Una masajista acusa de asalto sexual a Al Gore
La polic¨ªa estudia reabrir el caso archivado en 2006
Para la polic¨ªa el caso est¨¢ cerrado. Para el tabloide National Enquirer, no. Su n¨²mero de esta semana lleva en portada lo que ellos denominan "una bomba": el ex vicepresidente dem¨®crata Al Gore, acusado de asalto sexual por una masajista de Oreg¨®n.
Los hechos relatados por el Enquirer se remontan al 24 de octubre de 2006. Aquella noche, Gore se encontraba en un hotel de lujo de la ciudad de Portland tras haber pronunciado una conferencia sobre el cambio clim¨¢tico. Pasadas las diez y media, el premio Nobel -que se hab¨ªa registrado bajo el nombre de se?or Stone- solicit¨® una masajista porque estaba muy estresado. El National Enquirer confirma la existencia de la factura por los servicios prestados -400 euros - y la polic¨ªa tambi¨¦n.
Seg¨²n el relato de la mujer, 54 a?os, cuando el ex vicepresidente, de 62, estaba recibiendo un masaje abdominal este le pidi¨® que bajara "un poco m¨¢s" y tumbado sobre la camilla intent¨® tomarle la mano e introduc¨ªrsela debajo de la s¨¢bana que le cubr¨ªa el cuerpo.
A partir de ah¨ª, la conducta de Gore se califica de asalto en tercer grado por la polic¨ªa, que nunca lleg¨® a abrir una investigaci¨®n porque la denunciante no se present¨® a declarar ni atendi¨® a los detectives. El caso qued¨® archivado. Hasta que la supuesta v¨ªctima lo reactiv¨® a principios de 2009.
La portavoz de la familia Gore, Kalee Kreider, no ha hecho comentarios. Gore y su mujer, Tipper, anunciaron el pasado 1 de junio su separaci¨®n tras 40 a?os de matrimonio.
"Se abalanz¨® sobre m¨ª; me manose¨®; me agarr¨® por la espalda y me rompi¨® los botones y toc¨® mis pechos", declar¨® la mujer, que a?adi¨® muchos m¨¢s detalles morbosos a la polic¨ªa de Portland. "Ll¨¢mame Al", le pidi¨® entre besuqueos.
La Fiscal¨ªa del distrito no ten¨ªa conocimiento de que la masajista, con 12 a?os de experiencia a sus espaldas, hubiera reabierto la denuncia y supo de ello por la informaci¨®n del Enquirer. La mujer asegura que en su momento no fue m¨¢s lejos porque sab¨ªa que nadie la creer¨ªa. "Incluso mis amigos votantes de Gore me hubieran dado la espalda", afirma. "Lo ¨²nico que hubiera logrado es arruinar mi reputaci¨®n", puntualiza. Pero, por si acaso y seg¨²n relata el tabloide de EE UU, la masajista guard¨® los pantalones negros que llevaba aquella noche en el Hotel Lucia porque ten¨ªan manchas inculpatorias para Gore, lo que recuerda mucho otros episodios pasados, como el famoso vestido azul de la becaria Monica Levinsky en el que hab¨ªa restos de semen del presidente Bill Clinton.
La revista People informa de que la mujer habr¨ªa pedido un mill¨®n de d¨®lares por vender su historia al Enquirer.
La polic¨ªa dio carpetazo al caso. Pero asegura que est¨¢ dispuesta a reabrirlo si aparecen nuevas pruebas. ?Se aceptan unos pantalones negros manchados?
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