobre todo, la debilidad pol¨ªtica tanto del Gobierno de Israel como de la Autoridad Palestina son, entre otras, las condiciones que hacen plausible la idea de que los palestinos declaren unilateralmente su independencia. Esto no solucionar¨¢ el problema, pero obviamente cambiar¨¢ la situaci¨®n.
La declaraci¨®n de independencia es un gesto que promete m¨¢s de lo que significa en la pr¨¢ctica
Un factor que ha contribuido a hacer factible este escenario es la fragmentaci¨®n pol¨ªtica que sufre Israel y las consecuencias que esto tiene en t¨¦rminos de su aislamiento internacional. En teor¨ªa, la democracia implica gobiernos que representan el sentir y las preferencias de la mayor¨ªa de sus gobernados. En la pr¨¢ctica, a veces ocurre que los intereses m¨¢s defendidos por el gobierno no son los de los sectores m¨¢s numerosos, sino los de los m¨¢s vociferantes. As¨ª, la pasi¨®n de sus partidarios puede llevar a que una organizaci¨®n adquiera una influencia muy superior a la que justificar¨ªa el n¨²mero de adeptos que tiene. Esto viene pasando desde hace ya tiempo en Israel, donde grupos religiosos conservadores, los colonos y otros sectores radicales logran que sus prioridades, y no las de la mayor¨ªa, definan las pol¨ªticas de la naci¨®n. Recientemente, por ejemplo, mientras Joe Biden, el vicepresidente estadounidense, visitaba Israel para promover las negociaciones con Palestina, el Gobierno autoriz¨® la pol¨¦mica construcci¨®n de 1.600 viviendas en el este de Jerusal¨¦n. "Al ver eso, me pregunt¨¦ si de verdad los dirigentes israel¨ªes creen que un Ir¨¢n con bombas nucleares amenaza la supervivencia de su pa¨ªs", me dijo un alto funcionario de la Casa Blanca. "Somos el principal aliado que tiene Israel y sin nosotros no podr¨¢n impedir que Ir¨¢n tenga armas nucleares. Sin embargo, mientras nos esforzamos en lograr que China, Rusia y otros paises nos apoyen para imponerle sanciones a Ir¨¢n, los pol¨ªticos israel¨ªes s¨®lo parecen interesados en construir m¨¢s casas para unos cuantos colonos".
Otra visi¨®n de este incidente es, simplemente, que los colonos y los pol¨ªticos que los representan han secuestrado la burocracia israel¨ª y logran encarrilarla hacia sus prop¨®sitos, sin considerar, en su obcecaci¨®n, otros objetivos nacionales m¨¢s importantes. Seg¨²n este enfoque, el primer ministro Benjam¨ªn Netanyahu se vio tan sorprendido por la autorizaci¨®n de las nuevas construcciones como el mismo Biden. As¨ª, una minor¨ªa radical y estridente conduce al pa¨ªs en una direcci¨®n no compartida por la mayor¨ªa de los israel¨ªes que, hastiados de la pol¨ªtica y desilusionados de sus l¨ªderes, se concentran en disfrutar del incre¨ªble ¨¦xito econ¨®mico y de la dr¨¢stica reducci¨®n de los ataques terroristas que se produjo gracias al muro que rodea los territorios palestinos. Han dejado el rumbo pol¨ªtico de su pa¨ªs en manos de extremistas que no los representan.?Todo esto tiene costos fuera de Israel, y su aislamiento pol¨ªtico ha aumentado: en muchos pa¨ªses apoyar a Israel es pol¨ªticamente costoso, mientras que defender la causa palestina rinde dividendos.
Es por esto que la declaraci¨®n unilateral de independencia parece una idea tan posible y tentadora para los palestinos. Pero es un gesto que promete m¨¢s de lo que realmente significar¨¢ en la pr¨¢ctica. Seg¨²n Daniel Levy, un israel¨ª que particip¨® en m¨²ltiples negociaciones con los palestinos, "el problema no es la declaraci¨®n de independencia; es lo que pasa el d¨ªa despu¨¦s". La independencia no resuelve el hecho de que los palestinos est¨¢n divididos en dos facciones en guerra entre s¨ª. Tampoco produce progreso alguno en los tres espinosos temas que debe negociar con Israel: fronteras, Jerusal¨¦n y el retorno de los refugiados. Ni reduce las ambiciones que tiene Ir¨¢n de controlar Palestina. Pero s¨ª alimentar¨¢ lo que esta min¨²scula zona del planeta produce en grandes cantidades: esperanzas que r¨¢pidamente se convierten en frustraciones.
mnaim@elpais.es
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