Esca?o y escolta en Euskadi
Los concejales socialistas y populares vascos, entre ellos Pereira, Markaida, Anglada y Gonz¨¢lez, hacen pol¨ªtica con guardaespaldas. La violencia callejera ha bajado, pero ETA puede asesinarles
La pol¨ªtica municipal en Euskadi puede llegar a ser una odisea para muchos de los cerca de seiscientos concejales, casi todos socialistas y populares, obligados a llevar escolta. Vivir con ella significa vivir sin libertad de movimientos, alejado de los electores, y frecuentemente de la familia y de los amigos. El temor a perder la vida impone cambios de domicilios, renuncias existenciales y dr¨¢sticas limitaciones en la confecci¨®n de listas. El premio gordo del triunfo electoral en las filas del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE) y del Partido Popular suele ser un coche y dos escoltas.
?Joseba Markaida
(PSE-EE)
Francisco Franco se acercaba a la hora de la recomendaci¨®n del alma cuando el vizca¨ªno Joseba Markaida, entonces con 16 a?os, luchaba contra la dictadura embarcando a hist¨®ricos de ETA desde el puerto local del Abra hasta San Juan de Luz, en Francia. "Entonces cre¨ªa que lo ten¨ªa que hacer as¨ª". El portavoz del Partido Socialista de Euskadi-Euskadiko Ezkerra (PSE-EE) en Berango descorcha una botella de buen vino en su caser¨ªo de Getxo, construido por sus ancestros en el siglo XVII. Markaida, de 55 a?os, no se arrepiente de aquel activismo "porque en aquel momento era coherente con lo que pensaba. S¨ª me arrepiento de que al final se ha generado una bestia que no pudimos parar".
"Aqu¨ª, cuando mataron al juez Jos¨¦ Mar¨ªa Lid¨®n, todos llev¨¢bamos escolta menos ¨¦l. Matan al m¨¢s f¨¢cil"
"ETA me envi¨® un recado en 1998. 'Vamos a por ti'. Llor¨¦ amargamente. No lo pod¨ªa entender"
Fundador de Zaitu, Asociaci¨®n Pro-v¨ªctimas de Persecuci¨®n, Amenazados y Exiliados por causa de ETA, milita en la formaci¨®n socialista desde la fusi¨®n de 1993 con EE, cuando pas¨® a convertirse en "un espa?olazo" para el matonismo abertzale. Repudiado por ese mundo, ha encajado pintadas, agresiones, amenazas y pancartas. Vive escoltado. Le intentaron quemar el caser¨ªo en cuatro ocasiones y, aunque la presi¨®n callejera ha disminuido, su vida no es f¨¢cil. "Estamos notando que no hay acci¨®n ya desde que se aprob¨® la ley de partidos. Claro, para ellos atacar y defenderse a la vez (de la pol¨ªtica antiterrorista y del endurecimiento del Gobierno de Patxi L¨®pez) es muy dif¨ªcil; y ahora se est¨¢n defendiendo. Yo tengo contactos, yo soy del pueblo, y s¨¦ de lo que hablo".
El primer aldabonazo contra el uso de la violencia como herramienta pol¨ªtica le lleg¨® a Markaida cuando un compa?ero de los Maristas, guardia civil, muri¨® en un tiroteo en Bilbao. "Me empec¨¦ a plantear las cosas y cuando me convenc¨ª de que hab¨ªa que romper con la violencia, de que hab¨ªa que mirar las cosas desde un prisma democr¨¢tico, lo dije en Euskadiko Ezkerra". Entonces comenzaron la desafecci¨®n y las amenazas. "Vino el desapego de los que cre¨ªas que eran verdaderos amigos, pero que ni tan siquiera contrastaron conmigo mi evoluci¨®n. Fue el sectarismo de ah¨ª te quedas".
