Rosa Montero y el Neuregulin 1
La escritora busca entre el dolor y la alegr¨ªa el motor de la creatividad en el ciclo 'Lecciones y maestros', organizado por la Fundaci¨®n Santillana y la UIMP
Despu¨¦s de a?os de discusiones bizantinas, debates y comeduras de coco est¨¦riles o no sobre esa oscura o luminosa fuerza que prueba la escritura, la ciencia parece haber dado en el clavo. Rosa Montero lo expuso ayer en el curso Lecciones y maestros, organizado por la Fundaci¨®n Santillana y la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo (UIMP). "La clave es el Neuregulin 1", revel¨® la autora de La loca de la casa. En la sala la miraban at¨®nitos e intrigados sus compa?eros de armas, H¨¦ctor Aguilar Cam¨ªn y Manuel Vicent, que cierra hoy las jornadas y junto a quienes protagonizar¨¢ un debate abierto en el paraninfo de la Magdalena, en Santander.
Pero ayer, en Santillana del Mar, Rosa Montero dio algunas de las razones que la ayudan a explicarse entre papeles, tintas y mundos propios o ajenos. Centr¨¦monos en la ciencia una vez m¨¢s. ?De d¨®nde ha salido ahora el Neuregulin 1? "Por lo visto es una mutaci¨®n muy com¨²n", asegur¨® la autora. Es el gen de la creatividad, descubierto en la Universidad de Semmelweis, Hungr¨ªa. "Algunas personas pueden poseer tres o m¨¢s copias de esta alteraci¨®n. Eso explicar¨ªa la genialidad de Shakespeare o de Mozart. Pero lo m¨¢s fascinante es que conlleva una mayor predisposici¨®n a sufrir trastornos ps¨ªquicos, una peor memoria, ?y una tremenda hipersensibilidad a las cr¨ªticas! Es el retrato del artista perfecto", coment¨® Rosa Montero.
"A veces me cuesta diferenciar lo vivido de lo so?ado y de lo inventado"
"La creaci¨®n de una novela es un trabajo de picapedrero"
"Empec¨¦ a escribir con cinco a?os. Me considero una escritora org¨¢nica"
Si la escritura es delirio, como prob¨® Cervantes y asegura Sergio Pitol, entonces no hay duda. Muchos poseen ese gen. Si la literatura trata de mitigar el dolor y buscar una luz, como cree firmemente Montero, tambi¨¦n. As¨ª lo vio Jos¨¦ Manuel Fajardo en su presentaci¨®n: "En los libros de Rosa uno encuentra tres temas recurrentes. La muerte, la memoria y la mentira. Pero en la misma medida aparecen la libertad, la felicidad y la verdad posible", asegur¨® el escritor.
Y Rosa Montero, que empez¨® su intervenci¨®n present¨¢ndonos a un personaje ruso inventado, despu¨¦s confes¨® ese tr¨¢nsito difuso entre caminos que llevan a veces a dos lugares parad¨®jicos: "Con el paso del tiempo, a veces me es dif¨ªcil diferenciar lo vivido de lo so?ado y de lo inventado. Todo pertenece a la misma nebulosa".
Entre esos terrenos confusos, entre hilos y barrancos, Montero ha trotado montada encima de palabras, ideas y obsesiones. Entre ni?as, amantes, enanos y territorios de leyenda se ha movido para crear Cr¨®nica del desamor, Temblor, Amado amo, La funci¨®n delta, Instrucciones para salvar el mundo, Bella y oscura, El coraz¨®n del t¨¢rtaro, La hija del can¨ªbal...
Historias que fueron coci¨¦ndose en su cabeza desde ni?a: "Empec¨¦ a escribir con cinco a?os. Siempre me he definido como una escritora org¨¢nica". Sufriente y viviente. "Escribir una novela es un trabajo de picapedrero, una carrera de larga distancia". Y un continuo laberinto de dudas que impone decisiones contundentes. "Lo explica muy bien Amos Oz cuando dice: para escribir una novela de 80.000 palabras debo tomar algo as¨ª como un cuarto de mill¨®n de decisiones. Unas son sencillas, otras burdas y sutiles. Como poner ah¨ª, al final del p¨¢rrafo, azul o azulado. O celeste. O celeste oscuro. Lo cual", sigue Montero, "si se mira con distancia, aumenta a¨²n m¨¢s la sensaci¨®n de estupidez".
Pero es esa una estupidez que puede llegar a ser crucial. Aunque todo provenga del dolor, puede resultar salvador. Rosa Montero insisti¨® mucho en ello ayer a pesar de que amigos suyos como Nativel Preciado, Alejandro G¨¢ndara, Elvira Lindo y Nuria Labari, en mesa redonda, intentaron hacer prender la luz y la alegr¨ªa que, en su opini¨®n tambi¨¦n desprende su literatura.
Ese fue el caso del cl¨¦rigo John Cluny. All¨¢ por 1348 se empe?¨® en dejar constancia de la peste bub¨®nica, que como un apocalipsis, arras¨® parte de Europa: "Lo hizo para que las cosas memorables no se desvanezcan en el recuerdo de los que vendr¨¢n detr¨¢s de nosotros". Es el testimonio del cronista, del periodista ¨²til, del fajador de valores y verdades, una raza que Rosa Montero conoce a base de bien.
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