Tri¨¢ngulo
Tal vez el mayor problema del hombre se deriva de un hecho muy simple: que los bolsillos del pantal¨®n muy pegados al sexo forman a veces un solo conjunto al alcance de la mano. Los varones insignes tienen en el cerebro una inteligencia clara; un coraz¨®n valeroso en el pecho y el equilibro zen en el diafragma. Un poco m¨¢s abajo, en la geograf¨ªa corporal, est¨¢n las convulsas calderas del est¨®mago y de los intestinos y sobre ellas se aprieta el cintur¨®n que sostiene los pantalones y divide el cuerpo en dos mitades. En la parte superior de este paralelo estrat¨¦gico se hallan instalados los valores de la raz¨®n, del coraje, de la belleza y de los sentimientos nobles. Un caballero de prestigio suele cubrir estos ideales con una camisa impoluta con tres iniciales bordadas, con una corbata de seda colgada de la nuez y con una chaqueta bien cortada cuyas solapas sirven para prender medallas, insignias y otros honores. Pero estos valores del esp¨ªritu comienzan a enturbiarse a medida que se desciende al hemisferio sur del mapa. All¨ª los genitales junto con los dos bolsillos del pantal¨®n constituyen un tri¨¢ngulo de las Bermudas donde los varones m¨¢s insignes pierden el contacto con la torre de control que est¨¢ en la cabeza y los ideales desaparecen en medio de la tormenta. Puede que una de las derivas m¨¢s turbias del hombre consista en meterse las manos en los bolsillos y rascarse los genitales como quien manipula en la imaginaci¨®n la clave de una caja fuerte. Es probable que a cualquier conejita del Playboy le baste con un susurro en el o¨ªdo del banquero m¨¢s puritano, del juez m¨¢s justiciero, del moralista m¨¢s duro para forzarlos, uno detr¨¢s de otro, a vestirse de Lola Flores, si a ella se le antoja. Y tambi¨¦n puede suceder que despu¨¦s de pasarse media vida dando ejemplo de honradez llegue el d¨ªa aciago en que un pol¨ªtico se adentre en su tri¨¢ngulo de las Bermudas y de pronto descubra que un ricach¨®n le ha llenado los bolsillos de oro sin que ¨¦l se d¨¦ cuenta. Pero la perdici¨®n absoluta se produce cuando la lujuria y la codicia entran en contacto a trav¨¦s de los bolsillos del pantal¨®n, de forma que al rascarse los genitales se abra el cofre del pirata cuyo tesoro es una novia hawaiana. Ese es el momento en que el h¨¦roe se convierte en un trapo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.