La Europa real
Al final habr¨¢ que concluir que la ¨²nica Europa seria y realmente existente es la de Eurovisi¨®n. Una Europa pop, de vertiginosos zooms y giros de c¨¢mara, trajes de lentejuelas que hoy son leds y melod¨ªas de hoy que son las de ayer, y las de siempre, impert¨¦rritas. Una Europa de geometr¨ªa tan variable como imaginativa: si un foro re¨²ne a Islandia y Chipre, Bielorrusia y Bosnia-Herzegovina, Albania e Irlanda, Azerbaiy¨¢n y Moldavia, no lo dude ni un minuto, esto es Eurovisi¨®n.
Se trata en efecto del ¨²nico patrimonio cultural verdaderamente com¨²n que hoy puede exhibir el Viejo Continente. No hay m¨¢s que darse una vuelta por los foros de Internet para hacerse una idea del enorme know-how acumulado, territorio abonado para el vaticinio con causa como el del gran Jos¨¦ Luis Uribarri. Todo esto es muy serio. Como lo son las apuestas, que echaban humo en la Red estos d¨ªas: Daniel Diges, de ganar, se hubiera pagado 161 a 1. En su sondeo, basado en las visitas a p¨¢ginas relacionadas con el evento, Google daba por ganadora a la alemana Lena, como efectivamente ocurri¨®. Ya querr¨ªa la demoscopia pol¨ªtica alcanzar el grado de fiabilidad de la eurovisiva. Esto es muy serio, repito.
Internet ha dado nueva vida a Eurovisi¨®n y de paso se ha cargado de un plumazo las predicciones de la teor¨ªa de la comunicaci¨®n que daban por apuntillado al festival, como unas d¨¦cadas antes, con no mejor clarividencia, hab¨ªan dado por finiquitada a la radio por efecto del auge de la televisi¨®n. Una gala creada en 1956 y transmitida en directo a muchos pa¨ªses, en lo que entonces constitu¨ªa un alarde tecnol¨®gico, no parec¨ªa tener muchos puntos de supervivencia en una sociedad global en la que cualquier evento, incluso dom¨¦stico, puede difundirse en l¨ªnea al mundo. Pues ha resultado ser al rev¨¦s: la accesibilidad telem¨¢tica no ha hecho m¨¢s que engordar a la bestia.
Notas de urgencia a la edici¨®n de ayer. El freakismo de convocatorias anteriores est¨¢ en retirada. Entre los artistas, abundaron los caballeros con traje oscuro y camisa blanca y las damas de tiros largos m¨¢s o menos sobrios. Lena iba de corto y negro: existencialista. Igual marca tendencia. En lo musical, ganan terreno las baladas lentas a lo Elton John frente a los ritmos m¨¢s discotequeros. Lo ¨¦tnico parece en franca retirada: apenas alguna perdida flauta celta y alg¨²n viol¨ªn tzigane, sin duda tratando de emular el ¨¦xito de Alexander Rybak el a?o pasado.
Es la ¨²nica Europa que funciona. Una Europa en la que Grecia lanza sin complejos al resto una opa (as¨ª se titulaba su canci¨®n: Opa), Francia canta "allez, olla, ol¨¦" y Espa?a se hace peque?ita ante el bochorno del salto de Jimmy Jump tocado con barretina. Una Europa decididamente real en la que al final, como en el f¨²tbol, gana Alemania.
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