Joseba Markaida tiene un ahijado que pertenece a HB, formaci¨®n con la que simpatiza la mitad de su familia. Tambi¨¦n ha criado como hijos propios a dos chavales del caser¨ªo de enfrente, hoy en la c¨¢rcel por pertenencia a ETA. "Un ¨ªntimo amigo m¨ªo, el padre de ellos, se casa con una fan¨¢tica, al final se fanatiza ¨¦l, y se fanatizan sus hijos. No hay nada peor que una madre animando a sus hijos a ser h¨¦roes". Markaida no se considera un h¨¦roe, pero tampoco un cobarde. "A uno de los famosos (de HB) le agarr¨¦ del cuello porque acababa de zurrar a mi hijo. Llam¨® a la polic¨ªa. Cuando les conviene llaman a los guardias".
El portavoz del Grupo Socialista en Berango dice que su historia es la historia de quienes han sido antifranquistas y despu¨¦s antitiranos "porque estos son unos tiranos. Ahora est¨¢n muy mal. Quieren demostrar que est¨¢n vivos, pero est¨¢n muy apretados, incluso han perdido la calle. Antes siempre hab¨ªa doscientos detr¨¢s de una pancarta. Ahora est¨¢n las pancartas y dos vigilando para que no se las tiren".
Al igual que todos los concejales del PP y el PSE-EE en Euskadi, Markaida no puede renunciar a la escolta porque lo suyo es una loter¨ªa. "Aqu¨ª cuando mataron al juez Jos¨¦ Mar¨ªa Lid¨®n, en 2001, ¨¦ramos cuatro los que est¨¢bamos amenazados de muerte por ETA. ?Qui¨¦n no llevaba escolta? El juez Lid¨®n. Matan al m¨¢s f¨¢cil".
Ahora parece cundir el des¨¢nimo, la confusi¨®n en las filas abertzales. "Entre ellos empiezan a pensar que es el otro quien les est¨¢ delatando. Se pide pureza. Tienen unos l¨ªos tremendos. Est¨¢n en un momento casi ag¨®nico". ?En qu¨¦ se nota? "En que no hacen presi¨®n en las fiestas, ni en la calle, no insultan, no hacen carteles, no hay acci¨®n". Y todo indica que la ca¨ªda del activismo callejero de la zona Uribe Costa es igual en casi todos los pueblos de Euskadi. Getxo y Berango cobijaban a un grupo violento muy organizado que ha sido pr¨¢cticamente desmantelado. Ocho cayeron cerca del caser¨ªo de Markaida cuando vinieron a quemarlo con c¨®cteles molotov, por en¨¦sima vez. La mayor¨ªa militaba en la kale borroka de la zona. "Casualmente", ironiza Markaida, "hab¨ªa una patrulla a las tres de la ma?ana y los trincaron. Est¨¢n encima de ellos. Yo creo que tienen un GPS metido en el culo".
?Bego?a Pereira (PP)
La ¨²nica concejala del PP en la poblaci¨®n guipuzcoana de Lizartza, Bego?a Pereira, hered¨® de su padre, gallego, el compromiso con la unidad de Espa?a, en tierras donde proclamarse espa?ol es cosa de valientes. El temple de esta mujer de 51 a?os no le permite ceder ante las amenazas de ETA, ni tampoco hundirse con las desavenencias familiares derivadas de su adscripci¨®n pol¨ªtica: no se habla con dos hermanas desde hace tres a?os. "He aguantado carros y carretas. Soy una facha, una mal nacida, lo peor, porque pertenezco al PP, pero no van a conseguir que me vaya de aqu¨ª", dice en un bar de Urretxu. Muy cerca, vigilan los dos escoltas, su sombra desde hace 12 a?os.
Bego?a Pereira, separada, con tres hijos, con dos legislaturas de trabajo municipal en Urretxu, que arrastra la cruz de su militancia, y sin empleo desde hace cuatro a?os porque no es f¨¢cil encontrarlo con dos guardaespaldas detr¨¢s; tampoco le sirve cualquiera: renunci¨® a un puesto de auxiliar de vigilancia porque deb¨ªa compartir turnos con otra gente y exponerlos a un posible atentado. "Si vienen a por m¨ª por lo que represento, que vengan, pero no puedo jugar con la vida de otras personas, as¨ª que dej¨¦ el trabajo. Pero necesito un trabajo, de limpiadora o de algo que pueda hacer". En 1998, ETA le envi¨® un recado: "Vamos a por ti". Aquel d¨ªa llor¨® amargamente, incapaz de entender el porqu¨¦.
