Cuatro caras para una derrota
Los 'camisas rojas' vencidos por el Ej¨¦rcito en Bangkok reivindican su lucha
Cuando el 12 de marzo los camisas rojas comenzaron su protesta en Bangkok para pedir la disoluci¨®n del Parlamento y la convocatoria de elecciones inmediatas, no pod¨ªan imaginar el grave desenlace que iban a tener las movilizaciones: 85 muertos -entre ellos, 11 soldados y polic¨ªas- y 1.900 heridos, la mayor¨ªa de sus l¨ªderes detenidos y la sociedad tailandesa m¨¢s radicalizada que nunca.
Miles de manifestantes ocuparon durante dos meses las calles de Bangkok, paralizando numerosos negocios, forzando el desalojo de barrios enteros, y asestando un fuerte golpe a la econom¨ªa. En la ¨²ltima fase de las movilizaciones, el centro de la ciudad se convirti¨® en un escenario de guerrilla urbana.
La inmensa mayor¨ªa de los camisas rojas, que consideran que el primer ministro, Abhisit Vejjajiva, lleg¨® al Gobierno ileg¨ªtimamente, protestaron de forma pac¨ªfica en el gigantesco campamento instalado en el barrio m¨¢s comercial de Bangkok. Pero entre los manifestantes hab¨ªa grupos de radicales armados, que protagonizaron violentos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.
Las protestas finalizaron el mi¨¦rcoles tras la intervenci¨®n armada ordenada por el Gobierno, que se sald¨® con 15 muertos y m¨¢s de 100 heridos. La rendici¨®n de los l¨ªderes rojos desencaden¨® el caos en varios barrios de Bangkok y otras provincias.
La polic¨ªa mostr¨® ayer el arsenal de armas encontradas tras la dispersi¨®n de los manifestantes, entre ellas rifles de asalto, munici¨®n, granadas y bombas caseras.
La capital continu¨® ayer el progresivo regreso a la normalidad. Muchas tiendas volvieron a abrir las puertas, y el tr¨¢fico volvi¨® a algunas calles hasta ahora desiertas.
Hoy est¨¢ previsto que vuelvan a funcionar los dos sistemas de transporte ferroviario, que han estado paralizados durante una semana. Pero los horarios ser¨¢n limitados y los trenes no parar¨¢n en todas las estaciones, ya que algunas se encuentran en plena zona de las protestas. Tambi¨¦n hoy finaliza el toque de queda impuesto en la ciudad.
?Estos son cuatro de los manifestantes que participaron en las movilizaciones. Dos de las entrevistas fueron realizadas el mi¨¦rcoles, dos horas antes de que los l¨ªderes rojos anunciaran su rendici¨®n, se oyeran explosiones y disparos, y muchas personas se lanzaran a saquear e incendiar edificios, en medio de la ira y la frustraci¨®n por la derrota. Los otras dos fueron hechas el jueves, cuando miles de soldados y polic¨ªas se hab¨ªan hecho con el control del campamento y los camisas rojas, hundidos pero desafiantes, esperaban para ser devueltos a sus provincias. El barrio c¨¦ntrico donde los camisas rojas hab¨ªan instalado su campamento ha quedado desolado. Pero algunos de los derrotados regresan a sus barrios y a sus provincias dispuestos a seguir manifest¨¢ndose en cuanto sus l¨ªderes vuelvan a convocarles.
LEK (campesina): "Si convocan nuevas protestas, volver¨¦"
"Estoy enfadada y triste". Lek, campesina de 42 a?os de la provincia nororiental de Udon Thani, ha pasado varios periodos en el campamento. El mi¨¦rcoles, llevaba cuatro d¨ªas desde que lleg¨® la ¨²ltima vez hasta que el Ej¨¦rcito acab¨® con las protestas.
Lek vino con algunos familiares desde su pueblo porque es una incondicional del ex primer ministro Thaksin Shinawatra, depuesto en un golpe militar en 2006. "Le quiero mucho, es como un padre. Ayud¨® a los campesinos y a la gente pobre", dice con el rostro cansado mientras a su alrededor varios miles de personas, distribuidas por regi¨®n de origen, esperan a ser devueltas a sus pueblos. Sentadas bajo los ¨¢rboles en los jardines del cuartel general de la polic¨ªa, junto a lo que fue la zona de protestas, escuchan las instrucciones que da un agente con un meg¨¢fono.
Lek, que tiene un hijo de 24 a?os y una hija de 20, muestra el gesto serio. Nunca olvidar¨¢ la noche en el templo Pathumwanaram, en el que se refugi¨®, donde las balas volaron sobre su cabeza. Afirma que pas¨® mucho miedo. Pero mantiene la convicci¨®n en la lucha por lo que considera una sociedad tailandesa m¨¢s igualitaria.
