Macondo y el petr¨®leo en aguas profundas
La cat¨¢strofe del golfo de M¨¦xico evidencia los problemas de seguridad de la industria petrolera. Estados Unidos y otros pa¨ªses van a endurecer la normativa para prevenir su impacto medioambiental
El pasado 22 de abril, coincidiendo con la celebraci¨®n del D¨ªa de la Tierra, la plataforma petrol¨ªfera Deepwater Horizon se hund¨ªa bajo las aguas del golfo de M¨¦xico, tras una explosi¨®n y posterior incendio que cost¨® la vida a 11 trabajadores. La plataforma, propiedad de Transocean, hab¨ªa sido contratada por BP y sus socios (Anadarko y Mitsui Oil) para la perforaci¨®n del pozo Macondo, ubicado en el fondo marino, a unos 75 kil¨®metros de las costas de Luisiana y bajo una columna de agua de 1.522 metros. El accidente tuvo lugar cuando, tras el hallazgo de petr¨®leo y gas, la compa?¨ªa de servicios Halliburton se aprestaba a cementar y sellar el pozo, a la espera de posteriores decisiones operativas por parte del consorcio liderado por BP.
El 70% de los yacimientos descubiertos en todo el mundo en la ¨²ltima d¨¦cada son marinos
Cualquier sucesi¨®n en cadena de errores t¨¦cnicos y humanos puede tener consecuencias fatales
El naufragio de la plataforma y la consiguiente rotura de la conducci¨®n que un¨ªa esta con la boca del pozo originaron un escape de crudo. Tras m¨¢s de un mes de vertido incontrolado, el derrame ha causado una marea negra que cubre un ¨¢rea de 6.500 kil¨®metros cuadrados y que amenaza con convertirse en la peor cat¨¢strofe medioambiental acaecida en Estados Unidos, afectando a los Estados de Luisiana, Alabama, Misisipi y Florida. La magnitud del flujo de crudo que brota desde el fondo del oc¨¦ano resulta dif¨ªcil de calcular. Oficialmente se habla de unos 5.000 barriles (800.000 litros) diarios, pero algunos cient¨ªficos barajan la posibilidad de que en realidad la cifra se sit¨²e entre los 20.000 y los 70.000 barriles por d¨ªa.
La repercusi¨®n medi¨¢tica de la cat¨¢strofe ha sido enorme. Los ciudadanos de todo el mundo han sido puntualmente informados sobre los detalles relacionados con la progresi¨®n de la mancha de crudo, de los sucesivos intentos de BP por controlar el vertido en profundidad, de los esfuerzos de esta compa?¨ªa y de las autoridades federales y locales por minimizar los da?os en superficie, as¨ª como de la tormenta pol¨ªtica desatada en Washington en torno a la aparente "complacencia" regulatoria mostrada por la Administraci¨®n frente a las actividades petroleras que se desarrollan en el golfo de M¨¦xico. Una informaci¨®n exhaustiva, aunque muy centrada en las noticias m¨¢s llamativas del d¨ªa a d¨ªa, que conviene contextualizar en el marco general de la exploraci¨®n y producci¨®n de hidrocarburos en aguas profundas.
El desastre de la Deepwater Horizon resulta parad¨®jico porque esta plataforma ostentaba el r¨¦cord mundial de profundidad de perforaci¨®n en aguas marinas. Un r¨¦cord logrado en una operaci¨®n tambi¨¦n contratada por BP en el golfo de M¨¦xico. El 2 de septiembre de 2009, la petrolera anunciaba el ¨¦xito del sondeo de exploraci¨®n Tiber, localizado unos 400 kil¨®metros al sureste de Houston. Este pozo constituye un hito en la historia de la exploraci¨®n petrolera porque alcanz¨® su objetivo a una profundidad de 10.685 metros, tras penetrar una l¨¢mina de agua de 1.259 metros y taladrar 9.426 metros de rocas por debajo del fondo marino.
No cabe, por tanto, atribuir el accidente al uso de un equipo obsoleto (la plataforma fue construida en 2001). Ni tampoco a que se abordara un desaf¨ªo especialmente complicado. A fin de cuentas, en el golfo de M¨¦xico, durante el periodo 2000-2008, la industria petrolera hab¨ªa completado 80 sondeos de exploraci¨®n horadando fondos marinos localizados bajo m¨¢s de 2.250 metros de agua y 190 ubicados entre 1.500 y 2.250 metros. El r¨¦cord absoluto corresponde al proyecto Toledo de Chevron, que para operar en el fondo del golfo debe atravesar previamente una l¨¢mina de agua de 3.051 metros de espesor.