El padre de Bego?a Pereira muri¨® hace dos a?os, despu¨¦s de haber sufrido por su corajuda hija, y su madre, vasca de O?ate, falleci¨® hace tres. El velorio de la ama desencaden¨® un choque familiar todav¨ªa vivo. "Resulta que el partido mand¨® un centro de flores al funeral con una banda que dec¨ªa 'de tus compa?eros del partido'. Sin enterarme yo, dos de mis hermanas que se pusieron como locas, quitaron las iniciales del PP de la banda". Se arm¨® la gorda y estuvo a punto de no asistir al funeral. Un cu?ado y una sobrina pidieron respeto: "Tanto que sois de HB, yo no veo que HB haya mandado ninguna corona para vuestra madre. Hay que respetar".
"Yo tengo una hermana que me ha dicho que ETA me tiene que matar", prosigue la concejala.
-?C¨®mo?
"S¨ª, mi hermana me lo ha dicho. Y lo triste es que no tiene una idea pol¨ªtica, ni nunca la ha tenido. Estaba casada con uno de O?ate, que era tela: el t¨ªpico que sale con el santo de la localidad al hombro en las fiestas del patr¨®n y luego es el que est¨¢ de acuerdo en que ETA tiene que matar a todo hijo de puta. Y mi hermana cuando estaba viviendo con ¨¦l, pues opinaba igual". Probablemente, las palabras de su hermana fueron pronunciadas en un calent¨®n, en el fragor del cruce de pasiones, detonadas por el desquiciante contexto de intolerancia y violencia, pero le hicieron mucho da?o. El tiempo dir¨¢ si es posible la reconciliaci¨®n.
Pereira no ha notado grandes cambios en la relaci¨®n con el radicalismo vasco, pero admite que la presi¨®n de a?os m¨¢s duros tiende a disminuir. "Igual habr¨¢ que darle m¨¢s tiempo". A la espera de la definitiva pacificaci¨®n, ha padecido un sinf¨ªn de vejaciones: durante su peripecia de trabajadora eventual aguant¨® de todo porque ten¨ªa tres hijos que cuidar: gente que la conoc¨ªa de toda la vida le retir¨® la palabra, y ex presos de ETA la mortificaron. "Fueron constantes insultos y humillaciones. Te escupen a la cara". No tuvo m¨¢s remedio que reaccionar a lo machito frente a una compa?era que la hostiaba con codazos y empujones en la empresa Fagor: "Venga si te crees tan fuerte, vamos a la calle y nos vemos como los hombres".
Y suma y sigue. La nacionalista radical Consuelo Aguirrebarrena le acert¨® en la ceja con el m¨¢stil de una pancarta de apoyo a los presos de ETA, el 6 de septiembre de 2007, cuando Pereira sal¨ªa de una novena en la ermita Virgen del Sagrario de Lizartza. La agresora fue condenada, en primera instancia, a cuatro a?os de c¨¢rcel y 1.800 euros de multa. "Nos dijeron de todo: txakurras (perros), fachas, iros de aqu¨ª". "Nos tiraron piedras y cuando me iba a meter en el coche me pegaron con el palo en la ceja".
Bego?a Pereira rechaza las imposiciones. Como es una persona muy activa, de mucho salir, y no puede hacerlo como quisiera, sufre. "En Tolosa cojo mi perrilla y me voy pasear con ella". A veces se toma un caf¨¦ sola o con su nueva pareja, y lo disfruta, pero sus hijos, de 34, 33 y 31 a?os, lo llevan mal; el peque?o, peor. Pero su madre no claudica: "Yo me quedo aqu¨ª porque ¨¦sta es mi tierra".
