"Toda esta brutalidad era innecesaria"
Los heridos trasladados al hospital de Ashkelon denuncian que han sido maltratados por el Ej¨¦rcito de Israel
Al hospital de Barzilai, en la localidad de Ashkelon, llegan los heridos uno a uno, vendados y custodiados por decenas de polic¨ªas de fronteras desplegados por los hospitales de la costa israel¨ª. Desde que los desembarcan por la fuerza de las naves en el puerto de Ashdod, a unos 35 kil¨®metros de la frontera con Gaza, los activistas que trataban de romper el bloqueo de la franja se convierten en inmigrantes ilegales y quedan detenidos. Para los que se niegan a volver de forma voluntaria a sus pa¨ªses -la mayor¨ªa de ellos-, tras la identificaci¨®n comenzar¨¢ un proceso judicial que culminar¨¢ en la deportaci¨®n.
Llega una ambulancia. La nube de uniformados corre a rodearla. Los enfermeros bajan una camilla sobre la que reposa Paul Wilder, un estadounidense de mediana edad con el ojo morado y vendas en un brazo. Es el primer herido que aparece ante el p¨²blico. Los de mayor gravedad han sido trasladados en helic¨®ptero directamente desde los barcos. "Me han pegado, tengo todo el cuerpo magullado, pero no me dejan ense?arlo. No soy violento. Toda esta brutalidad era innecesaria", proclama a voz en grito.
"Un pa¨ªs amenazado tiene derecho a defenderse", dijo un portavoz militar
Los pasajeros cuentan que hubo enfrentamientos en otros barcos
"?C¨®mo se puede apretar el gatillo con tanta facilidad?", pregunta una israel¨ª
"Los del barco eran terroristas", dice otro ciudadano de la zona
Apenas explica que viajaba en el barco griego Sfendoni, cuando r¨¢pidamente los enfermeros se lo llevan en volandas. Una hora m¨¢s tarde llega un activista marroqu¨ª, con el brazo en cabestrillo y muy afectado; apenas levanta la cabeza. Y luego un tercero. Esta vez se trata de un joven griego con un collar¨ªn. "Son piratas", grita.
En la sala de espera del servicio de urgencias del hospital, los enfermos comunes permanecen pegados a la pantalla de un televisor en el que el Canal 2 israel¨ª dedica horas ininterrumpidas de programaci¨®n al abordaje.
Ninguno de estos tres enfermos viajaba en el Mavi M¨¢rmara, el barco de mayor tama?o y el ¨²nico en el que, seg¨²n manifiesta el Ej¨¦rcito israel¨ª, se produjeron enfrentamientos durante la madrugada de ayer. Horas antes de la llegada de los heridos lo aseguraba Avital Lebovitch, portavoz militar: "En los dem¨¢s barcos no ha habido choques". Admiti¨® tambi¨¦n la portavoz israel¨ª que el asalto se hab¨ªa producido en aguas internacionales, "pero cuando un pa¨ªs est¨¢ amenazado, tiene derecho a defenderse".
Lebovitch habla en Jonah's Hill, la colina de la ciudad portuaria de Ashdod, convertida en un improvisado plat¨® de televisi¨®n. Una nube de periodistas de medio mundo pulula alrededor de este mont¨ªculo desde el que en los tiempos del mandato brit¨¢nico los oficiales avistaban a los inmigrantes ilegales jud¨ªos.
Acercarse al puerto, adonde durante la jornada van llegando los barcos de los activistas, es imposible. Esta periodista fue escoltada por la polic¨ªa y expulsada del recinto portuario tras un intento frustrado de acercamiento al lugar de los hechos.
Hay que conformarse con los testimonios de segunda mano que ofrecen los distintos portavoces que acuden a la colina a ofrecer su versi¨®n. "Sal¨ªan del barco resisti¨¦ndose, forcejeando", explica Shahar Arieli, portavoz del Ministerio de Exteriores de Israel.
No es posible siquiera comunicar por tel¨¦fono con los tripulantes detenidos. Los m¨®viles est¨¢n apagados. La falta de informaci¨®n no s¨®lo afecta a los periodistas. Los familiares de los activistas tampoco pueden hablar con ellos. Ayer no sab¨ªan si sus hijos estaban entre los vivos o entre los muertos.
"La ¨²ltima vez que habl¨¦ con mi hijo fue a las cinco y media de la ma?ana. Me dijo: 'Los barcos de la Armada nos han rodeado", cuenta Pninas Feiler, israel¨ª y madre de Dror, un conocido activista propalestino afincado en Suecia. Y a?ade: "Estoy preocupada por mi hijo, pero tambi¨¦n por mi pa¨ªs. ?C¨®mo se puede apretar el gatillo con tanta facilidad?".
En Israel no todos los ciudadanos son tan cr¨ªticos como Feiler con la actuaci¨®n del Ej¨¦rcito. Al poco de conocerse el alcance de la operaci¨®n militar, ciudadanos de a pie salieron a la calle con banderas nacionales en se?al de apoyo a las fuerzas armadas de su pa¨ªs. Haim Cohen, un consultor econ¨®mico de 52 a?os, era uno de los que se enorgullec¨ªa de sus soldados. "Forman el mejor ej¨¦rcito del mundo. Los del barco eran terroristas. Tenemos derecho a defendernos. El Holocausto no suceder¨¢ nunca m¨¢s".
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