Persiguiendo la guerrilla misteriosa
Paraguay despliega al Ej¨¦rcito para derrotar al EPP, que apenas tiene 20 miembros
Durante 30 d¨ªas, la zona norte de Paraguay ha sido escenario de un inusitado despliegue de tres mil y pico soldados y polic¨ªas que han patrullado poblaciones y campos, en busca de los presuntos dirigentes de una de las guerrillas m¨¢s desconocidas, extra?as y peque?as de Am¨¦rica Latina.
El Ej¨¦rcito del Pueblo Paraguayo (EPP), acusado de matar a un humilde polic¨ªa y a tres guardias de seguridad de una hacienda (o tres matones, seg¨²n otras fuentes) y de planear nuevos secuestros de ricos ganaderos (en 2008 rapt¨® a Luis Lindstron y en 2009, a Fidel Zavala) provoc¨® la alarma y el miedo entre los poderosos de la regi¨®n y llev¨® al presidente Fernando Lugo a declarar el estado de excepci¨®n en cuatro departamentos del pa¨ªs.
Para algunos, se trata solo de una banda criminal de mensajes confusos "No pueden ser definidos como guerrilla", dice el ministro de Interior
El grupo opera en una zona en la que es usual el tr¨¢fico de drogas y de armas "Son peligrosos. Es un caso prioritario para nosotros", asegura Filizzola
La singular medida finaliz¨® el 24 de mayo, sin que, como era previsible, dada la enorme extensi¨®n del terreno a cubrir y la min¨²scula envergadura del grupo perseguido (no m¨¢s de 20 personas, seg¨²n fuentes oficiales), pudiera cumplir sus objetivos. Hubo m¨¢s de un centenar de detenciones, pero solo una tuvo algo que ver, indirectamente, con el EPP. El resto fueron delincuentes comunes arrestados porque no pudieron, o supieron, ocultarse a tiempo.
El EPP, al que se atribuyen algunas acciones violentas desde 1997, pero que se hizo realmente presente a partir de 2001 con cuatro secuestros en ocho a?os, uno de los cuales finaliz¨® con la muerte de una mujer (hija de un ex presidente), es un verdadero misterio. Para unos, se trata del embri¨®n de una guerrilla que terminar¨¢ echando ra¨ªces en un territorio abrumado por la brutalidad de los hacendados, la pr¨¢ctica ausencia de los poderes del Estado y la pobreza extrema de los campesinos. Para otros, un peque?o grupo criminal, que lanza de vez en cuando confusos mensajes pol¨ªticos, pero que no se plantea realmente la toma del poder ni el cambio de la sociedad paraguaya.
El ministro del Interior, Rafael Filizzola, es un joven abogado que ayud¨® a llevar al poder en 2008 a Fernando Lugo (un obispo cat¨®lico retirado), y que consigui¨® acabar con m¨¢s de 60 a?os de dominio del Partido Colorado. En su peque?o despacho en Asunci¨®n, Filizzola mantiene que el EPP "tuvo seguramente en su momento objetivos pol¨ªticos". "De hecho algunos de sus integrantes se escindieron de un partido de izquierda para defender la lucha armada y otros proceden de movimientos sociales relacionados con la iglesia, pero, en la actualidad, el EPP tiene ni envergadura ni programa como para ser definido como una guerrilla", explica.
Una de sus principales dirigentes, Carmen Villalba detenida por el secuestro de Mar¨ªa Edith de Debernardi, una de las grandes fortunas del pa¨ªs, reivindica desde la prisi¨®n "el derecho a la defensa, incluso por medios violentos". "?Qu¨¦ m¨¢s violencia que la que ejercen los matones en las haciendas contra campesinos indefensos a los que expropian de todo?", declar¨® en una conferencia de prensa que dio en 2008, desde la misma prisi¨®n.
"Es posible que mensajes como ese provoquen simpat¨ªa en una zona que ha sido relegada por el Estado, que tiene grandes carencias de comunicaci¨®n, en la que hay enormes estancias de hasta 20.000 hect¨¢reas y en las que las organizaciones campesinas denuncian habitualmente abusos", acepta el ministro. "No sabemos con precisi¨®n cu¨¢ntos simpatizantes puede tener el EPP, pero lo que importa es que es un grupo criminal que opera en una zona en la que es usual el tr¨¢fico de drogas y de armas. Nosotros nos lo tomamos muy en serio, porque son peligrosos. No pueden poner en peligro la estabilidad de las instituciones pero s¨ª la vida de personas y aumentan la inseguridad en una zona que ya es proclive al crimen organizado"
El ministro resalta que durante los 30 d¨ªas de estado de excepci¨®n "no ha habido denuncias por violaci¨®n de los derechos humanos". "El tema es muy sensible para nosotros. Sabemos que tenemos problemas en las c¨¢rceles y en las comisar¨ªas, pero estamos trabajando muy seriamente. No estamos satisfechos con los resultados, pero es un asunto absolutamente prioritario para nosotros y a veces se acusa sin raz¨®n a las fuerzas policiales", insiste.
