La grada
Apolo gobierna la belleza; Dionisos es el propietario de la org¨ªa. La distancia que existe entre los dioses Apolo y Dionisos es la que separa un gol de Messi o de Cristiano Ronaldo de la explosi¨®n de entusiasmo en la grada. Ambas emociones est¨¢n pr¨¢cticamente unidas en el f¨²tbol; una conduce a la otra con una reacci¨®n instant¨¢nea, pero hay que preguntarse por qu¨¦ la belleza lleva la gloria y la gloria al final conduce siempre a la locura. Messi o Cristiano Ronaldo han realizado tres jugadas geniales en el c¨¦sped bajo la inspiraci¨®n de Apolo y ellos a su vez tambi¨¦n se han convertido sobre el pedestal en un m¨¢rmol musculoso muy distante, solo asequible para sus fan¨¢ticos mediante la adoraci¨®n. Durante el encuentro en la grada muchos espectadores con los sue?os rotos por una vida vulgar han imaginado que son ellos mismos los que corren, regatean y rematan de forma espectacular el bal¨®n por la escuadra, pero al final del partido se dan cuenta de que esta gloria les est¨¢ absolutamente vedada. El d¨ªa en que el equipo conquista una copa, la multitud embriagada de fervor se friega contra s¨ª misma para liberar en el aire una enorme carga energ¨¦tica compuesta de todas las frustraciones posibles de cada individuo; a continuaci¨®n gana la calle cantando, saltando, mostrando las bufandas y se vac¨ªa alrededor de un monumento emblem¨¢tico de la ciudad haciendo el ganso ante las c¨¢maras. Es el momento en que Dionisos con el rabo de s¨¢tiro sustituye a Apolo, se apodera de la calle, se instala desnudo, coronado con hojas de vid en medio de la fiesta y convence a sus fieles de que el triunfo les pertenecer¨¢ si se alimentan con la electricidad que generan sus cuerpos al restregarse. Dionisos conduce a los m¨¢s frustrados hacia el fondo de la noche para redimir su vac¨ªo con el rito de la destrucci¨®n de cuanto hallan a su alrededor, coches, papeleras, escaparates. A veces incluso les obliga a entrar en otros cuerpos con la navaja. Al d¨ªa siguiente este dios todav¨ªa manda sobre la victoria. Los ¨ªdolos, con el capit¨¢n a la cabeza, ofrecen muy encorbatados la copa a otro ¨ªdolo, a una Virgen patrona, para que refleje en la plata sus ojos de vidrio. Es la forma m¨¢s moderna de locura provocada simplemente por la belleza de un regate, de una parada, de un remate por la escuadra.
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