Sud¨¢frica, ejemplo para Francia
Al contrario que la selecci¨®n 'bleu', la afici¨®n africana simboliza la unidad racial
Periodistas de Pek¨ªn, Montevideo, Los ?ngeles, Londres, Berl¨ªn, Dubl¨ªn, Roma, Buenos Aires, Santiago de Chile y todos los rincones de Espa?a me han llamado en los ¨²ltimos tres meses para hacerme la misma pregunta: ?El Mundial de 2010 tendr¨¢ el mismo impacto unificador en Sud¨¢frica que el Mundial de rugby de 1995, reconciliar¨¢ a los blancos y los negros?
Con creciente cansancio e impaciencia, la respuesta que les doy siempre es la misma: que no, que Sud¨¢frica ha evolucionado mucho en 15 a?os, que el tema de la unidad racial est¨¢ hoy en segundo plano. Hay otros problemas -pobreza, delincuencia, corrupci¨®n, enfermedad- de mucha m¨¢s prioridad. Lo de blancos y negros es una vieja historia, de poca relevancia pol¨ªtica hoy.
Gentes de todas las razas, religiones y edades han vibrado bajo la misma bandera
Presenciando el partido entre Sud¨¢frica y Francia ante una gigantesca pantalla de televisi¨®n, ayer, en una plaza de Johanesburgo, entre miles de aficionados sudafricanos de todas las razas, religiones y edades, pude constatar que hay unidad nacional en Sud¨¢frica. Y abundante. La cuesti¨®n es si la hay en Francia.
?No le vendr¨ªa bien a Francia tener un Mundial unificador? ?No se podr¨ªa convencer a la FIFA de que el de Brasil de 2014 se traslade, en un gesto de urgente caridad, a las heridas tierras francesas? Muchos de los an¨¢lisis en Francia se centran en la idea de que hay problemas de divisi¨®n racial muy graves en la sociedad. Tenga eso la cuota de verdad que tenga, lo que es innegable es que el pueblo est¨¢ asqueado con su selecci¨®n, que muchos -un mot¨ªn nacional- no se molestaron en ver el partido contra Sud¨¢frica y bastantes incluso quisieron que Sud¨¢frica fuese la ganadora.
Comparen esto con la escena que viv¨ª en Johanesburgo. Salvo alg¨²n loco optimista, nadie de los miles en la plaza de Melrose, ni de los millones m¨¢s viendo el partido en todo el pa¨ªs, albergaba ninguna esperanza real de que su selecci¨®n ganara por los cuatro goles con los que, con suerte, pasar¨ªa a los octavos. La causa estaba perdida, pero la solidaridad fue total. Blancos, negros, mulatos, jud¨ªos, musulmanes, cristianos, ni?os y mayores se fundieron en una mar de alegr¨ªa, baile y ruido iluminado por los colores extravagantes de la bandera sudafricana.
L'Equipe dijo esta semana en un editorial que parte del problema de la selecci¨®n francesa es la cultura predominante rapera, pero ayer, poco antes del partido, cuando un rapero sudafricano, negro, salt¨® al escenario en Melrose, un barrio de clase alta blanca, todos bailaron a su comp¨¢s.
Hab¨ªan venido a ver el partido, pero tambi¨¦n a una fiesta, a celebrar su feliz y orgullosa sudafricanidad. Pero, claro, cuando su selecci¨®n se adelant¨® por 2-0 y los franceses se tambaleaban contra las cuerdas como un boxeador rogando con los ojos que el combate acabe, la euforia fue total. La peque?¨ªsima llama de fe se convirti¨® en una hoguera. Y m¨¢s cuando lleg¨® el descanso y la noticia de que Uruguay ganaba a M¨¦xico por 1-0. So?ar, de repente, dej¨® de ser una locura. El rapero volvi¨® al escenario y, viendo el j¨²bilo, pens¨¦ que, lejos de estar necesitada Sud¨¢frica de una reconciliaci¨®n entre razas, quiz¨¢ no haya ning¨²n pa¨ªs en que se comparta una sensaci¨®n tan un¨¢nime de naci¨®n.
El sue?o acab¨® con el gol franc¨¦s, pero, aunque Sud¨¢frica se qued¨® fuera de su Mundial, la selecci¨®n hab¨ªa perdido ganando, con honor. Y con eso se consol¨®, y mucho, el pueblo. Francia es un pa¨ªs rico con una democracia antigua y una tradici¨®n cultural sin parang¨®n. Pero hoy los franceses miran a Sud¨¢frica y solo pueden sentir envidia y admiraci¨®n.
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