En su af¨¢n de encontrar y extraer hidrocarburos bajo el lecho marino, enfrent¨¢ndose a profundidades de agua cada vez mayores, la industria del petr¨®leo y del gas se ha embarcado en una espectacular carrera tecnol¨®gica. El resultado es que la extracci¨®n mundial de petr¨®leo de campos localizados bajo aguas profundas (entre 400 y 1.500 metros) ha aumentado de menos de 200.000 barriles diarios en 1995 a m¨¢s de cinco millones de barriles por d¨ªa en 2007. Y la procedente de yacimientos situados bajo aguas ultra-profundas (m¨¢s de 1.500 metros) ha evolucionado de pr¨¢cticamente nula en 2004 a los 200.000 barriles diarios que se esperan a finales de 2010.
Pero, pese a todo el impresionante desarrollo tecnol¨®gico, la experiencia acumulada y las medidas de seguridad desplegadas en las operaciones en aguas profundas y ultraprofundas, la industria petrolera sabe que afronta riesgos f¨ªsicos nada despreciables. Entre estos destacan las altas presiones y temperaturas reinantes a varios kil¨®metros de profundidad en el subsuelo, la existencia de acumulaciones de hidratos de gas en una franja pr¨®xima al lecho marino que pueden ocasionar s¨²bitas erupciones explosivas de metano, as¨ª como el comportamiento pl¨¢stico de las formaciones salinas que en ocasiones deben atravesarse antes de llegar a la roca que contiene los hidrocarburos. Por otro lado, las petroleras no pueden descuidar en ning¨²n momento la supervisi¨®n de los mecanismos de seguridad de los sofisticados sistemas de producci¨®n instalados sobre el fondo marino.
Desgraciadamente, con este trasfondo, los accidentes resultan inevitables, aunque su frecuencia y probabilidad sea baja y el da?o causado en la mayor¨ªa de los casos sea limitado. Cualquier sucesi¨®n en cadena de errores t¨¦cnicos y/o humanos, como la que parece haberse producido en el caso de la plataforma Deepwater Horizon, puede tener consecuencias fatales. Las explosiones e incendios en plataformas, con la consiguiente p¨¦rdida de vidas humanas y el vertido de peque?os vol¨²menes de crudo, son los accidentes m¨¢s comunes y, de hecho, en los ¨²ltimos 30 a?os este tipo de incidentes se cuentan por docenas.
Por el contrario, los vertidos submarinos incontrolados desde la boca de un pozo, como el caso de Macondo, son excepcionales. El gran precedente es el derrame originado el 3 de junio de 1979 por la explosi¨®n del pozo de exploraci¨®n Ixtoc 1, operado por la compa?¨ªa mexicana Pemex en aguas del golfo de M¨¦xico, a unos 94 kil¨®metros de Ciudad del Carmen. El crudo estuvo brotando hasta el 23 de marzo de 1980, sumando un total de 3,3 millones de barriles, lo que origin¨® una marea negra que impact¨® con consecuencias desastrosas sobre las costas de los Estados de Campeche, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas, afectando tambi¨¦n a la vecina Texas.
Desde entonces, la mayor¨ªa de las grandes cat¨¢strofes ecol¨®gicas ocasionadas por derrames de crudo est¨¢n ligadas al naufragio de superpetroleros (como el Exxon Valdez y el Prestige, entre otros).
En Estados Unidos, la cat¨¢strofe del pozo Macondo suscitar¨¢, sin duda, un endurecimiento de la normativa existente para prevenir y combatir el potencial impacto medioambiental asociado a las actividades de la industria del petr¨®leo en aguas marinas. Y algo similar puede ocurrir en otras partes del mundo, muy especialmente en algunas regiones ¨¢rticas de Canad¨¢, Noruega y Groenlandia y, quiz¨¢s tambi¨¦n, frente a las costas de Brasil.
Sin embargo, no es probable que a medio plazo el incidente suponga un punto de inflexi¨®n en la exploraci¨®n y producci¨®n de hidrocarburos en aguas profundas y ultraprofundas. Aunque quisiera, el mundo no se lo puede permitir. B¨¢sicamente, porque satisfacer la sed global de petr¨®leo requiere beberse cada d¨ªa el contenido medio de un campo del golfo de M¨¦xico (unos 83 millones de barriles). Y, si se quiere mantener este ritmo de consumo, no puede obviarse el hecho de que en los ¨²ltimos 10 a?os los yacimientos marinos representaron cerca del 70% de los principales descubrimientos de hidrocarburos efectuados a escala global. Ni tampoco que bajo las aguas profundas y ultraprofundas puede esconderse entre el 20% y el 35% de los recursos recuperables de petr¨®leo por descubrir. Estamos hablando de 160.000 a 300.000 millones de barriles (equivalentes al consumo global de cinco a 10 a?os), el 70% de los cuales se inscribir¨ªa en el denominado "tri¨¢ngulo de oro" que une el golfo de M¨¦xico con las costas de Brasil y estas con las del golfo de Guinea, desde Nigeria hasta Angola.
Mariano Marzo es catedr¨¢tico de Recursos Energ¨¦ticos en la Universidad de Barcelona.
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