El legado oculto de la Duquesa Roja
Gabriel, el hijo menor de la arist¨®crata, traza un crudo y s¨®rdido retrato de su madre. De fondo, una disputa millonaria por la herencia
Luisa Isabel ten¨ªa por entonces fama de borracha y broncas. Eso le aseguraba condenas suculentas en todos los frentes. Dos periodistas norteamericanas le aconsejaron que se mostrara como madre amant¨ªsima. Con sus hijos al lado, ganar¨ªa p¨²blico y ablandar¨ªa a los jueces. Como madre amant¨ªsima, calmar¨ªa los temores de la abuela y heredar¨ªa otra porci¨®n de su suculenta fortuna". Los amargos recuerdos de Gabriel Gonz¨¢lez de Gregorio, uno de los tres hijos de la duquesa de Medina-Sidonia, conocida como la Duquesa Roja, podr¨ªan constituir la columna vertebral de una novela de Charles Dickens o de Benito P¨¦rez Gald¨®s.
Sin embargo, forman parte de la vida de un ingeniero de montes nacido en 1958, que estudi¨® con los maristas y al que le gustan mucho los libros (suele regalar a la gente que aprecia Historia de un alem¨¢n, de Sebastian Haffner). Gabriel es el m¨¢s peque?o de los tres hijos de la arist¨®crata: los otros dos son Leoncio y Pilar.
Los recuerdos de Gabriel, hijo menor de la arist¨®crata, podr¨ªan conformar el argumento de una novela de Dickens
Cuando la Duquesa Roja daba ?vivas! al Rey, en presencia de Franco, los gobernadores civiles se santiguaban
Luisa Isabel vivi¨® m¨¢s de un a?o en Bayona (Francia) en un piso franco en el que viv¨ªan varios miembros de ETA
"Luisa Isabel estaba por encima de todo el mundo. De su padre, de los Maura, porque ella descend¨ªa de la pata del Cid"
Luisa Isabel ?lvarez de Toledo y Maura (Estoril, Portugal, 1936-Sanl¨²car de Barrameda, C¨¢diz, 2008) era duquesa de Medina-Sidonia, duquesa de Fernandina, princesa de Montalb¨¢n, marquesa de Villafranca del Bierzo, marquesa de Los V¨¦lez y tres veces Grande de Espa?a. Gabriel tiene muchos recuerdos de su madre. El hecho de ser hijo de alguien como la Duquesa Roja no garantiza unos recuerdos llenos de boato. Porque la memoria de Gabriel est¨¢ repleta de episodios que mucha gente podr¨ªa considerar dignos de una vida espantosa.
La Duquesa Roja dej¨® un tesoro tras su muerte: la Fundaci¨®n Casa de Medina-Sidonia, situada en el palacio del mismo nombre en Sanl¨²car de Barrameda. La fundaci¨®n guarda uno de los grandes archivos hist¨®ricos del mundo. Son seis millones de documentos (el m¨¢s antiguo data de 1228), una aut¨¦ntica mina de oro para los que quieran conocer la Edad Media y los reinados de Carlos I de Espa?a y V de Alemania y el propio Papa temblaban; y Felipe II.
La viuda de la Duquesa Roja, Liliana Dahlmann, es presidenta de la fundaci¨®n, en cuyo patronato est¨¢n representados el Ministerio de Cultura, la Junta de Andaluc¨ªa, el Ayuntamiento de Sanl¨²car de Barrameda y la Diputaci¨®n de C¨¢diz. La fundaci¨®n, propietaria del palacio y de sus tesoros documentales, se cre¨® en 1990. Los hijos de la duquesa y la Fundaci¨®n Casa de Medina-Sidonia se disputan el legado de la arist¨®crata. Un archivo fundamental para los historiadores y los defensores del patrimonio andaluz se encuentra en el centro de un conflicto jur¨ªdico en torno al cual se mueven millones de euros. El gran valor econ¨®mico del archivo y del palacio ha ocasionado que las dos partes afinen sus estrategias jur¨ªdicas y las espadas est¨¢n en alto.
"Luisa Isabel, mi madre, naci¨® el 18 de agosto de 1936 en Estoril. Desde ni?a, Luisa Isabel conoci¨® el exilio. Fue un exilio tr¨¢gico por el tel¨®n de la Guerra Civil. Terminada la contienda, la familia Medina-Sidonia volvi¨® a Sanl¨²car de Barrameda. All¨ª el matrimonio (los padres de la Duquesa Roja) llev¨® una vida bastante perra. Luisa Isabel fue testigo", evoca Gabriel.
En la historia de la familia de Gabriel abundan los episodios s¨®rdidos. "Al parecer, el duque de Medina-Sidonia (padre de la Duquesa Roja) se cas¨® por dinero y para refrescar la sangre, pues era hijo y nieto de primos hermanos. Carmen Maura Herrera, la madre de la Duquesa Roja, era una de las herederas de la fabulosa fortuna Herrera", relata Gabriel. Y recalca: "La relaci¨®n de Luisa Isabel con esta ef¨ªmera fortuna marc¨® su vida".
