Astana, frontera remota
En los tiempos que nos toca vivir las amenazas son cambiantes y peor definidas que en el mundo dividido en bloques de la guerra fr¨ªa. Y ¨¦stas se aprovechan de la permeabilidad de las fronteras y de la capacidad de las nuevas tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n. Hoy ning¨²n pa¨ªs puede garantizar por s¨ª mismo la protecci¨®n total de sus ciudadanos y de sus intereses estrat¨¦gicos.
Raz¨®n de m¨¢s para justificar una Europa unida a la que el Tratado de Lisboa da nuevos instrumentos para desarrollar su pol¨ªtica exterior. Pero hemos tardado mucho tiempo en conseguirlo. Y han emergido nuevos actores que hace poco eran desconocidos o inexistentes, cuya influencia geopol¨ªtica es mucho m¨¢s grande de lo que imaginamos.
En Asia Central est¨¢ en juego la seguridad europea. De ah¨ª el papel clave de un pa¨ªs como Kazajist¨¢n
Adem¨¢s, tenemos sobradas muestras de c¨®mo la inestabilidad de un pa¨ªs causada por el terrorismo o por los conflictos civiles repercute en los vecinos de su regi¨®n. Sobre todo en zonas en las que las agresiones a la paz se retroalimentan con argumentos religiosos o ¨¦tnicos.
Por ello, para prevenir las amenazas a la seguridad colectiva, es imprescindible la cooperaci¨®n entre distintas organizaciones internacionales que cubren ¨¢reas geogr¨¢ficas m¨¢s amplias.
La Organizaci¨®n para la Seguridad y la Cooperaci¨®n en Europa (OSCE) es una de ellas. La integran 56 pa¨ªses, "desde Vancouver a Vladivostok", y es una de las m¨¢s importantes organizaciones internacionales regionales, especialmente en lo que respecta a las pol¨ªticas de mantenimiento de la paz y defensa de las libertades. Tuve oportunidad de conocerla por dentro cuando Espa?a ejerci¨® su presidencia en el 2007 y el ministro Moratinos me hizo el honor de nombrarme su enviado especial.
Entonces tuvo lugar el llamado "compromiso de Madrid", por el cual la presidencia de la OSCE la ostentar¨ªa ahora un pa¨ªs como Kazajist¨¢n, el primer Estado de Asia Central y la primera rep¨²blica ex sovi¨¦tica en alcanzar este rango dentro de la organizaci¨®n.
La responsabilidad asumida por Kazajist¨¢n acredita la necesidad de extender el planteamiento sobre seguridad colectiva m¨¢s all¨¢ de los l¨ªmites a los que Europa estaba acostumbraba. Ahora hemos de integrar a nuevos actores que se sit¨²an en lo que cabr¨ªa llamar "fronteras exteriores", pero que est¨¢n en la "primera l¨ªnea" de la presi¨®n del terrorismo. Juegan un papel fundamental para evitar la proliferaci¨®n de "Estados fallidos" que se conviertan en plataformas del terrorismo internacional o de otras actividades delictivas, como la pirater¨ªa o el narcotr¨¢fico.
Kazajist¨¢n, un Estado multicultural y multi¨¦tnico, en el que conviven 140 etnias y m¨¢s de 40 confesiones religiosas, es uno de estos pa¨ªses que asumir¨¢n un protagonismo creciente en la estabilizaci¨®n pol¨ªtica y en la consolidaci¨®n de procesos democr¨¢ticos. La importancia que le da la diplomacia norteamericana lo demuestra y una visita al pa¨ªs lo constata. Y por si fuera poco, sus estepas, que vieron cabalgar a Gengis Khan, esconden enormes reservas de petr¨®leo y gas, que refuerzan su importancia geoestrat¨¦gica.
Que ese pa¨ªs surgido del desmembramiento del imperio sovi¨¦tico y con poca tradici¨®n democr¨¢tica pretendiera ejercer la presidencia de la OSCE fue en su d¨ªa motivo de sorpresa y reticencias. La presidencia espa?ola actu¨® entonces con la visi¨®n pol¨ªtica necesaria para vencer prejuicios dando tiempo al tiempo. Hoy la presidencia kazaja propone celebrar una Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OSCE en su capital, Astana, para dar un nuevo impulso a esta Organizaci¨®n e incorporar proyectos concretos a la agenda que qued¨® incompleta en la cumbre de 1999, celebrada en Estambul. Ser¨ªa una buena ocasi¨®n de transmitir apoyo y confianza a los nuevos actores que se han incorporado a la preocupaci¨®n com¨²n por la seguridad colectiva.
La Europa de Lisboa no puede ignorar las nuevas realidades y su nueva diplomacia debe entender que la fortaleza de organizaciones, como la OSCE, es una condici¨®n indispensable para que los esfuerzos multilaterales no se pierdan en el limbo de las buenas palabras.
El mayor error que pueden cometer las democracias occidentales es confiar su seguridad s¨®lo a sus propias capacidades de prevenci¨®n de los conflictos. Afganist¨¢n es un buen ejemplo y en la lejana Asia Central se van a jugar importantes desaf¨ªos para nuestra seguridad. La presidencia de Kazajist¨¢n de la OSCE muestra que es posible que los europeos cooperemos eficazmente con algunos de esos nuevos actores que han emergido sin que nos di¨¦semos cuenta durante nuestra larga introspecci¨®n.
Josep Borrell es presidente del Instituto Universitario Europeo de Florencia (Italia).
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