Desconfianza
Antes, la suspicacia y un cierto desenga?o representaban simplemente un sano mecanismo de defensa frente a la obediencia y la sumisi¨®n est¨¦ril. Ahora estamos horrorizados de los acontecimientos que nos sorprenden todos los d¨ªas. Ya no es solamente un problema de corrupci¨®n, algo despreciable pero muy viejo y conocido, es que est¨¢n fallando los mecanismos m¨¢s simples de estabilidad y funcionamiento social.
La erupci¨®n de un volc¨¢n, un fen¨®meno nada sorprendente ni original, pod¨ªa producir en otros tiempos una tragedia local y poco m¨¢s, ahora paraliza el tr¨¢fico a¨¦reo de toda Europa. Nadie tiene la culpa del hecho natural, pero est¨¢bamos tan ocupados con la navegaci¨®n, el turismo y los beneficios que nadie se ocup¨® de desarrollar unos sencillos planes estrat¨¦gicos para este tipo de problemas. Una plataforma petrol¨ªfera es capaz de producir una cat¨¢strofe, a lo largo y ancho de costas y estados, que todav¨ªa no tiene l¨ªmites conocidos. Una tecnolog¨ªa que no tiene nada de nueva s¨®lo puede fallar si se han descuidado los mecanismos de seguridad y los c¨¢lculos del riesgo que se estaba produciendo. Si eso ocurre con una plataforma para extraer petr¨®leo, ?puede ocurrir lo mismo con una central nuclear? Claro que las consecuencias ser¨ªan otras.
Pero los problemas de gesti¨®n no se limitan a una tecnolog¨ªa descontrolada, est¨¢n afectando a nuestra econom¨ªa cotidiana. La crisis comenz¨® siendo algo extra?o que afectaba a bancos y financieras, tuvo la virtud de llamar la atenci¨®n sobre un sistema econ¨®mico que funcionaba mal y destapar las cloacas administrativas del dinero. Dos a?os despu¨¦s todo sigue igual, quiz¨¢ peor todav¨ªa, porque ahora sabemos que es posible asaltar un pa¨ªs como Grecia, darle instrucciones sobre sus normas de vida, subir impuestos, bajar sueldos, disminuir el n¨²mero de pagas anuales, aumentar la edad de jubilaci¨®n y poner a los ciudadanos frente a un futuro absolutamente desconocido. Nos falta por saber si Grecia es la excepci¨®n o el primer ejemplo de una lista ya establecida.
Sabemos que una sociedad no puede funcionar en estado permanente de sobresalto y con una desconfianza generalizada hacia sus representantes y hacia el propio sistema. Por eso ahora tenemos dos problemas; por un lado, volver a poner en su sitio a la t¨¦cnica, la econom¨ªa y al propio estilo de vida que llev¨¢bamos. Pero al mismo tiempo, eso no ser¨¢ posible si no conseguimos reconstruir unas actitudes aceptables de confianza en los dem¨¢s, en el otro, en el adversario, el representante y en el propio sistema que tenemos que reconstruir. En nuestro caso, sin lugar a dudas, con la siguiente generaci¨®n de pol¨ªticos.
A Obama se lo han explicado bien, por eso pide a gritos volver a un mayor civismo pol¨ªtico, escuchar las opiniones de los dem¨¢s para mejorar las propias. Eso o el silencio de la cat¨¢strofe griega.
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