Los Herrera hicieron su riqueza en La Habana a partir de 1830. La cerveza, el ron y los inmuebles est¨¢n en el origen de aquel patrimonio. Gabriel hace hincapi¨¦ en que ese dinero no procede de "haciendas, az¨²car o esclavos". "Aproximadamente un 50% de la fortuna cubana fue expatriada en la primera mitad del siglo XX e invertida en Reino Unido, Suiza, Estados Unidos y Espa?a. Aun as¨ª, qued¨® mucho en Cuba. S¨®lo las rentas de alquileres de inmuebles en La Habana a nombre de Julia Herrera ascendieron a un mill¨®n de d¨®lares en 1959", asevera el benjam¨ªn de la Duquesa Roja.
Los recuerdos infantiles de la arist¨®crata tampoco debieron ser dulces. "Los padres de Luisa Isabel se llevaban mal. Econ¨®micamente depend¨ªan de los Maura", contin¨²a Gabriel, quien precisa que el padre de la Duquesa Roja "era bebedor y jugador".
"Carmen (madre de la Duquesa Roja), como buena Maura, rebosaba capacidades e inquietudes. Pintaba, escrib¨ªa, esculp¨ªa. Cuando lleg¨® a Sanl¨²car de Barrameda, Carmen a?adi¨® a estos talentos el de curandera. Fue esa su manera de aliviar el dolor de los humildes. En el palacio de su marido mont¨® un peque?o dispensario y se gan¨® la veneraci¨®n de las gentes". Pero en la historia de estos personajes pertenecientes a la m¨¢s alta aristocracia no falta cierta admiraci¨®n hacia el criminal que sembr¨® el mundo de millones de cad¨¢veres. Muchos indicios apuntan a que Hitler no era mal visto por algunos miembros de la familia. "Se dice que Carmen lleg¨® a cartearse con ¨¦l", afirma Gabriel.
"Luisa Isabel era, pues, hija de alcoh¨®lico y de santera filonazi. El alcoh¨®lico era falangista, lo que no deb¨ªa ser muy del agrado de sus mon¨¢rquicos suegros", resume el hijo de la Duquesa Roja. "Luisa Isabel era hija ¨²nica, caprichosa y consentida de su madre, pero menospreciada por su padre, que no ve¨ªa en ella a la futura duquesa de Medina-Sidonia. La masculinidad estaba muy arraigada en la familia. Nunca hab¨ªa habido una duquesa de Medina-Sidonia", agrega Gabriel.
"Luisa Isabel no deb¨ªa sentirse a gusto en Sanl¨²car de Barrameda. Era la casa de su padre, que maltrataba a su madre y a ella no la apreciaba", comenta. Gabriel evoca algunos episodios de la infancia de su madre. "Los abuelos Maura le regalaron un caballo. Luisa Isabel montaba por la playa y echaba carreras a los ni?os desharrapados. Ellos a pie y ella a caballo".
Gabriel dice que la duquesa sent¨ªa cari?o por su familia materna. "Los Maura acabaron siendo su familia y se identific¨® con ellos. Aun as¨ª, los criticaba con crudeza. En el palacio de Mortera (Cantabria) aparecieron escritos en los que se mofaba de una de sus primas con s¨ªndrome de Down. Otras cr¨ªticas fueron merecidas. Luisa Isabel siempre estaba por encima de todo el mundo. Por encima de su padre porque era un muerto de hambre. Por encima de los Maura porque ella descend¨ªa de la pata del Cid".
Lleg¨® el momento en que la arist¨®crata fue presentada en sociedad. "Con ese objeto y para hacerla m¨¢s atractiva a los ojos de las grandes fortunas, su padre le cedi¨® el t¨ªtulo de marquesa de los V¨¦lez. Luisa Isabel ten¨ªa 15 a?os. Pero los V¨¦lez no es el condado de Niebla, que es lo que llevan por tradici¨®n los primog¨¦nitos de Medina-Sidonia", a?ade.
"Se le conocen pocos novios. Sus primas Maura no recuerdan ni novios ni flirteos. En las fiestas de sociedad de la ¨¦poca aparece desarreglada y entristecida. No era fea, pero deb¨ªa tener complejo de serlo", relata Gabriel, una de cuyas novelas favoritas es La feria de las vanidades, de William Thackeray.
La joven proclamaba su fervor mon¨¢rquico delante del general Franco. Algunos miembros de la familia Maura eran devotos de la monarqu¨ªa. La Duquesa Roja compart¨ªa ese credo. "Y alardeaba de ello ante las mismas barbas de Franco. En los concursos h¨ªpicos en los que coincid¨ªan, Luisa Isabel daba ?vivas! al Rey. Los gobernadores civiles se santiguaban. Algunos militares de alta graduaci¨®n sonre¨ªan", relata el hijo.
