La mejor victoria de Guardiola
Al Bar?a le costar¨¢ digerir la eliminaci¨®n de la Copa de Europa porque el Inter es el equipo de Mourinho, ex traductor del club, como remarca el t¨¦cnico, y porque no podr¨¢ defender el t¨ªtulo en Madrid, meta que ha actuado como motor del barcelonismo durante la temporada. Quiz¨¢ porque el a?o pasado gan¨® los seis t¨ªtulos en juego, ¨²ltimamente al Bar?a le han ocupado las cuestiones particulares, especialmente los duelos con el Madrid y la final de Chamart¨ªn, sensaci¨®n agrandada por la pugna medi¨¢tica que a veces provoca reacciones desproporcionadas. A Guardiola se le escap¨® que "por la meseta entienden mucho de arbitrajes" y se ha armado la de Dios es Cristo.
A muchos aficionados azulgrana les incomoda a veces el discurso de su presidente. La mayor¨ªa, en cambio, se siente a gusto con su entrenador. La grandeza de Guardiola es que su obra trasciende lo cotidiano, incluso las semifinales de la Champions, y permite discutir sin dramatismo. Hablar sobre alineaciones y fichajes no supone dudar sobre el juego. Alrededor del m¨¦s que un club, el Bar?a ha desarrollado un relato que encaja muy bien con su carta de naturaleza. Ah¨ª est¨¢ La Masia, Messi, Unicef y una forma de entender y jugar al f¨²tbol ¨²nica en el mundo, una manera que est¨¢ por encima del peor de los resultados.
Una situaci¨®n ins¨®lita si se atiende a la historia del Bar?a y a las consecuencias de sus derrotas en las semifinales de la Copa de Europa. Helenio Herrera sali¨® por piernas m¨¢s que a hombros despu¨¦s de haber perdido con el Madrid (1959-60), Johan Cruyff qued¨® marcado como jugador por el Leeds el d¨ªa de Sant Jordi (1973-74), a Van Gaal se lo rif¨® el Piojo L¨®pez en la eliminatoria contra el Valencia (1999-00), Rexach levant¨® la bandera blanca en el Camp Nou con el Madrid (2001-02) y Rijkaard se ensimism¨® en Old Trafford (2007-08). La eliminaci¨®n con el Inter ha dejado mal parado a Ibrahimovic -hay seguidores hist¨®ricos que comparan el descarte de Eto'o con el de Sotil por Neeskens- y evoca los tiempos de HH y Su¨¢rez cuando dejaron Barcelona por Mil¨¢n. A ning¨²n precandidato electoral se le ha ocurrido en cambio apostar por variar la filosof¨ªa futbol¨ªstica que tan bien ha definido y desarrollado Guardiola.
El salto de calidad ha sido tan espectacular que el Bar?a es v¨ªctima del propio Bar?a. Los seguidores no quieren que su equipo se parezca al Inter, sino que aguardan al regate de Messi, al pase de Xavi, al arrebato de Piqu¨¦, al requiebro de Pedro, a la sutileza de Iniesta. El mi¨¦rcoles no estaba Iniesta ni m¨¢s jugadores que marcaran la diferencia o se sumaran a la rebeld¨ªa de Piqu¨¦, circunstancia que seguramente abunda en la necesidad de acudir al mercado y no aguardar a que la cantera resuelva tambi¨¦n los problemas estructurales y decida el partido del a?o. Puede que el plantel se haya quedado corto, los jugadores est¨¦n agotados y el viento a favor que propici¨® los goles de Stamford Bridge, M¨®naco y Abu Dabi sople ahora en contra en partidos como el del Inter. Los detalles son a veces decisivos en el f¨²tbol. La direcci¨®n, sin embargo, tiene que ser inequ¨ªvoca para la viabilidad del plan, y la del Bar?a est¨¢ tan bien subrayada que el barcelonismo no deber¨ªa alimentarse con el odio al Madrid o a Mourinho sino con el sentido de pertenencia a un equipo que est¨¢ justamente en el lugar que le corresponde: disputando todos los t¨ªtulos hasta el ¨²ltimo momento y con posibilidades de ganarlos.
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