Churros, bu?uelos y apaches
P¨ªo Baroja, portador de un virus incurable de pesimismo, defin¨ªa la sociedad espa?ola como "pesada, turbia y sin gracia". Olvidaba don P¨ªo la alegr¨ªa retrechera de los pol¨ªticos espa?oles, siempre prestos a sobrevolar la realidad, compleja y acaso aburrida, con atrevidas met¨¢foras. La reforma laboral ha dejado varias muestras de este ingenio de hojalata, digno de Bert¨ªn Osborne. Una vez conocida la propuesta de reforma del Gobierno, Josep Antoni Duran i Lleida, faz p¨²blica de Converg¨¨ncia i Uni¨®, se permiti¨® calificarla de "churro" que no satisface a nadie. Inspirado por la evocaci¨®n de la fritanga, Esteban Gonz¨¢lez Pons, ese pr¨®cer del PP que dice y escucha cualquier desprop¨®sito con adem¨¢n impasible, terci¨® desde Ibiza para situar el debate en la estratosfera: "Espa?a no necesita una reforma que sea un churro, pero tampoco un bu?uelo". Ni Duran ni Pons se dignaron explicar por qu¨¦ se califica la reforma de churro o con qu¨¦ extra?a perversi¨®n laboral hay que identificar el bu?uelo. Esa explicaci¨®n les hubiera exigido un tedioso an¨¢lisis de modelos de contrato, causas de despido y convenios sectoriales. Quede a la fe de cada cual decidir si ambos saben tanto del mercado de trabajo como para recurrir al gremio de la churrer¨ªa con tanto aplomo.
Luis del Rivero, presidente de la constructora Sacyr, encendi¨® la traca final de la semana con ins¨®lito recurso al western. "Se est¨¢ fomentando la vagancia. Hay que revisar el PER y ponerles a labores de arreglo de los bosques. Si lo extremamos [el PER], vamos a reservas indias, donde solo habr¨¢ apaches con tabaco y alcohol". ?Sabe el se?or Del Rivero que el PER no existe desde 2002? ?Sabe qu¨¦ es una reserva india? ?Comparte la CEOE esa aterradora visi¨®n de reservas indias pobladas de fumadores borrachos como una imagen dantesca de la ineficiencia laboral?
Churros, bu?uelos y distritos apaches no aclaran gran cosa sobre la reforma laboral, ni informan de que lo que hay que hacer para crear empleo. ?Como si los pol¨ªticos y los empresarios tuviesen que perder el tiempo en esas minucias! Pero, aunque la realidad laboral sigue siendo oscura, queda muy claro que el discurso de la clase pol¨ªtica, obligada a la pedagog¨ªa, solo es un engrudo insustancial. Un churro, vamos.
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