La duquesa qued¨® prendada de uno de los grandes jinetes de su ¨¦poca. "En el mundo de la h¨ªpica espa?ola hab¨ªa un adonis por el que todas las chicas suspiraban. Adem¨¢s era el campe¨®n de Espa?a". Se llamaba Jos¨¦ Leoncio Gonz¨¢lez de Gregorio y Mart¨ª. Se cas¨® con ¨¦l en 1955, "embarazada de varios meses, creo que cinco", puntualiza Gabriel. "Se visti¨® de negro, por la reciente muerte de su padre y para no ir de blanco por lo que significaba. Ella era coherente en ciertos detalles".
"Para cuando nac¨ª yo, el matrimonio ya se hab¨ªa roto. Al parecer, el caballista quer¨ªa tener s¨®lo dos hijos y ya se llevaba mal con Luisa Isabel, que estaba harta de sus infidelidades. Los adonis son as¨ª". Luisa Isabel perdi¨® el pleito de separaci¨®n y la tutela. Entreg¨® sus hijos a su abuela Julia Herrera. Sus tribulaciones no quedaron ah¨ª. "Sus problemas con la Justicia empeoraron. Fue procesada por manifestaci¨®n ilegal a causa de Palomares (el accidente nuclear ocurrido en aquella localidad almeriense en 1966) y por injurias a la Guardia Civil. Los procesos se le acumulaban y los abogados costaban mucho dinero", recuerda Gabriel.
Fue en esa ¨¦poca cuando se acerc¨® a sus hijos. "Con nosotros era maravillosa pero... las amigas de Luisa Isabel de por entonces cuentan las depresiones que le sobreven¨ªan cada vez que le tocaba recibir nuestra visita. Leoncio, Pilar y yo nos hicimos devotos de nuestra madre y, con el tiempo, nos fue cogiendo cari?o".
La duquesa viv¨ªa exiliada en Francia, lejos de las garras de los esbirros de Franco. "La vida de Luisa Isabel en Francia fue su periodo m¨¢s killer. Est¨¢ por documentar. Se empieza a hablar de ¨¦l. A nadie le interesa hablar porque es comprometido", siempre seg¨²n Gabriel Gonz¨¢lez de Gregorio.
"Luisa Isabel vivi¨® durante m¨¢s de un a?o en Bayona (Francia) en un piso franco en el que viv¨ªan tambi¨¦n varios miembros de ETA. Alternaba con etarras y con arist¨®cratas como la marquesa de Portago", evoca. Franco estaba vivo y Bayona era un enclave donde se mov¨ªan como peces en el agua etarras y antifranquistas de todos los colores pol¨ªticos. "Cuentan que los s¨¢bados iba a una cabina de tel¨¦fono a llamarnos a Leoncio, a Pilar y a m¨ª mismo. Y no le pasaban las llamadas. La pobre mujer se quedaba destrozada. Tambi¨¦n cuentan que sufri¨® tres atentados de la extrema derecha".
La lucha contra el dictador le pas¨® factura. Su defensa de la libertad le ocasion¨® graves quebrantos econ¨®micos. "A Espa?a volvi¨® en la ruina", resume Gabriel, quien se?ala que la duquesa entreg¨® a sus dos hijos varones "lo poco que hab¨ªa quedado de aquello que les ten¨ªa que haber dado al cumplir 21 a?os". Y les dej¨® un apartamento de 60 metros cuadrados en Madrid. Gabriel recuerda que dos t¨ªos de su padre les prestaron apoyo econ¨®mico a ¨¦l y a Leoncio. La arist¨®crata confiaba, en que el marido de su hija "mantuviera" a Pilar.
El hijo peque?o de la Duquesa Roja habla de la falsificaci¨®n del testamento de Julia Herrera, su bisabuela, en 1968. "Tambi¨¦n por aquellos tiempos los hijos conocimos la falsificaci¨®n de la testamentar¨ªa de Julia. Tardamos en caer en que nuestro padre era tambi¨¦n responsable. En lo que enseguida ca¨ªmos fue en que nuestra santa, justiciera y ejemplar madre nos hab¨ªa vendido por dinero", relata.
"Los tres nos juramentamos. Leoncio tom¨® las riendas. Pidi¨® tregua para casarse. El nacimiento de su primer hijo y la influencia de su mujer lo cambiaron todo", concluye Gabriel. Las cosas ya no fueron como antes. La uni¨®n de los tres hermanos para defender lo suyo se debilit¨®.
La Duquesa Roja falleci¨® hace dos a?os. Gabriel la acusa de morir "estafando una vez m¨¢s a sus hijos". "Antes de morir hab¨ªa vendido todos los bienes inmuebles que le quedaban y el dinero hab¨ªa desaparecido. ?Se lo qued¨® la viuda? ?la fundaci¨®n?", se pregunta Gabriel. La Duquesa Roja pas¨® a la leyenda por su valent¨ªa y su amor a la democracia. Su hijo Gabriel quiere a?adir algunos matices a un mito que es muy posible que no se desvanezca en el olvido.
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