La grandeza de Zapatero
El 6 de septiembre de 1873, Nicol¨¢s Salmer¨®n dimiti¨® como presidente del Poder Ejecutivo de la Primera Rep¨²blica porque no quiso ratificar la condena a muerte de varios desertores de la Guerra Carlista. En aquella ¨¦poca, la medida se consideraba imprescindible para recuperar la disciplina del Ej¨¦rcito republicano. Por eso, el nuevo presidente, Emilio Castelar, acept¨® las condenas nada m¨¢s tomar posesi¨®n de su cargo. Como don Nicol¨¢s era consciente de que deb¨ªa aplicarse el C¨®digo Penal Militar en toda su crudeza para que la Rep¨²blica pudiera subsistir, dimiti¨® sin intentar paralizar las ejecuciones.
No era un problema pol¨ªtico, sino un problema personal: en el tradicional dilema entre la necesidad pol¨ªtica y la ¨¦tica propia, don Nicol¨¢s desoy¨® a Maquiavelo, Mazarino y a todos los te¨®ricos de la estrategia pol¨ªtica que en el mundo han sido y adopt¨® la decisi¨®n que su ¨¦tica le exig¨ªa, la dimisi¨®n. Con ella, consegu¨ªa dos objetivos: no forzaba su conciencia y, adem¨¢s, no da?aba la causa republicana, pues ced¨ªa el paso a otra persona que pudiera avalar la disciplina militar que los generales demandaban.
El presidente merecer¨ªa aplauso y har¨ªa un gran favor a su causa si, como Nicol¨¢s Salmer¨®n, dimitiera
El 12 de mayo de 2010, 137 a?os despu¨¦s, el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, pronunci¨® un discurso en el Congreso en el que anunciaba un recorte de 15.000 millones de euros en los gastos p¨²blicos. Se desdec¨ªa as¨ª de todas sus palabras pronunciadas durante los dos a?os y medio de crisis y recordadas una semana antes.
Todos los medios de comunicaci¨®n han glosado este giro copernicano del presidente, muchos para apoyarlo y otros para criticarlo. Me alineo con los primeros: Espa?a necesita reducir su d¨¦ficit y esas medidas van a lograrlo. Lo cual no quiere decir que no encuentre motivos de insatisfacci¨®n: se podr¨ªan fusionar algunos ministerios, fijar por ley los sueldos m¨¢ximos de los alcaldes, recortar las redundantes diputaciones, reducir la selva de subvenciones, incrementar los impuestos a las grandes fortunas, etc¨¦tera. Pero globalmente las nueve medidas previstas por el Gobierno vienen exigidas por la situaci¨®n econ¨®mica de Espa?a, como demuestran los apoyos de la Uni¨®n Europea y el Fondo Monetario Internacional. Por eso, me produce bastante perplejidad ver c¨®mo muchos l¨ªderes del PP protestan ahora por la supresi¨®n de gastos que ellos hab¨ªan criticado previamente y contraatacan con unas vagas medidas de recortes que no enfadan a ning¨²n sector social concreto.
Ahora bien, tampoco comprendo los calificativos elogiosos que algunos est¨¢n aplicando a la decisi¨®n de Zapatero: responsable, audaz, valiente, estadista, etc¨¦tera. Pens¨¢ndolo mejor, s¨ª comprendo a algunos de los que las pronuncian, aquellos que ven¨ªan diciendo que ni un paso atr¨¢s en los derechos sociales, que lo peor de la crisis ya hab¨ªa pasado, etc¨¦tera y ahora dicen lo contrario sin que les tiemble un m¨²sculo de la cara. Pero descontado este cupo de aplaudidores habituales de ZP, a¨²n queda un grupo importante de independientes que alaban la decisi¨®n del presidente de meter la tijera en el Presupuesto. Si he entendido bien su posici¨®n, su razonamiento se basa en que es digno de admiraci¨®n que un pol¨ªtico sepa dejar de lado su ideolog¨ªa y tenga el valor de rectificar para aplicar las medidas que el pa¨ªs necesita, aunque sean muy dolorosas, tanto que el presidente ha usado la met¨¢fora de cortarse un brazo.
No har¨¦ la f¨¢cil cr¨ªtica de decir que si hubiera hecho caso al doctor Solbes cuando le recomendaba hace tres a?os reposo para curarse el dolor de dedo, ahora no habr¨ªa que amputar nada. Pero s¨ª dir¨¦ que para que una conducta sea digna de elogio, su autor tiene que tener la posibilidad de realizar la contraria. Y, realmente, despu¨¦s del fracaso del plan de austeridad de 16 millones de euros del mes pasado, de la rebaja de la calificaci¨®n de la deuda y su autom¨¢tico encarecimiento, del deterioro de la Bolsa, de que el gobernador del Banco de Espa?a, el presidente del Santander y otros muchos actores econ¨®micos le hayan pedido reformas, de la gran presi¨®n de los socios europeos, incluso de la llamada de Obama en el mismo sentido, ?pod¨ªa Zapatero seguir sin recortar los gastos p¨²blicos? Evidentemente, no.
Si no hab¨ªa alternativa posible al recorte presupuestario, la grandeza del personaje no puede venir por ese lado, lo mismo que no tiene m¨¦rito el jugador de ajedrez que se ve forzado a sacrificar la dama para evitar un jaque mate. La grandeza estar¨ªa en otro sitio: en reaccionar igual que hizo su predecesor Salmer¨®n y, admitiendo que los recortes son necesarios, dimitir para que otro socialista los adopte. Como el pr¨®cer republicano, con esa actitud no solo evitar¨ªa tomar decisiones que contradicen sus convicciones, sino que har¨ªa un gran favor a la causa del socialismo, pues permitir¨ªa que un nuevo l¨ªder afrontara la crisis sin el peso de las decisiones err¨®neas que ¨¦l ha tomado en los ¨²ltimos a?os y sin el desprestigio de desdecirse de todo lo que ven¨ªa proclamando. Entonces s¨ª que merecer¨ªa alguna alabanza que, parafraseando a la que se puso en el mausoleo de don Nicol¨¢s, podr¨ªa ser esta: "Abandon¨® el poder para no firmar el mayor recorte de derechos sociales de la democracia".
Agust¨ªn Ruiz Robledo es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional en la Universidad de Granada.
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