"La p¨¦rdida de dinero les da?a mucho" (Herme Gonz¨¢lez, PSE-EE)
La Casa del Pueblo de Urnieta fue quemada en 2001, pero, pese a todo, Herme Gonz¨¢lez, concejal pionero de los socialistas, sigui¨® adelante, y con ¨¦l, sus compa?eros de partido, todos con escolta. El PSE-EE ha crecido electoralmente en Urnieta porque, entre otras razones, denunci¨® la corrupci¨®n peneuvista, ofreci¨® su proyecto casa por casa y, sobre todo, pudo hacer pol¨ªtica municipal. Fue posible porque Urnieta no es como la vecina Andoain, equiparada con Beirut durante los a?os de plomo.
"Ahora [los radicales vascos] est¨¢n bastante fastidiados. Y el tema econ¨®mico es lo que m¨¢s da?o les ha hecho. Han perdido poder econ¨®mico, dinero, y poder institucional", destaca. "Y te lo digo porque yo he estado trabajando en una f¨¢brica de pl¨¢sticos y esta gente antes compraba rollos por camiones", agrega el portavoz del PSE-EE en Urnieta. "Sin embargo, desde hace cuatro a?os para aqu¨ª iban s¨®lo a por un rollito o por dos. Se ve que hay menos recursos".
Gonz¨¢lez piensa que la constelaci¨®n abertzale manifiesta cansancio, hartazgo, y se pregunta: ?hacia d¨®nde vamos con todo esto, sin poder hacer pol¨ªtica ni en el Gobierno vasco ni en buena parte de los ayuntamientos? En anteriores legislaturas, a?os antes de la ley de partidos, se mov¨ªan a sus anchas, recuerda el socialista. Al amparo de las subvenciones aprobadas por las instituciones bajo su mando, "controlaban un aglomerado de asociaciones, clubes y dem¨¢s. Venga subvenciones. Al final te das cuenta de que la parte econ¨®mica es lo que m¨¢s da?o les ha hecho". Algunos episodios revelan la fatiga batasuna. El pasado a?o, una veintena de socialistas acudi¨® a un juicio para estar junto a un compa?ero de Pasajes agredido en un pleno. "Nos quedamos alucinados de que estos, que son siempre una pi?a, que se desplazan en grupo a cualquier punto, no lo hicieran tambi¨¦n en esta ocasi¨®n. De hecho, el que le arre¨® al compa?ero estaba solo con la novia".
?Y vivir con escolta? "Te limita mucho. No puedes acercarte al ciudadano ni confeccionar las listas que quisieras".
"Esto va para largo" (Mari Luz Anglada, PP)
Mari Luz Anglada, de 55 a?os, concejal del PP en la localidad guipuzcoana de Hernani, detesta la conmiseraci¨®n o las alusiones a la heroicidad de su compromiso. "Yo soy una persona normal, que procura hacer una vida normal con mis escoltas. Vivo en San Sebasti¨¢n, pero casi todas las ma?anas acudo al ayuntamiento de Hernani para trabajar".
Pese al rechazo de Anglada a ser admirada o compadecida, no desconoce el cerco impuesto a su vida por el terrorismo. "Siempre hab¨ªa pensado que mis hijas igual conoc¨ªan otra cosa, pero ahora pienso en que igual mis nietos la conocen. Esto va para largo".
Su marido, ahora fuera de la pol¨ªtica, pero tambi¨¦n con escolta, fue cuatro a?os concejal popular en Pasajes y otros cuatro en Hernani. "Nos dedicaron muchas pintadas y amenazas, pero un d¨ªa que pusieron otra m¨¢s, en 2002, ya sabe con la diana esa y lo de 'PP, asesinos', se me cruzaron los cables y ped¨ª entrar en las listas. Y resulta que sal¨ª por Lezo. Esto no se hace por dinero. Si la gente supiera lo que ganamos mensualmente... (entre 400 y 500 euros)". Anglada no puede pasear por el centro de Hernani porque si lo hace le llueven los insultos, Perdi¨® a gente que ten¨ªa por amiga, pero su familia e hijas, de 28 y 27 a?os, la adoran y apoyan "Eso s¨ª, cuando vamos mi marido y yo, con cuatro escoltas, la perra, y mi hija, con nuestra nieta, parecemos una procesi¨®n".
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