El rompecabezas belga
El gran salto electoral del separatismo flamenco agudiza la crisis del Estado federal
B¨¦lgica es el hombre enfermo de Europa; un enfermo instalado en una eterna convalecencia, pero cuyo s¨²bito agravamiento electoral de ayer plantea seriamente la posibilidad de una ruptura institucional. El paso ser¨¢, sin embargo, necesariamente parsimonioso.
Las elecciones legislativas anticipadas celebradas ayer en un pa¨ªs dividido herm¨¦ticamente en casi dos tercios de habitantes flamencos, de lengua neerlandesa, y menos de un 40% de franc¨®fonos -con Bruselas como enclave biling¨¹e, pero donde domina largamente el franc¨¦s- ponen en peligro la continuidad del Estado federal y apuntan a un posible deslizamiento hacia formas institucionales m¨¢s relajadas. Por primera vez, un partido separatista, la Nueva Alianza Flamenca, fundada apenas en 2001, y a falta de resultados definitivos, ha sido el m¨¢s votado en su territorio y, con ello, en toda B¨¦lgica, multiplicando casi por cuatro sus esca?os. Unido su 30% de sufragios a los de otras formaciones tambi¨¦n nacionalistas, el sentimiento independentista de Flandes supera el 40%. La suma de esca?os de los dos partidos socialistas, flamenco y val¨®n -puesto que no hay partidos belgas y ambas comunidades votan separadamente- puede acabar siendo algo mayor.
El ¨²ltimo Gobierno, que presid¨ªa el democristiano Yves Leterme, tard¨® nueve meses en formarse, y la fabricaci¨®n del pr¨®ximo, siempre de coalici¨®n a varias bandas y en el que parece inevitable que figuren los vencedores de ayer, va presumiblemente para largo. Bart de Wever, el l¨ªder independentista, siempre ha dicho que persegu¨ªa una separaci¨®n de seda, una evoluci¨®n que desembocar¨ªa en una confederaci¨®n de dos Estados en pie de igualdad. Se apresuraba, ayer, sin embargo, tras su victoria, a ser a¨²n m¨¢s cauto; lo primero es, ha dicho, trabajar juntos para sacar al pa¨ªs de la crisis, tanto en lo pol¨ªtico como en lo econ¨®mico, porque la deuda belga es imparable y multiplica su vulnerabilidad a los mercados. De Wever ha tendido abiertamente la mano a los franc¨®fonos para negociar.
Acontece que B¨¦lgica -que asume el 1 de julio, relevando a Espa?a, la presidencia de la UE- es una pieza demasiado finamente cincelada de la construcci¨®n europea como para ir jugando con ella. Bruselas es la capital de Europa e incluso el hecho de que el pa¨ªs tenga una estructura institucional tan compleja es positivo. El car¨¢cter internacionalista y biling¨¹e de la ciudad la hace perfecta para albergar una enorme eurocracia. Y Flandes jam¨¢s se embarcar¨ªa en una aventura independentista sin Bruselas, su hist¨®rica joya, como capital.
Van a comenzar, por tanto, grandes maniobras negociadoras sobre el futuro del pa¨ªs, que lo va a ser tambi¨¦n de Europa. Mesura, capacidad de sacrificio, cero maximalismo en los l¨ªderes pol¨ªticos, y sobre todo en De Wever, es lo que toca. Europa es demasiado importante para que ni Flandes ni B¨¦lgica la destruyan.
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