Auge y ca¨ªda del Nuevo Laborismo
Estos d¨ªas es habitual menospreciar la gesti¨®n de gobierno del Partido Laborista brit¨¢nico durante los ¨²ltimos 13 a?os. Para sus cr¨ªticos m¨¢s acerbos, el laborismo en el poder, es decir, el Nuevo Laborismo, ha sido un desastre. El partido arremeti¨® contra las libertades civiles, traicion¨® sus ideales de izquierdas, no redujo la desigualdad y, lo que es peor, se embarc¨® en una calamitosa guerra en Irak.
No puedo dejar de comprender algunas cr¨ªticas, pero tengo que se?alar que se pueden defender vigorosamente muchas de las principales pol¨ªticas laboristas. Un punto de partida sensato ser¨ªa comparar el periodo laborista en el Gobierno con la suerte que han tenido en otros pa¨ªses y durante la misma ¨¦poca partidos afines como los dem¨®cratas de Bill Clinton en EE UU, los socialistas franceses de Lionel Jospin o el SPD alem¨¢n de Gerhard Schr?der.
Blair fue clave en la renovaci¨®n del centro-izquierda pero err¨® en Irak y cedi¨® demasiado a la City
Hay que reducir la preponderancia del sector financiero y promover la industria
Los laboristas lograron mantenerse en el poder durante m¨¢s tiempo que cualquiera de esos partidos. Fue ¨¦ste un gran ¨¦xito, si se tiene en cuenta que, durante sus m¨¢s de 100 a?os de existencia, el partido nunca hab¨ªa ocupado el Gobierno dos legislaturas completas seguidas. Los cambios ideol¨®gicos que se asocian con la expresi¨®n Nuevo Laborismo fueron en gran medida los causantes de su ¨¦xito electoral. Los valores de izquierdas, es decir, la solidaridad, la reducci¨®n de las desigualdades y la protecci¨®n de los vulnerables, adem¨¢s de la fe en el papel clave de un Gobierno activo para luchar por ellos, segu¨ªan intactos, pero las pol¨ªticas concebidas para materializarlos ten¨ªan que cambiar radicalmente.
Hab¨ªa que establecer una relaci¨®n diferente entre el Gobierno y las empresas, reconociendo tanto el papel principal de ¨¦stas en la creaci¨®n de riqueza como los l¨ªmites del poder estatal. De ah¨ª la llamada "ofensiva del c¨®ctel de gambas" que el Partido Laborista lanz¨® para recabar el apoyo de la City londinense. El advenimiento de una econom¨ªa terciaria o basada en el conocimiento ven¨ªa de la mano de una reducci¨®n del tama?o de la clase obrera, en su d¨ªa baluarte del laborismo. En lo sucesivo, para ganar elecciones, un partido de centro-izquierda ten¨ªa que llegar a un electorado mucho m¨¢s amplio. Los laboristas ya no pod¨ªan ser una formaci¨®n de clase. En Tony Blair el partido pareci¨® encontrar al l¨ªder perfecto para conseguir ese objetivo.
En el contexto de un mercado globalizado, lo primordial deb¨ªa ser la prosperidad econ¨®mica, que se consideraba imprescindible para aplicar pol¨ªticas sociales eficaces. Una gesti¨®n econ¨®mica prudente pod¨ªa generar los recursos necesarios, tanto para incrementar los niveles de justicia social como el gasto en pol¨ªticas de bienestar. El laborista no deb¨ªa ser el partido del Estado fuerte sino del Estado inteligente.
Otra de las pol¨ªticas del Nuevo Laborismo fue su intenci¨®n de no permitir que la derecha patrimonializara ciertas cuestiones, d¨¢ndoles m¨¢s bien soluciones de centro-izquierda. Por ejemplo, la delincuencia, la inmigraci¨®n y la identidad cultural. La f¨®rmula de Tony Blair, "inflexibles con la delincuencia, inflexibles con sus causas", era m¨¢s que lema.
El Reino Unido disfrut¨® durante 10 a?os de un crecimiento econ¨®mico sostenido que no puede achacarse ¨²nicamente a las burbujas inmobiliaria y crediticia. Ese crecimiento tuvo lugar al tiempo que se introduc¨ªa un salario m¨ªnimo nacional. Se invirti¨® a gran escala en servicios p¨²blicos, realiz¨¢ndose reformas considerables, tanto en sanidad como en educaci¨®n. Se contuvo el incremento de la desigualdad social, aunque no se redujera sustancialmente.
El traslado de competencias a Escocia y Gales tambi¨¦n ha sido positivo. Se aprobaron leyes para que los alcaldes pudieran ser elegidos directamente, una posibilidad que varias grandes ciudades, entre ellas Londres, aprovecharon. En Irlanda del Norte parecehaberse alcanzado una paz duradera. Los ¨ªndices de criminalidad se han reducido, y el pa¨ªs se ha adaptado al incremento de la diversidad cultural.
Los gobiernos laboristas firmaron la Carta Social Europea y el Convenio Europeo para la protecci¨®n de los Derechos Humanos, aprobando una Ley de Libertad de Informaci¨®n y tambi¨¦n las uniones civiles de parejas homosexuales. La sociedad brit¨¢nica es mucho m¨¢s abierta y tolerante que antes. En materia de pol¨ªtica exterior, las intervenciones militares en Bosnia, Kosovo y Sierra Leona se consideraron un ¨¦xito. ?Ojal¨¢ el primer ministro se hubiera detenido ah¨ª! Nada carcomi¨® m¨¢s la reputaci¨®n de Blair que su desventurada decisi¨®n de convertirse en socio principal de George Bush en la invasi¨®n de Irak, cuya justificaci¨®n primordial, las armas de destrucci¨®n masiva, se demostr¨® inexistente.
