Messi juega otro partido
La Pulga, muy por encima de la propia Argentina, lidera una victoria albiceleste sobre Nigeria que debi¨® ser m¨¢s amplia - Los cambios de Maradona hacen sufrir al equipo en el tramo final
![Jos¨¦ S¨¢mano](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F65950e2d-87d8-4b87-87d2-e499999b380a.jpg?auth=00cf6232e7a3a64d1deda6c0f646ae477c05fa68bfa4e35ece63fdb41e1e9601&width=100&height=100&smart=true)
Argentina es bipolar. De un lado la cara de Messi, su f¨²tbol emotivo, jovial, moderno, un juego sin dobleces. De otro, la cruz del resto de maradonianos, un grupo de esforzados que juegan con f¨®rceps en las entra?as. Con Argentina en la cancha hay dos partidos: el de Messi cautiva; el de Jon¨¢s, como paradigma del resto, resulta ulceroso. Y entre una v¨ªa y otra, Maradona, con barba de Sierra Maestra y un traje de perchero. A pie de campo, porque antes de citarse con la prensa pas¨® por el camerino, se puso el ch¨¢ndal y contest¨® a mordiscos. A mordiscos de una manzana, quede claro.
A imagen de su divinidad, Argentina fue un trasiego de identidades: mortecina a veces, disparatada otras; en ocasiones l¨²cida, por momentos atrofiada. Como Argentina es una ruleta, en el equipo de Messi, T¨¦vez, Higua¨ªn, Di Mar¨ªa, Diego Milito y Ag¨¹ero, el encuentro lo resolvi¨® Heinze, un tipo m¨¢s predispuesto para un cruce de navajas que para el f¨²tbol. Y no digamos para el gol. Muchos argentinos estuvieron a punto de hacer diana, y todos con Messi como nexo, con un Messi rematador y asistente, extremo, ariete y enganche. Alrededor de La Pulga no hubo trazos por el medio y su defensa evidenci¨® sus costurones. Pero Vincent Enyeama, el portero nigeriano del Hapoel, israel¨ª, se ilumin¨® y un cambio t¨¢ctico del seleccionador albiceleste anud¨® la garganta de los argentinos, angustiados en esa pista resbaladiza que suelen ser los ¨²ltimos minutos para quien sufre un enredo considerable.
El caso de Higua¨ªn es curioso. Pese a su gran productividad, es un sospechoso
De Nigeria apenas hab¨ªa habido noticias hasta el ¨²ltimo tramo, cuando a Maradona le dio un ataque de originalidad, o quiz¨¢ sufriera un repentino cortocircuito. A falta de un cuarto de hora, retir¨® a Ver¨®n, sin dep¨®sito, un jugador sobrevalorado al que hace tiempo que se le pinch¨® la burbuja, y dio carrete a Maxi Rodr¨ªguez, que perdi¨® llegada y lleva a?os entre tinieblas. Uno merec¨ªa salir y otro no merec¨ªa entrar. El equipo necesitaba otro medio, no un supuesto extremo. Maradona decret¨® un 4-1-5, con Mascherano como ¨²nico ancla en el medio. Argentina qued¨® seccionada. Convirti¨® el duelo en un partido de ida y vuelta, con el peligro que ello conlleva. Taiwo lij¨® el poste izquierdo de Romero tras un zurdazo, Odemwingie se hizo la rosca en un par de ocasiones, a Uche le traicion¨® el maldito Jabulani, que parece tener muelles cuando bota... Maradona de nuevo tom¨® el mando. Invirti¨® en Burdisso, sembrado en el lateral derecho, y como Jon¨¢s le vale para cualquier recado se ubic¨® en la izquierda. Un nuevo dibujo para aliviar los sofocos. Con Maradona hist¨¦rico en el corralito del banquillo y Messi dando un masaje a la pelota respir¨® Argentina.
Nada hac¨ªa presagiar el calvario final. El prematuro tanto de Heinze aventuraba un pase¨ªllo para la bicampeona mundial. Pero hace tiempo que para Argentina todo es un suplicio, no hay sosiego. El tanto retrat¨® de mala manera a la defensa nigeriana. Desde la ilusionante Camer¨²n del Mundial de 1990, el f¨²tbol espera que los equipos africanos por fin se aproximen al nirvana. Pero sus despistes inoportunos se perpet¨²an. Ayer fue Nigeria, como el d¨ªa antes Sud¨¢frica. A los seis minutos, Ver¨®n lanz¨® un c¨®rner y Heinze tuvo tal latifundio para el cabezazo que hasta se lanz¨® en plancha, para lo que se requiere libertad, desde luego.
El c¨®rner fue motivado por Messi, por supuesto. Su protagonismo fue extraordinario de principio a fin. A los tres minutos ya hab¨ªa citado a Higua¨ªn con el gol tras un fabuloso eslalon. No fue el d¨ªa del Pipita, atacado en el ¨¢rea adversaria hasta en tres ocasiones. A todas le respondi¨® Enyeama de forma muy ortodoxa. Como ya le ha pasado en el Real Madrid, Higua¨ªn vive en el alambre, el gol es su ¨²nico sost¨¦n. Es curioso. Su productividad es extraordinaria, pero al chico le han colgado el cartel de sospechoso. A Ra¨²l le gan¨® la batalla; en Argentina discute el puesto con Diego Milito, que no est¨¢ precisamente a un paso del tercer tiempo.
Ofuscado Higua¨ªn, Messi dio un paso hacia Enyeama y encontr¨® la misma respuesta. No obstante, su contribuci¨®n a la causa albiceleste fue may¨²scula. En medio de la selva, ¨¦l puso la pausa, ¨¦l puso el v¨¦rtigo. ?l se asoci¨® con todos, no todos est¨¢n capacitados para asociarse con ¨¦l. Por algo estuvo de ch¨¢chara con unos y otros. Messi se crece a partir del colectivo, en el juego necesita comprensi¨®n, centrocampistas como Xavi, Iniesta, futbolistas con amplio radar para adivinar las pistas que da su compa?ero. En Argentina no tiene quien le escriba. Mascherano est¨¢ para el pico y la pala. Ver¨®n es quien le mima, pero forma parte de la arqueolog¨ªa y no tiene carrocer¨ªa para mucho trasiego.
En este Mundial toda prosperidad argentina parece supeditada al azulgrana. No es M¨¦xico 86, pero la evocadora figura de Maradona y el advenimiento imparable de Messi hace irremediable que se rebobine. Hay pocos elegidos capaces de ganar un Mundial por libre. El seleccionador argentino fue uno de ellos. Ahora acuna a su sucesor m¨¢s evidente. Y lo que ¨¦ste precisa es un mejor forraje, un ecosistema que le proteja cuando hable con la pelota en la cancha, el ¨²nico escenario en el que no enmudece. El resto es cosa suya.
![Maradona abraza y besa a Messi tras la victoria argentina contra Nigeria.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RFMZWUKP3FXUONET2OAHNAHYG4.jpg?auth=0b6409399cb091b4fc4dd09ebb90e28773982e5fb7e44281ce8ef8c3a65ceaeb&width=414)
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