Copias
En una entrega reciente del espacio Documentos TV pudimos ver un reportaje de producci¨®n francesa sobre el gran negocio de los productos falsos. A orillas del Mekong se acumulan empresas que emplean a miles de trabajadores en condiciones infrahumanas y que reciben con cordialidad a los empresarios y comerciantes de todas partes del mundo que pretenden encargar partidas de productos copiados. El negocio de lo falso, se llamaba la cr¨®nica, y nos mostraba que en muchas ocasiones los agentes de aduanas o las marcas m¨¢s potentes y m¨¢s afectadas por la pirater¨ªa se ve¨ªan obligadas a contratar a detectives e investigadores privados para llegar al origen de los millones de copias de un producto que invaden los mercados occidentales.
De vez en cuando saltan las alarmas al descubrirse una partida de alimentos fraudulentos, o pasta dent¨ªfrica t¨®xica, o juguetes para ni?os que no cumplen las normativas de seguridad. Precisamente los medicamentos son los productos falsos que m¨¢s se introducen en el mercado legal. Y entre estos, todos aquellos que se comercializan en los l¨ªmites de la ciencia y el deseo de creer. Alargamiento de pene, erecciones garantizadas, excitaci¨®n femenina, la nueva fe en la qu¨ªmica, aunque sea de pega. En el reportaje pod¨ªamos ver lo sencillo que era para cualquier comerciante con dinero encargar una partida de bater¨ªas de m¨®vil, de perfumes, de bolsos de marca, de medicamentos, y pedir que se imitara todo, desde el envase hasta el contenido, y por supuesto todos los sellos de autenticidad o de control de los diferentes organismos sanitarios o aduaneros europeos. El turbio negocio de las copias falsas es al d¨ªa de hoy una especie de mercado negro, como aquel de la penicilina al final de la guerra. Un sucio asunto que todo el mundo conoce, que todo el mundo padece, pero que la gente ha decidido aceptar como un mal menor para ahorrarse algunos euros. Este ejercicio de irresponsabilidad viene complementado con la pol¨ªtica monetaria del Gobierno chino, que al mantener su moneda, el yuan, en valores de cambio baj¨ªsimos, sigue dominando el mercado mundial con precios fuera del alcance de cualquier fabricante, y contribuyendo, por tanto, al desastre econ¨®mico de esta Europa sin defensas.
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