Dice que si son convocadas nuevas concentraciones, volver¨¢.
SANLAKORN (madre): "El que tenga miedo que se quede en casa"
"El Gobierno miente a la gente. Dice continuamente que los camisas rojas tenemos armas". Ubal Sanlakorn, de 33 a?os, que vive en las afueras de Bangkok, cuenta que iba y ven¨ªa de su casa al campamento cada cierto tiempo. Se sol¨ªa quedar en la zona de protesta cinco d¨ªas.
"Comenc¨¦ a luchar por la democracia hace cinco a?os. Cada vez que hay un acto, acudo", afirma mientras alza el pu?o y ense?a al m¨¢s peque?o de sus hijos, Prachatibbatai, de un a?o, a levantar el suyo. Su marido tiene un peque?o negocio de construcci¨®n.
Es la ma?ana del mi¨¦rcoles, y los soldados han lanzado ya el ataque para desalojar a los manifestantes. Est¨¢n a menos de un kil¨®metro, pero Ubal no se ha refugiado en el templo de Pathumwanaram, que fue declarado zona segura -especialmente para ni?os, mujeres y ancianos- cuando el Gobierno dio el ultim¨¢tum para que pusieran fin a la protesta. Afirma que no est¨¢ asustada. "Si tienes miedo, es mejor que te quedes en casa".
Cuando se le pregunta d¨®nde est¨¢ su marido, esta madre de cinco hijos responde: "Luchando en las barricadas. Nunca le digo 'no vayas, qu¨¦date conmigo". Y cuando se le comenta que el Gobierno ha acusado a los l¨ªderes rojos de utilizar a mujeres y ni?os como escudos humanos, se enoja: "No es verdad".
TANASIT (campesino): "El Gobierno usa un doble rasero contra nosotros"
Tawin Tanasit es un ferviente admirador de Thaksin Shinawatra. La careta con el rostro del ex primer ministro tailand¨¦s que muchos d¨ªas se colocaba mientras permanec¨ªa en el campamento de los camisas rojas habla por s¨ª sola.
Tawin, de 38 a?os, que tiene dos hijos, lleg¨® a Bangkok el 10 de abril, el d¨ªa que se produjeron los primeros enfrentamientos violentos entre los manifestantes y el Ej¨¦rcito, que dejaron ese d¨ªa 25 muertos, entre ellos varios soldados, y radicalizaron la crisis. "Estuve all¨ª y lo vi todo", dec¨ªa el mi¨¦rcoles.
Asegura este campesino de la provincia nororiental de Nong Khai, fronteriza con Laos, que se uni¨® a la concentraci¨®n "para pedir mayor igualdad social y protestar contra el doble rasero que utiliza el Gobierno". "Cuando los camisas amarillas tomaron el aeropuerto de Bangkok en 2008, no pas¨® nada. Cuando los camisas rojas protestamos, nos persiguen y nos califican de terroristas. Queremos democracia".
Alrededor de 300 personas de su pueblo viajaron a la capital. Pero a algunas no les result¨® f¨¢cil. "?ramos 10 en un coche. En un control de carretera, cerca ya de Bangkok, nos par¨® la polic¨ªa y no nos dej¨® seguir", dice. Lo solucionaron r¨¢pidamente. Seis se bajaron y cogieron un autob¨²s, y los dem¨¢s continuaron en el coche.
PANYA (monje): "Temo que vamos hacia una guerra civil"
Entre los miles de manifestantes que ocuparon durante semanas kil¨®metros de calles en el barrio comercial y financiero de Bangkok, hubo tambi¨¦n monjes. Llegaron de diferentes lugares del pa¨ªs para, seg¨²n dicen, "pedir democracia", "ayudar a los pobres a conseguir derechos humanos" y proporcionarles ayuda espiritual. Algunos han acusado al primer ministro, Abhisit Vejjajiva, de "no respetar a Buda" y haber puesto a algunos monjes de alto rango en la lista negra.
Panya, de 60 a?os, dice que se uni¨® a la protesta a los pocos d¨ªas de su inicio "para cuidar de los camisas rojas". Vive 900 kil¨®metros al sur de Bangkok. Sentado en el templo Pathumwanaram, en el que se refugiaron m¨¢s de 2.000 personas el mi¨¦rcoles ante la inminente llegada del Ej¨¦rcito, cuenta que pas¨® mucho miedo esa noche.
Nueve personas -entre ellas, una enfermera- murieron en un intercambio de disparos en el recinto sagrado, en circunstancias que no han sido aclaradas. "Francotiradores dispararon dentro del templo desde posiciones elevadas. No sabemos qui¨¦nes eran", explica la ma?ana del jueves, mientras cientos de polic¨ªas inspeccionan los jardines del templo en busca de armas abandonadas por camisas rojas tras la derrota. "Temo que Tailandia camina hacia la guerra civil".
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