Resulta dif¨ªcil comprender que combatir contra un grupo tan peque?o requiera un despliegue tan grande de medios. No es un secreto para nadie en Asunci¨®n que el ministro no era partidario de declarar el estado de excepci¨®n. M¨¢s a¨²n, muchos creen que el propio presidente Lugo se vio obligado a proclamarlo para impedir que el Congreso, en el que no tiene mayor¨ªa, tomara esa decisi¨®n por su cuenta y le pusiera un plazo para detener a los m¨¢ximos responsables del EPP, algo de imposible cumplimiento.
Filizzola no habla de estos asuntos. Se limita a explicar que un estado de excepci¨®n de 30 d¨ªas no sirve para cumplir los objetivos dise?ados, aunque si para otros prop¨®sitos. "El Ej¨¦rcito no estaba all¨ª para capturar a los 20 o 40 posibles militantes del EPP en la zona, sino para dar respuesta a otros muchos problemas que all¨ª existen".
De hecho, al finalizar el estado de excepci¨®n, los militares no han vuelto completamente a sus cuarteles sino que unos centenares se han quedado en la zona para reforzar la presencia del Estado, tranquilizar a los hacendados y dar m¨¢s respaldo a las fuerzas de seguridad. "Para este tipo de trabajo, todos sabemos que lo fundamental la labor de inteligencia, como en los asuntos del narcotr¨¢fico", asegura Filizzola.
Paraguay se convirti¨® en uno de los mayores exportadores de marihuana del mundo bajo la dictadura del general Alfredo Stroessner y tiene una larga tradici¨®n de militares, pol¨ªticos y poderes del estado dedicados a dar protecci¨®n a narcotraficantes. El gobierno de Lugo no recibe, sin embargo, ayuda significativa para luchar contra esa formidable corrupci¨®n. Incluso el apoyo de la famosa DEA es casi rid¨ªculo. "Ser¨¢ porque somos productores de marihuana y no de coca¨ªna", bromea el ministro.
En Paraguay parece m¨¢s f¨¢cil identificar y detener a los responsables del tr¨¢fico de marihuana, la apropiaci¨®n injusta de tierras comunales o el contrabando que cruza sus fronteras, que a los escasos dirigentes del EPP, escondidos en montes y bosques, m¨¢s parecidos a fantasmas que a aut¨¦nticos herederos del Che.
Un rastro que lleva hasta las FARC
El ministro del Interior, Rafael Filizzola, asegura que el grupo de personas que ha recibido entrenamiento y que tiene preparaci¨®n militar dentro del Ej¨¦rcito del Pueblo Paraguayo (EPP) no supera los 20. De hecho, de los casi 40 que est¨¢n en la c¨¢rcel por su relaci¨®n con el EPP (la mitad detenidos durante el Gobierno del presidente Lugo), solo siete tienen "capacidad militar". El ministro cree que existi¨® una vinculaci¨®n con las Fuezas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). "En el famoso ordenador de Ra¨²l Reyes [n¨²mero dos de las FARC muerto en Ecuador] se encontr¨® alg¨²n rastro de comunicaci¨®n con gente del EPP", asegura.
En el cartel de los m¨¢s buscados que Filizzola maneja sobre su mesa, figura un dirigente de la guerrilla colombiana, Rodrigo Granda. La primera fila la integran j¨®venes paraguayos: Osvaldo Villalba, hermano peque?o de la mencionada Carmen Villalba (un tercer hermano, Jos¨¦, ha sido tambi¨¦n detenido), la joven Magna Meza, Manuel Cristaldo Mieres...
Con un l¨¢piz, Rafael Filizzola marca los nombres que han ido "cayendo presos": Lourdes Ram¨ªrez, Juana Bernal, Alcides Jim¨¦nez, Alcio Soria, Mary Blanca Bracho... hasta 23, contando a los seis que fueron extraditados desde Argentina. Brasil reh¨²sa por ahora entregar a otros tres presuntos miembros del EPP, que buscaron refugio tras su frontera.
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