Bajo el 'boom' de los 'narcolibros'
Cinco autores debaten en el Festival de la Palabra sobre escribir contra la violencia
Lo que para los autores del boom representaron el paraguayo Jos¨¦ Gaspar Rodr¨ªguez de Francia, el dominicano Rafael Le¨®nidas Trujillo, el guatemalteco Estrada Cabrera o el chileno Augusto Pinochet lo representan hoy para sus herederos los jefes de las bandas mafiosas de Medell¨ªn o Ciudad Ju¨¢rez. Los capos del narcotr¨¢fico han sustituido a los dictadores en la literatura latinoamericana. Los jeeps militares han dado paso a una flota de aparatosos cuatro por cuatro con cristales ahumados y la violencia ha dejado de moverse en sentido vertical para colonizar horizontalmente la sociedad entera.
Cuando el mexicano ?lmer Mendoza, un hombre al que seg¨²n su compatriota Paco Ignacio Taibo II los traficantes respetan "porque quieren salir en sus novelas", habla de los 22 asesinatos diarios de su pa¨ªs, con 100 millones de habitantes, el puertorrique?o Pedro Cabiya saca una cifra similar para el suyo, con s¨®lo cuatro millones. "?No puede ser!", tercia asombrado el cubano Leonardo Padura. "Puerto Rico se va a quedar vac¨ªo".
Los capos sustituyen a los dictadores en la literatura latinoamericana
?C¨®mo se traduce en letra toda esa sangre? ?C¨®mo contar la violencia? Esa es la pregunta que ocupa varias de las sesiones del Festival de la Palabra, el encuentro que hasta el domingo se celebra en San Juan de Puerto Rico. La respuesta, a la vista de la edad de oro editorial que vive el g¨¦nero, es esta: con las herramientas del g¨¦nero policiaco. Taibo II, director de la Semana Negra de Gij¨®n, lo explica as¨ª mientras se mueve hiperactivo por la sede del festival: "La corrupci¨®n es un iceberg y tanto el periodismo como las ciencias sociales tienen muy dif¨ªcil contar la parte sumergida. Muchas veces se conforman con contar la parte visible, o sea, el 10%. La novela negra cuenta el iceberg completo". El espa?ol Jos¨¦ Ovejero, que estos d¨ªas ultima un libro sobre escritores delincuentes, confirma que la novela negra es adem¨¢s, junto con la autobiograf¨ªa, el formato preferido por los narradores -no es el caso, que se sepa, de los invitados a Puerto Rico- que pasan por la c¨¢rcel: la ficci¨®n sirve para vender libros; la no ficci¨®n, para vender la idea de que la sociedad tambi¨¦n es culpable.
"Si hablamos de violencia hablamos de narco", dice Cabiya mientras ?lmer Mendoza apunta que se trata del segundo negocio m¨¢s importante del mundo despu¨¦s del tr¨¢fico de armas: "No es algo ex¨®tico sino la realidad cotidiana". Y en pocos sitios es as¨ª como en Colombia, a?ade otro Mendoza, Mario. El narrador bogotano, autor de Satan¨¢s, una novela adaptada el cine por Andi Baiz, y que acaba de publicar en su pa¨ªs el ensayo La locura de nuestro tiempo (Seix Barral), recuerda que en Colombia la violencia es "del establecimiento", es decir, estructural. "El propio narcotr¨¢fico tiene un dise?o perfecto para permear toda la sociedad", reflexiona. Y explica que el llamado proceso 8.000, que en 1995 implic¨® al presidente Ernesto Samper, acusado de recibir dinero del narco para su campa?a, destap¨® una red cuyo hilos hab¨ªan sido tejidos por traficantes, ministros, futbolistas, periodistas y reinas de la belleza. "La violencia ya no es vertical, ahora es un rizoma". ?Y qu¨¦ hace un escritor con todo eso? "Equilibrios", responde Mendoza. "No hay buenos ni malos. Si eres maniqueo cometes un error. Si creas h¨¦roes, tambi¨¦n. Todos son malos", dice. Y al instante, a?ade: "Pero no use como titular, por favor, 'En Colombia todos son malos'. Luego tengo problemas con ese nacionalismo ofendido que gasta dinero en publicidad para dar buena imagen del pa¨ªs".
"La modernidad de una ciudad se mide por las balas que truenas en sus calles", se lee en el arranque de Balas de plata (Tusquets), de ?lmer Mendoza. El escritor mexicano dice que esa l¨ªnea es un truco para atrapar al lector -y en Europa atrap¨® a muchos- pero no desmiente lo que tiene de radiograf¨ªa social. A medio camino, literalmente, entre M¨¦xico y Colombia, en Nicaragua, situ¨® Sergio Ram¨ªrez su ¨²ltima novela, El cielo llora por m¨ª (Alfaguara), una historia de ex combatientes antisomocistas que terminan trabajando en el departamento de estupefacientes de la polic¨ªa. Generacionalmente con un pie en el boom y otro en sus consecuencias, Ram¨ªrez es, como su pa¨ªs, el puente perfecto entre la literatura que se ocup¨® de la violencia pol¨ªtica y la que se ocupa ahora de la violencia sin adjetivos. Para ¨¦l adem¨¢s los escritores siguen respondiendo al mismo resorte: "La historia p¨²blica irrumpe en la historia privada y la destroza". Sea pasto de las enciclopedias o de las p¨¢ginas de sucesos.
Babelia
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