El asedio de la regresi¨®n
La notoria falta de autoridad del Tribunal Constitucional para dictar sentencia sobre el Estatuto puede afectar al proyecto com¨²n espa?ol. Lo amenazar¨ªan dos corrientes regresivas: el neocentralismo y el soberanismo
Hace unos d¨ªas, el presidente catal¨¢n, Jos¨¦ Montilla, volvi¨® a advertir en el Senado que una sentencia contraria dictada por el actual Tribunal Constitucional (TC) sobre el Estatuto, particularmente negativa en sus aspectos nucleares, generar¨ªa una gran frustraci¨®n en la sociedad catalana. El presidente de la Generalitat insist¨ªa en algo que salta a la vista, por lo menos desde la ¨®ptica catalana: aqu¨ª no se est¨¢ resolviendo una cuesti¨®n meramente jur¨ªdica en la que se enfrentan miradas y sensibilidades pol¨ªticas diferentes, sino un aut¨¦ntico problema de Estado.
En t¨¦rminos hist¨®ricos, el recurso de inconstitucionalidad del PP y la manifiesta falta de autoridad para dictar sentencia del actual TC, por razones de sobra conocidas, puede acabar abriendo un boquete en el proyecto com¨²n espa?ol. Evidentemente, la sentencia, cuando finalmente se produzca, condicionar¨¢ el debate territorial e identitario en Espa?a, pero no lo concluir¨¢. Si se nos permite el s¨ªmil futbol¨ªstico, lo ¨²nico que definitivamente decidir¨¢ la sentencia es si los que apostamos por la evoluci¨®n plural y federal de la Espa?a auton¨®mica seguimos jugando el partido en casa o si bien pasamos a hacerlo en campo contrario.
?Jugamos en casa los que apostamos por una evoluci¨®n federal de la Espa?a auton¨®mica?
Aun derrotado en las urnas en 2004 y 2008, el PP est¨¢ imponiendo su nacionalismo espa?ol
Hasta que tal cuesti¨®n no se resuelva permanecer¨¢ abierta la pregunta sobre el ¨¦xito o el fracaso, no tan solo de la reforma estatutaria catalana, sino sobre hasta qu¨¦ punto ha fructificado el discurso de la Espa?a plural, que se propici¨® desde las filas socialistas a partir del XXXV Congreso del PSOE (2000). "La esencia de la unidad de Espa?a es el reconocimiento de su pluralidad", tal vez sea la frase de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero que mejor lo sintetiza. Y para ello es necesario explicar en qu¨¦ contexto sociopol¨ªtico se ha desarrollado todo este proceso. Porque el ¨¦xito o fracaso de cualquier proyecto debe evaluarse tanto en funci¨®n de las expectativas suscitadas como de la oposici¨®n de las fuerzas contrarias con las que ha tenido que lidiar: en este caso, frente al doble fen¨®meno regresivo al que nos enfrentamos de manera creciente desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, el neocentralismo y el soberanismo.
El consenso catalanista a favor de la reforma ocultaba posiciones sustancialmente diferentes: el magma soberanista apostaba por un escenario de tensi¨®n que pusiera de manifiesto los l¨ªmites de la v¨ªa autonomista y alimentara un ambiente de frustraci¨®n. Recordemos que Jordi Pujol, desde su intocable tribuna de sancionador de las esencias patrias, no se cans¨® de alentar un an¨¢lisis seg¨²n el cual "haya o no Estatuto Catalu?a, saldr¨ªa perdiendo".
El ex presidente Pujol es, hoy por hoy, el m¨¢ximo agitador intelectual de la idea del desgarro sentimental entre Catalu?a y Espa?a y de una sui g¨¦neris teor¨ªa del enga?o hist¨®rico en relaci¨®n con la Transici¨®n. Sea como fuere, lo cierto es que los deseos ideol¨®gicos del independentismo, tanto del cl¨¢sico de origen izquierdista como del ahora emergente de ideolog¨ªa inequ¨ªvocamente neoliberal, as¨ª como los intereses pol¨ªticos de CiU en la oposici¨®n, confluyeron en la reiteraci¨®n de la tesis del fracaso del perfeccionamiento federal del modelo auton¨®mico. Mientras tanto, en el resto de Espa?a, la derecha popular hab¨ªa conseguido desde el segundo mandato de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar vertebrar una clara hegemon¨ªa ideol¨®gica nacionalista en el terreno identitario, ante el cual el discurso de Zapatero a favor de la Espa?a plural aparec¨ªa como una concesi¨®n al catalanismo.
As¨ª, la victoria del PSOE no fue capaz de impedir que el PP, aun derrotado, consiguiera imponer su visi¨®n de Espa?a entre amplios sectores, a derecha y a izquierda, ni que sobre ese discurso sustentara en adelante una s¨®lida plataforma de fidelizaci¨®n electoral. En este sentido, las dificultades del PSOE para combatir al nacionalismo espa?ol del PP han sido similares a las que tiene el PSC para hacer frente al nacionalismo/soberanismo de CiU.