Tambi¨¦n se cometieron otros errores de calado. Blair no logr¨® una mayor integraci¨®n del Reino Unido en la Uni¨®n Europea, y sus estrechas relaciones con algunos l¨ªderes europeos, sobre todo con Silvio Berlusconi, resultaban desconcertantes. Hab¨ªa razones para defender un acercamiento entre el laborismo y el empresariado, y el reconocimiento de la importancia que para la econom¨ªa tiene la City londinense. Pero fue un error de bulto permitir que la "ofensiva del c¨®ctel de gambas" se convirtiera en una aduladora dependencia, haciendo del Reino Unido una especie de gigantesco para¨ªso fiscal. La idea de que los laboristas "deb¨ªan relajarse ante la idea de que la gente se hiciera repugnantemente rica" ayud¨® a crear una cultura de la irresponsabilidad.
Yo no acepto la idea simplista de que el Nuevo Laborismo fuera una mera continuaci¨®n del thatcherismo, es decir, que Tony Blair y Gordon Brown fueran "hijos de Margaret Thatcher". Las pol¨ªticas laboristas conllevaban una considerable intervenci¨®n del Estado en la vida econ¨®mica, aunque fuera principalmente para incentivar la oferta y hab¨ªa un aut¨¦ntico inter¨¦s en mejorar la justicia social. Con todo, los l¨ªderes del laborismo tendr¨ªan que haber dejado mucho m¨¢s claro que reconocer las virtudes de los mercados no equivale en modo alguno a postrarse ante ellos. En cuanto a la representaci¨®n proporcional y la reforma global del marco constitucional: est¨¢ claro que son cosas que los laboristas deber¨ªan haber propugnado por principio, no por conveniencia pol¨ªtica.
Los dem¨¢s partidos se han visto obligados a responder a las propuestas del Nuevo Laborismo. Ahora los tories avalan los derechos de los homosexuales, aceptan la necesidad de reducir la pobreza, apoyan las leyes sobre cambio clim¨¢tico aprobadas por los laboristas y no quieren saber nada de la famosa sentencia de Thatcher seg¨²n la cual "eso que llaman sociedad no existe".
Entretanto lleg¨® la crisis financiera mundial, que parece haber puesto fin al mundo que sirvi¨® de tel¨®n de fondo al devenir del Nuevo Laborismo. S¨²bitamente, la sacudida invirti¨® todas las tendencias: aqu¨ª est¨¢n de nuevo el keynesianismo y la intervenci¨®n del Estado en la econom¨ªa; ahora no s¨®lo podemos tratar de regular los mercados financieros, sino que debemos hacerlo; ahora se contempla un gravamen sobre las transacciones financieras; despu¨¦s de todo, es posible subir los impuestos a los ricos; los principales partidos hablan de retomar las pol¨ªticas industriales activas y del renacimiento del sector industrial; el cambio clim¨¢tico y otros riesgos medioambientales se cuelan en el discurso pol¨ªtico convencional; y la planificaci¨®n vuelve a saltar a la palestra.
Como tal, el Nuevo Laborismo est¨¢ muerto, y seguramente haya llegado el momento de dejar de utilizar esa expresi¨®n. Sin embargo, algunas de las importantes tendencias a las que respond¨ªa no han desaparecido. Tiene mucho sentido intentar reducir la preponderancia que el sector financiero tiene sobre la econom¨ªa y fomentar el renacimiento del sector industrial; sin embargo, el Reino Unido seguir¨¢ teniendo una econom¨ªa posindustrial, en la que predominar¨¢n el sector servicios y las ocupaciones relacionadas con el conocimiento. La reforma del Estado de bienestar pesar¨¢ m¨¢s que nunca, sobre todo cuando ser¨¢ prioritario gastar de manera eficiente. Seguir¨¢ siendo un problema tanto mantener pol¨ªticas progresistas en materia de inmigraci¨®n sin perder votos como reducir la inquietud que suscita la delincuencia. Tambi¨¦n costar¨¢ alcanzar un equilibrio adecuado entre el respeto a las libertades y la protecci¨®n frente al terrorismo.
Fuera del poder, el principal problema del laborismo ser¨¢ el de minimizar las trifulcas internas que afectan a tantos partidos, sobre todo de izquierdas, despu¨¦s de una derrota electoral. A este respecto, la reconstrucci¨®n ideol¨®gica podr¨ªa desempe?ar un papel decisivo.
El punto de partida deber¨ªa ser la redefinici¨®n del papel de la esfera p¨²blica. Cabr¨ªa decir que los blairianos se apoyaban m¨¢s en el mercado que los brownianos, m¨¢s amantes del Estado. Con todo, la esfera p¨²blica, que s¨ª se distingue de los mercados y del Estado, podr¨ªa utilizarse como trampol¨ªn para reconstruir tanto los primeros como el segundo. Habr¨ªa que aplicarse a la labor de construir un capitalismo responsable que vaya unido a una concepci¨®n compleja de la sostenibilidad.
Anthony Giddens, ex director de la London School of Economics, fue el motor intelectual de la "Tercera V¨ªa" que, propugnada por el Nuevo Laborismo, llev¨® a Tony Blair al poder. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo.
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