Instituci¨®n fallida
A pesar de las reuniones anteriores en el periodo de crisis (Washington, Londres, Pittsburgh) la cumbre de Toronto del G-20 del fin de semana ha sido la primera en la que se ha presentado al mundo "en su nueva calidad de foro principal de nuestra cooperaci¨®n econ¨®mica internacional" (primer punto de las conclusiones).
Su resultado no ha podido ser m¨¢s decepcionante: apenas hay puntos de acuerdo para una pol¨ªtica econ¨®mica com¨²n, ni avances significativos para convertirse de hecho en un embri¨®n de gobierno econ¨®mico mundial. Ha sido una ocasi¨®n desperdiciada, en la que lo m¨¢s importante se empuja hacia delante, hacia el siguiente G-20 que se celebrar¨¢ en noviembre.
La idea central de Toronto ha sido la sustituci¨®n de la fase de las pol¨ªticas p¨²blicas de est¨ªmulo y de los paquetes de rescate financiero a la de la consolidaci¨®n fiscal y la ansiedad por el elevado d¨¦ficit p¨²blico. Ha habido diferencias de grado entre la posici¨®n de Estados Unidos y la de la vieja Europa, arrastrada por Alemania. Obama ha llevado la necesidad de mantener las muletas p¨²blicas ante una recuperaci¨®n "fr¨¢gil y desigual" con niveles inaceptables de paro en algunos pa¨ªses, y al mismo tiempo un calendario para la reducci¨®n de su d¨¦ficit, muy parecido porcentualmente al espa?ol (11% del PIB): para 2013 lo disminuir¨¢ a la mitad y al 3%, en 2015.
A pesar de una "fr¨¢gil y desigual" recuperaci¨®n, se ha sustituido la fase de los est¨ªmulos por la de consolidaci¨®n fiscal
Europa, sin embargo, ha mantenido los plazos r¨ªgidos de su ajuste duro: para 2013 pretende haber vuelto a la senda del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, con un 3% m¨¢ximo de d¨¦ficit p¨²blico. Lo m¨¢s parad¨®jico de esta situaci¨®n es que Estados Unidos ha iniciado hace tiempo la senda del crecimiento mientras que Europa todav¨ªa permanece estancada, a la luz de los ¨²ltimos datos conocidos correspondientes al primer trimestre de este a?o. Cada pa¨ªs, o cada zona, establece su propio camino, aunque todos se mueven en la misma direcci¨®n.
No hay ni rastro de un New Deal global, ni declaraciones acerca de la necesidad de refundar el capitalismo y embridarlo, o de aquellas ansias reformistas que se sobrentend¨ªan transversalmente de los anteriores comunicados de los l¨ªderes del G-20, en plena crisis financiera. Entonces se entend¨ªa que hab¨ªa que reformar los mercados; ahora, que hay que darles confianza. Pr¨¢cticamente todo el cap¨ªtulo de reformas financieras -una mejor regulaci¨®n para que las entidades bancarias no vuelvan a abusar de los consumidores e inversores llevando fuera de su balance las operaciones m¨¢s arriesgadas y heterodoxas- se traslada al mes de noviembre porque no est¨¢n maduras o porque no hay voluntad pol¨ªtica para aplicarlas. Han vencido los lobbies. Y del comercio mundial y la Ronda de Doha, solo queda el piadoso deseo de que alguna vez se firme.
El G-20 corre el riesgo de devenir en una instituci¨®n fallida m¨¢s en el marco de la globalizaci¨®n, y su impotencia una raz¨®n m¨¢s para el desapego ciudadano. ?Qui¨¦n nos protege?
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