A nuestro juicio, el proceso de reforma del Estatuto catal¨¢n ha sido el catalizador de las dos corrientes regresivas en relaci¨®n al pacto de 1978: el neocentralismo y el soberanismo. Ambas son la expresi¨®n de un proceso peligrosamente regresivo de polarizaci¨®n y centrifugaci¨®n ideol¨®gica. Son una se?al inequ¨ªvoca de que el debate pol¨ªtico vuelve a estar presidido por un claro fatalismo y por la radicalizaci¨®n de algunas posturas que l¨®gicamente se retroalimentan y, adem¨¢s, logran un injustificado protagonismo medi¨¢tico.
Si el soberanismo pretend¨ªa que el nuevo Estatuto fuera una especie de Constituci¨®n catalana al margen de la realidad espa?ola, el neocentralismo ha hecho de la catalanofobia, y de la defensa doctrinaria del car¨¢cter uninacional de Espa?a (negando siempre la inteligente formula de "naci¨®n de naciones") su caballo de batalla en su desaforada campa?a de descr¨¦dito personal contra el presidente del Gobierno. En un contexto de enormes tensiones y dificultades, es preciso subrayar hasta qu¨¦ punto ha demostrado ser s¨®lido el v¨ªnculo federal entre el socialismo catal¨¢n y el conjunto del socialismo espa?ol, cuya fractura, deseada por tantos, habr¨ªa hecho saltar en pedazos tanto la reforma estatutaria como la globalidad del proyecto de la Espa?a plural.
Pese a todo, en nuestra opini¨®n, el balance de este proceso, a veces extenuante, es objetivamente positivo. La segunda generaci¨®n de Estatutos supone un avance en la mejora sustancial del modelo auton¨®mico, el cual, adem¨¢s, se ha visto acompa?ado de otras iniciativas de coordinaci¨®n y cooperaci¨®n interinstitucionales del todo imprescindibles.
Respecto a Catalu?a, el Estatuto de 2006 permite lograr el nivel de autogobierno m¨¢s alto dentro del actual marco constitucional, acompa?ado como va de una nueva financiaci¨®n auton¨®mica y de unas imprescindibles inversiones en infraestructuras.
La oportunidad para la Espa?a plural sigue estando vigente hoy en d¨ªa. Porque, fij¨¦monos bien: lo que el catalanismo anhela para Espa?a cae m¨¢s en el terreno de lo que denominar¨ªamos cultural y pol¨ªtico que en el campo estrictamente jur¨ªdico o competencial. El catalanismo desea que la aceptaci¨®n de la diversidad ling¨¹¨ªstica, cultural e identitaria, no sea solo una aportaci¨®n que se realiza desde Catalu?a -por cierto, igualmente diversa- y desde otras comunidades aut¨®nomas, sino una idea aceptada y asumida por la centralidad de la cultura pol¨ªtica espa?ola. Este es el verdadero objetivo del relato en construcci¨®n sobre la Espa?a plural; objetivo previo a necesarias, aunque hoy por hoy imposibles, reformas constitucionales.
Para alcanzarlo es necesario trabajar en dos direcciones. Primero, ganando el debate cultural y pol¨ªtico a las dos corrientes que articulan la regresi¨®n. Para ello, el catalanismo ha de jugar a fondo su dimensi¨®n hisp¨¢nica, fuera de toda ambig¨¹edad (Catalu?a no es una naci¨®n desprovista de Estado como algunos insisten en formular). Y la cultura pol¨ªtica espa?ola mayoritaria ha de aceptar con normalidad su dimensi¨®n catalana y la propia catalanidad. Pero esto no se producir¨¢, o lo har¨¢ con much¨ªsimas dificultades, si no somos capaces de provocar previamente una inflexi¨®n en el clima de pesimismo, insatisfacci¨®n y desconfianza que se ha instalado en buena parte de cuerpo social, pol¨ªtico e intelectual, como un dato indiscutible de la realidad, a la hora de juzgar las relaciones de Catalu?a con el resto de Espa?a.
Y segundo, o mejor dicho, paralelamente, es necesario desarrollar todas las posibilidades que la segunda generaci¨®n de Estatutos, con el catal¨¢n al frente, y la propia Constituci¨®n hacen posible en la profundizaci¨®n del modelo auton¨®mico y en el reconocimiento de la diversidad ling¨¹¨ªstica y cultural de Espa?a. ?nicamente as¨ª podremos hacer frente al asedio de la regresi¨®n.
Joaquim Coll es historiador y Daniel Fern¨¢ndez, diputado a Cortes por el PSC. Son autores del libro A favor de Espa?a y del catalanismo. Un ensayo contra la regresi¨®n pol¨ªtica (Edhasa, 2010).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.